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Capítulo XIV
Niños y Niñas en situación de desplazamiento: violencia y desarraigo
En Colombia, cada hora, son desplazados 20 niños, niñas o jóvenes menores de 19 años, en desarrollo de una dinámica de violencia que afecta especialmente a la población civil y, dentro de ésta, a la infancia obligada al desarraigo como única opción para salvar su vida.
Desde 1985, la población desplazada menor de 19 años se calcula en 692.600 personas, de las cuales 351.000 fueron obligadas a huir entre 1995 y 1997. En este último año los menores de 19 años desplazados alcanzan la cifra aproximada de 167.050.
Estas cifras (1) se suman a otros registros que tienen relación con violencia e infancia en Colombia y que advierten el desinterés real del país por su propio futuro (2).
Cuando se trata de menores de edad que huyen con sus familias de las zonas del conflicto armado en busca de seguridad, la problemática del desplazamiento asume connotaciones especiales que tienen relación con los derechos de la infancia, toda vez que la población afectada es más vulnerable y re quiere de atención física y psicoafectiva especial que contribuya a superar los traumas y a procurar una pronta recuperación.
Tabla 1. Población desplazada menor de 19 años (1985/1997) 1985-1994 341.000 1995 57.000 1996 126.700 1997 167.050
Tabla 2. Otros miembros del hogar. Clasificados por edades Entre 0 y 4 19% Entre 5 y 9 20% Entre 10 y 14 18% Entre 15 y 19 12% Más de 19 años 31% Este número de Codhes Informa busca llamar la atención sobre el impacto del desplazamiento forzado en la niñez y la juventud y hace parte del esfuerzo que Codhes adelanta con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para hacer un seguimiento a los derechos de niños y niñas en situación de desplazamiento en Colombia.
Aspectos psicosociales
La mayoría de estos niños y niñas proceden del campo o de pequeñas poblaciones que giran en torno a la economía agra ria para situarse en barrios subnormales de las principales ciudades del país en circunstancias que hacen evidente el deterioro de su calidad de vida, además de impactos sociales, culturales y psicológicos que determinarán en buena parte su comportamiento posterior y el desarrollo de su personalidad.
Por ejemplo, la no elaboración del duelo, que supone superar los traumas de la muerte violenta o la desaparición forzada de seres queridos o de miembros de la comunidad a la que pertenecían, sumado a los cambios bruscos en el entorno sociocultural y en las relaciones sociales tradicionales, son parte de algunas de las manifestaciones del desarraigo que exigen un tratamiento profesional desde la psiquiatría, la psicología, la psicopedagogía y el trabajo social.
La ruptura violenta de su entorno y los cambios intempestivos en sus relaciones sociales y culturales permiten avizorar un conflictivo proceso de adaptación a lo urbano, caracterizado por elementos de marginalidad y exclusión. Un ejemplo es la dinámica de deserción escolar que, para la población infantil en situación de desplazamiento y en edad escolar (primaria y secundaria), alcanza el 40%. Cifra pre ocupante no sólo por el alarmante crecimiento en sí mismo, sino por el hecho de que muchos de estos niños, niñas y jóvenes tienen como única opción huir de sus hogares, habitar las calles de las ciudades, involucrarse en bandas juveniles y, algunas veces, regresar a las zonas de donde se desplazaron con sus padres para enrolarse con los actores armados. En una dinámica que prolonga la violencia con actitudes de venganza y elimina la posibilidad del retorno a las aulas escolares.
Esta vulnerabilidad también se advierte en la salud física, en la alimentación, en la vivienda, en la recreación. Es decir, los niños y niñas que huyen del conflicto armado y de otras manifestaciones de violencia son los más afectados, tanto en sus condiciones de vida como en sus aspectos psicosociales.
Justamente en este aspecto es urgente implementar metodologías para el acompañamiento de los menores de edad que llegan a las grandes ciudades sin posibilidades de apoyo material y, mucho me nos, psicológico y teniendo que asumir en situación de mayor vulnerabilidad los drásticos cambios que supone el desarraigo.
Tabla 3. Nivel educativo otros miembros del hogar Primaria 49% Secundaria 19% Universitaria 1% Ninguna 27% Sin información 4% Un camino ya recorrido que puede con tribuir a abrir nuevos espacios de trabajo en zonas urbanas, se realiza en la zonas del Urabá (departamento de Antioquia y departamento del Chocó) donde se desarrolla un proceso de atención psicosocial a niños y niñas, en desarrollo de un pro grama interinstitucional liderado por Unicef denominado El retorno de la alegría. (3)
Conflictos familiares
El caso más grave lo componen los hogares en los cuales la mujer asume toda la responsabilidad (35% del total de hogares). ya sea por muerte violenta o desaparición forzada de su esposo o compañero permanente, por abandono o por separación.
En estas circunstancias se registran conflictos en la relación madre-hijos (as) causados, en buena parte, por la carga emocional que soporta la madre, por las dificultades económicas, por la soledad y la indiferencia a que está sometida y por la ausencia de ayuda especializada.
