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Capítulo Quinto
Los días que siguieronUn análisis hecho en forma urgente y desesperada, especialmente en lo que se refiere a datos generales sobre estas 119 personas: a las formas en que habían sido detenidas o secuestradas; a los antecedentes existentes en los recursos jurídicos presentados por ellos y las respuestas que el propio gobierno había dado sobre algunos de ellos, hicieron concluir rápidamente a los abogados del Comité de Cooperación para la Paz y a los familiares, que todo lo publicado era falso, un macabro y perverso montaje.
A partir del 25 de julio de 1975 la prensa oficial guardó silencio. La tarea estaba consumada.
¿Qué se preguntarían, qué sentirían los chilenos que por más de dos meses habían leído, imaginado y representado la violencia, las figuras amenazantes de personas que ahora habían encontrado la muerte de manera tan dramática y repudiable? No lo sabemos.
En ese tiempo, el efecto de la violencia «limpia» de la guerra psicológica no se podía medir y creemos difícil que logremos encontrar con el tiempo formas objetivas de medirlo y de saber cómo el poder, los medios de comunicación y otras prácticas sociales y políticas actúan sobre los individuos, sobre su comprensión y subjetividad.
En ese momento el silencio y el resguardo voluntario, o más bien impuesto por la censura y la persecución, impedían cualquier manifestación pública de extrañeza y asombro. En esos tiempos «El espacio público de las significaciones a partir del Golpe de Estado era ocupado solamente por la ideología del régimen» (1)
Pero siempre puede esperarse una respuesta de los que dudan, de los que no aceptan fácilmente las cosas. Así, tres o cuatro días después de la aparición de las listas en los diarios de Chile, la prensa internacional empezó a comentar la información. Los periodistas estaban incrédulos, se preguntaban, cuestionaban.
«CHILE VERSIÓN OF LEFTIST S FATE DOUBTED». (2)
«CHILE VERSIÓN OS STATE OF LEFTISTIS QUESTIONED». (3)
Escriben diarios ingleses y norteamericanos y bajo el título « MORTS A L'ETRANGER...»el diario «Le Monde» en Francia, comentaba en su editorial lo inverosímil de esta noticia.
A los días siguientes, la prensa extranjera empezó a relatar casos concretos en todos sus detalles. Marta Neira, Alfonso Chanfreau, Bárbara Uribe, Francisco Aedo, María Cristina López, Anselmo Radrigán, Jaime Buzzio, Agustín Reyes, Carlos Cubillos... y así. Era como un delirio, sus vidas, sus nombres, los 119 nombres se repetían una y otra vez.
En tanto en Chile el cuerpo diplomático -especialmente de los países mencionados como de los lugares donde los chilenos habían muerto- expresaban a la Cancillería Chilena su preocupación a través del Nuncio Apostólico.
Al día siguiente de aparecidas las listas, el diario «La Patria» (4), del 25 de julio de 1975. informaba la «inquietud de los embajadores acreditados en Chile» y relataba que «los embajadores se reunieron con el Jefe de la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mayor de Ejército Enrique Cid, para expresarle su extrañeza y preocupación».
El 28 de julio la Revista « Mensaje » (5) escribía un artículo titulado: «DONDE ESTÁN» . En él, luego de señalar todas las contradicciones que estas noticias tenían, termina preguntándose ¿ Dónde están estos 119 chilenos?.y agrega otra interrogante ¿Si están muertos dónde están sus cuerpos? Planteándose por último una duda humana casi inconcebible para ellos. ¿Pueden esas familias estar jurando en falso? Es decir, ¿pueden mentir sobre lo que ha ocurrido con sus hijos, esposos, hermanos?
El día 1° de agosto de 1975, tras un intenso trabajo de análisis sobre los antecedentes que ya tenían, más los nuevos que la prensa había entregado, el Comité de Cooperación para la Paz presenta ante los Tribunales de Justicia una nueva solicitud de designación de un Ministro en Visita Extraordinario.
En él dicen que 105 personas de las 164 por las cuales habían pedido reiteradamente ante la Justicia, aparecen en la lista de los 119 « y se extrañan que la prensa diga que ellos» habían muerto en forma violenta» y expresan que «hacen extensiva su petición a los 119 que se aluden en dichas publicaciones...».
En la fundamentación de esta solicitud refiriéndose a los familiares dicen:
« Sin lugar a dudas resulta imposible concebir una situación más dolorosa para un ser humano que la de desconocer el paradero de uno de los suyos y la suerte que éste ha corrido...» ...«Es por ello que entablamos esta acción judicial extrema. La gravedad del problema, la forma tan dura e injustificada en que él afecta a las personas nos obliga a ello.»