«Yo tengo cuatro hijos y a mí me tocó salir de Riosucio (Chocó) porque allá mataron a mi esposo y a un cuñado. Eso fue en diciembre de 1996 cuando se metieron los paramilitares. Aquí todo ha sido muy difícil...A veces me desespero y la cojo contra lo pelaos, yo sé que no está bien porque ellos no tiene la culpa--ellos lloran mucho, se levantan de noche y a mi me da lástima...» (4)
«Lo que pasa es mí mamá desde que nos vinimos del Llano nos pega y nos grita. Ella pasa muy triste y tiene que trabajar mucho para poder conseguir la comida y lo del arriendo....A mi papá lo mataron el año pasado y se nos dañó toda la vida... Yo tuve que retirarme del colegio y me paso el día cuidando a mi hermanita para que mi mamá trabaje».
Según los estudios realizados, las agresiones y manifestaciones de violencia intrafamiliar se acrecientan como consecuencia del desplazamiento. Son evidentes los cambios en las relaciones de pareja y de padres e hijos que manifiestan en forma diferente los impactos y traumas que implica la salida forzada. A la pregunta de si el desplazamiento había generado problemas familiares, la respuesta afirmativa fue del 30%.
«Desde que nos vinimos de Chigorodó nos ha tocado muy duro porque aquí todo es distinto...Los problemas se presentaron porque ella (su mujer) empezó a culparme de todo, a decir que sí yo no me hubiera metido en la política no hubiera pasado nada y cosas por el estilo. Entonces yo empecé a pelar con ella y los niños se pusieron en contra mía y todo se ha complicado porque ahora todo es a gritos y con peleas....»
«Después de que llegamos a Bogotá mí mamá se fue con otro y nos abandonó. Mí papá consiguió otra señora que no nos quiere mucho...cuando no hacemos algo no casca (pega) y mí papá no hace nada. Mí hermana y yo hemos pensado en irnos de la casa y volver al (departamento) Meta donde están unos tíos que son hermanos de mi mamá...»
«Usted me pregunta por el jefe del hogar...mire aquí quien tiene toda la responsabilidad soy yo porque mí marido no sale, le tiene miedo a la ciudad, le da pena hablar pa' conseguir trabajo--todo me toca a mí, hacer los oficios de la casa, atender los muchachos, trabajar en la calle en lo que resulte (por ejemplo me ha tocado la var ropa y cocinar como sirvienta)...El quedó muy mal desde que nos vinimos de la finca en Antioquia...porque allá él trabaja ba y conseguía plata pero aquí parece que fuera otro...»
Tabla 4. Tipo de problema generado por el desplazamiento No responde 21% Políticos 1% Salud 2% Sicológicos 2% Vivienda 2% Desempleo 6% Separación / abandono 8% Desunión / desintegración 13% Económico 21% Conflictos y violencia familiar 24% La situación es aún más dramática en los casos en que los niños y niñas en situación de desplazamiento quedan solos(as) por asesinato de sus padres o por abandono. Algunos de estos casos se han presentado en los éxodos masivos registrados en 1997 en el departamento del Chocó.
«(...) mi vida es bien complicada. Yo tengo doce años.. y desde los ocho ando solo por que a mis padres los mataron por la violencia en Urabá y entonces nos tocó irnos para Riosucio y allí me tocó con un padrastro muy malo que nos pegaba a nosotros y a mi mamá...Yo trabajaba manejando una carretilla con un caballo y más o menos me ganaba una plata--entonces decidí dejarle una plata y un regalo a mí mama y me fui para Villa Hermosa y ahí trabajaba ayudándole a unos viejitos..El día del bombardeo salimos todos corriendo y a mí me tocó meterme por esa trocha llevando todo lo que pude sacar porque a mí me dejaron solo con dos bestias para salvar la ropa y una sierra eléctrica y la comida que pudiera sacar...eso fue muy duro porque me tocó hacer dos viajes solo con esos animales como ocho horas y los aviones pasaban disparando y yo me escondía y volvía a salir hasta que llevé las cosas al sitio en donde nos tocó enterrarlas porque no podíamos con toda esa carga y los viejitos y los niños... a mi me tocó llevar cargada una niña de tres años que estaba muy enferma...y así caminamos como doce días hasta que lle gamos a la carretera en donde el ejército nos atacó otra vez y por fin llegamos a Pavarandó... Aquí sigo solo, trabajando con la comunidad...ojalá nos dejen vivir tranquilos y no haya mas muertos y mas masacres... cuando consiga algo de platica me voy a Riosucio a buscar a mi mamá, si está sola me quedo con ella pero si sigue con ese tipo me regreso para acá..»
«...Todos lo conocen como Quinto Quinto, el niño que nació el 26 de febrero, seis horas antes del bombardeo en la vereda Barranquilla, comunidad de Peranchito en Riosucio. Sucede que en la carrera y en medio de los tiros y los explosiones empezamos a correr y a sacar la gente. A la mamá de Quintó Quinto la llevamos en una hamaca... Cogimos las cosas que pudimos y arrancamos...a las tres horas de camino descubrimos que el bebé se había quedado y nos toco a dos personas devolvernos hasta la comunidad y sí, ahí estaba... parece un milagro pero estaba vivo y enseguida lo agarramos y lo trajimos donde la mamá. Aquí en el coliseo (Turbo) cumplió su primer año pero parece que tiene problemas porque no es como los demás niños....»