Luego de entregar todos los antecedentes, terminan afirmando: « No se trata tan sólo del angustioso sentimiento de inseguridad e intranquilidad de los familiares, amigos y conocidos...; ni siquiera se trata de la preocupación de la comunidad nacional...; hechos como éstos acarrean una pérdida de confianza en todo el sistema institucional... ». « Las interrogantes que una situación como la descrita plantea a todos los habitantes de la República, no puede permanecer sin respuesta.»
De manera que en este documento los abogados, obispos y religiosos, además de fundamentar acuciosamente su demanda de justicia y destacar el hondo sufrimiento de los familiares, señalan la gravedad que la falta de verdad tendría sobre toda la población, resaltando de manera particular «la pérdida de confianza». (6)
Era precisamente eso lo que buscaba la guerra psicológica de la dictadura: crear individuos aislados y no críticos, personas desconectadas del entorno social.
La manipulación de los sentimientos de seguridad; de creer en las cosas, de analizar y aceptar, para tener confianza cambiándolos por dudas, recelos y sospechas, es un recurso fundamental de las técnicas de guerra psicológica y ocultamiento de la verdad. Los pilares básicos de los sentimientos de confianza y seguridad vacilan llevando a la duda oscilante y permanente.
Cuando no hay confianza se altera, se rompe o se patologiza el vínculo humano. Esta ruptura o alteración aísla a la personas, las separa del otro, las autonomiza. El rol social, el trabajo colectivo, patognogmónico de la especie humana se detiene. La pérdida del vínculo de confianza impide alcanzar una mejor integración humana en la escala de las verdades y por lo tanto, la seguridad en sí mismo y en los demás se destruye.
En la solicitud de designación de un Ministro en Visita Extraordinario se señalaba la posibilidad «de una pérdida de confianza en todo el sistema institucional», es decir, advertía sobre lo que puede significar el que las personas duden o cuestionen las instancias y los mecanismos de la institucionalidad, que ya no crean en lo que dicen y hacen los poderes del Estado. Que ya no tengan fe en los parámetros de la justicia, que desconfíen. Es esto lo que el Recurso quería decir y al decirlo planteaba una duda sobre el comportamiento futuro de la sociedad.
El 11 de julio de 1975 la respuesta de la justicia nuevamente fue un «No ha lugar».
Solamente el día 4 de agosto, es decir once días después de publicadas las listas, el diario «El Mercurio», a través de una editorial que titula « DERECHOS DE LA VERDAD », informa primero sobre su conducta, en esta forma toma distancia y se exculpa «las agencias informativas extranjeras y la prensa nacional, han estado suministrando noticias acerca de militantes del MIR que había sido muertos en Argentina o en otros países. Nuestro diario acogió las primeras informaciones -como tantas otras-, sin aguardar confirmación oficial... Han transcurrido, sin embargo, los días y ni las autoridades chilenas ni las argentinas, se refieren al caso...».
Pero al mismo tiempo agrega: « ...que algunos de los miristas supuestamente muertos en el extranjero tienen los mismos nombres de algunas de las personas que han sido objeto de recurso de amparo a causa de su desaparecimiento en nuestro país. « El Mercurio» quiere inducir una extraña coincidencia y luego de explicar lo que para él es comprensible « que combatientes extremistas hayan perdido la vida en enfrentamientos con la fuerza pública en Chile...» agrega una frase digna de reflexión...» Aunque la angustia de los familiares no se satisfaga con las incertidumbres y haya además en ciertos actores poderosas razones políticas para incentivar la desesperación de los deudos, lo humano es que se haga todo lo posible por hallar a los desaparecidos y a esto han colaborado lealmente las autoridades chilenas.»
«El Mercurio», indudablemente, luego de evaluar la respuesta internacional, de darse cuenta de las groseras y burdas contradicciones de las noticias que él mismo y sus diarios afines habían estado transmitiendo, no tiene más remedio que preguntarse: « ¿Es verosímil en su conjunto la información que se ha estado suministrando? » y él mismo responde: « En apariencia no».
¿Qué creer entonces si el mismo diario, niega lo que ha estado afirmando?
En esta editorial «El Mercurio» ha utilizado la defensa, elemento básico de los mecanismos psicológicos para responder al ataque.
Las conductas defensivas son técnicas utilizadas por la personalidad total para mantener su equilibrio eliminando fuentes de inseguridad, peligro, tensión o ansiedad. «El Mercurio» utilizo los mecanismos defensivos de desplazamiento y también de proyección, es decir, culpar al otro de. lo que uno mismo ha estado haciendo.
Así, « El Mercurio » sigue diciendo:
«... Se comprende que organismos políticos interesados en debilitar la confianza publica en el actual gobierno traten de hacer un gran escándalo internacional con estas informaciones sospechosas, pero ello no debe ser motivo para ocultar la verdad...»