El estudio y análisis de estos cambios dramáticos en la vida de los desplazados, con énfasis en mujeres, niños y niñas, es una necesidad para conocer a fondo el problema y desarrollar propuestas para la acción gubernamental y no gubernamental en este campo de la atención (5).
En este contexto es necesario tener en cuenta las expectativas de permanencia, reubicación y retorno de los hogares desplazados, según las respuestas de los jefes (as) de los hogares consultados por el Sisdes (Ver Codhes informa No 13). Que cerca de 70 de cada cien hogares prefieran permanecer en el sitio de desplazamiento antes de retornar o reubicarse, aduciendo principalmente razones de seguridad, presupone una prioridad en la recuperación psicosocial de los menores de edad en los sitios del actual asentamiento. Así mismo, hay que tener en cuenta que la mayoría de los desplazados huyeron en forma individual y familiar, lo que sugiere una dispersión que hace más difícil el acompañamiento en el área psicosocial.
Estos indicadores no sólo advierten la gravedad del problema sino también la necesidad de desarrollar estrategias de atención especial para niños, niñas y jóvenes que superen el asistencialismo.
En este orden de ideas es necesario conocer los programas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (6) y del Ministerio de Educación (7) -como instituciones gubernamentales designadas por ley para la atención de los desplazados-, los esfuerzos que en el mismo sentido adelantan algunas organizaciones no gubernamentales (8) y la experiencia de algunos países latinoamericanos en proyectos de recuperación psicosocial de víctimas de la violencia política.
Es necesario actuar para que los grupos étareos más afectados por el desarraigo y la violencia (niños, niñas y jóvenes) sean objeto de atención especifica para su recuperación psicosocial.
Notas:1. Estas cifras corresponden al estudio de la Conferencia Episcopal de Colombia Desplazados por Violencia en Colombia" (1995) y al Sistema de información de Hogares Desplazados por Violencia (Sisdes) aplicado por Codhes (1995 y 1996). La cifra correspondiente a 1997 fue estimada a partir del promedio de población menor de 19 años desplazada entre 1985 y 1996
2. De 14.834.448 menores de edad que calcula para 1993 el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (dane), el 47% ha sido objeto de maltratos (ver cuarto informe Anual de la Defensoría del Pueblo, noviembre de 1997, pagina 43d) Sin embargo, resulta aún mas alarmante el hecho que la principal causa de muerte violenta en menores sea el homicidio. Durante 1996. de los 4.320 infantes registrados por el Instituto de Medicina Legal, el 48%, es decir 2.074, fueron asesinados, un promedio de 6 diarios. Se suman a esta alarmante situación el abuso sexual, el secuestro y el reclutamiento por parte de los grupos armados, entre otros.
3. Según Unicef "el fenómeno del desplazamiento en Colombia es una realidad que marca el país de manera cada vez mas intensa, pues es una de las consecuencias de mayor impacto de la violencia política. Esta situación se na ido con viniendo en un grave problema de violación de los derechos de la población civil v en especial de las mujeres y los niños que tienen que enfrentar el desarraigo como único camino para salvar sus vidas (..) Esto explica el programa de recuperación psicoafectiva de los niños y niñas desplazadas en Colombia " El retorno de la alegría Manual del Voluntario, Proyecto de Recuperación Psicoafectiva. Ministerio de Educación Nacional, Diócesis de Apartadó, Cruz Roja Colombiana. Echo y Unicef-Colombia. Bogotá, 1997.
4. Este v los siguiente testimonios hacen parte de las entrevistas adelantadas por investigadores de Codhes en desarrollo de su trabajo de campo.
5. Un primer esfuerzo lo adelantan la Pastoral de Movilidad Humana de la Arquidiócesis de Bogotá y Codhes en la segunda fase de la investigación titulada Desplazados por violencia y conflicto social en Bogotá
6. Según la información suministrada por el ICBP a Codhes, en el marco del estudio sobre políticas gubernamentales sobre desplazamiento forzado, la labor de esta entidad se circunscribe a las áreas de restaurantes escolares y fondos de emergencia. Las áreas de asistencia integral a la familia y clubes juveniles no están consideradas en función de los menores desplazados.
7. Según información entregada por el Ministerio de Educación Nacional a Codhes en desarrollo del estudio citado, se adelantan programas específicos en el área psicosocial en Turbo, Pavarandó y el sur de Bolívar mediante contrato con la Corporación Humanizar.
8. Organizaciones no gubernamentales como Taller de Vida, AVRE y Cedavida han desarrollado una experiencia importante en atención psicoafectiva a poblaciones desplazadas por violencia, en algunos casos con énfasis en niños, niñas y jóvenes.