Es decir, hay una acusación implícita en esta frase, los culpables, son otros. Y él mismo se pregunta: « ¿Podría haber una manipulación internacional en esta noticia ? ». « El Mercurio » afirma que debería demostrarse que fueron otros los que intencionalmente manipularon las noticias y como es su costumbre, sugiere conductas a seguir. De tal modo que en la frase final el propio editorialista responde: «Si es así, corresponde a las autoridades investigar este hecho, denunciarlo y castigarlo ».
La situación se agrava para la dictadura, para la prensa oficial y para los artífices de la Operación Colombo, cuando el día 11 de agosto el diario «Las Ultimas Noticias» reproduce una aseveración proveniente de Venezuela: «CARACAS 10 (DPA). Ningún mirista o miembro de la Ex- Unidad Popular chilena ha muerto en Venezuela, ni siquiera por causas naturales ...».
Al día siguiente en Argentina, Francia. México y demás países señalados como lugares donde se mataron entre ellos « los extremistas », empiezan no sólo a negar la noticia, sino a exigir la verdad. En páginas interiores en los «Breves de Chile» y no ya en grandes titulares, «El Mercurio» reproduce las informaciones:
«Buenos Aires 10, (Latin).... Versión de Time. Nueva York 1 l.(UPI) y desde la Embajada en París. París 11 (AFP) se transmite « la profunda inquietud por la vida de tres presos políticos detenidos en Chile - Agustín Reyes, Alfonso Chanfreau y Anselmo Radrigán -, expresaron hoy aquí sus esposas...»
Las noticias del extranjero no dejan de llegar. Los nombres se siguen repitiendo Máximo Gedda, Jacqueline Binfa, Carmen Bueno, Jorge Ortiz, Jorge D'Orival, Héctor Garay, Miguel A. Acuña, Enrique Toro, Enrique Lara, Daniel Reyes, Leopoldo Muñoz, María Angélica Andreoli, María Elena González, una y Otra vez; hay antecedentes de que los vieron vivos y detenidos. Afirmándose que era imposible que ellos hubieran podido salir fuera de Chile.
El día 19 de agosto «El Mercurio» se ve obligado a reproducir la investigación realizada por la Agencia Latin en Argentina. Esta noticia circulaba por todo el mundo; había sido publicada por los periódicos transandinos. No se podía ocultar.
Esta investigación desmentía todo lo dicho por la prensa dictatorial.
« Buenos Aires 8. Latin. Rene Villegas. « Los 119 militantes izquierdistas chilenos supuestamente ultimados en este país y otros latinoamericanos nunca estuvieron en territorio argentino, según surgió de una amplia investigación cumplida por Latin. El 15 de julio el primer número de una desconocida revista titulada «LEA», logró notable repercusión periodística al incluir una nota que denominó « LA VENDETTA CHILENA ». Desplegada a doble página, el material quedó impreso como despacho de «Ciudad de México» y desgranó una sucesión de conjeturas para aseverar que «60 extremistas chilenos han sido eliminados en los últimos tres meses por sus propios compañeros de lucha a lo largo y ancho de las tres Américas y Europa...»
Enseguida los periodistas argentinos demuestran la falsedad de la revista «LEA» y señalan los nombres de los implicados.
La información de «El Mercurio» sigue así: «Entretanto la revista «LEA» cuya periodicidad «semanal» quedó interrumpida desde el 15 de julio (en que apareció su primer número) también quedó tras la cortina de un órgano fantasma. de desconocidos editores y responsables y un pie de imprenta imposible de identificar. El ciudadano Juan Carlos Videla, como su editor, no está registrado en ningún organismo gremial o empresarial argentino, en tanto la dirección domiciliaria de la revista, calle Brandsen 4850, supera la numeración de esa vía. que sí existe en esta capital, pero cuya numeración alcanza sólo al 2000. Sin embargo, un sobre impreso ?4 del número domiciliario, despertó las sospechas de que la codificación correcta podría ser: el 485 ó el 1485 de la calle Brandsen. El primero de ellos corresponde a un simpático parque tras cuyas arboledas se ubica la Editorial CODEX, propiedad estatal y dependencia del Ministerio de Bienestar Social. Una indagación de esa impresora concluyó en la afirmación de que «aquí no fue editada la revista que mencionan, pese a que el único nombre auténtico del impreso «LEA» -el distribuidor Fernando Varreira- declaró posteriormente que, «CODEX nos entregó 20.000 ejemplares de la revista para su distribución en la capital». Varreira logró diseminar 15.000 números de LEA y aún permanecen cerca de su despacho los otros cinco mil. A partir de allí el misterio de la publicación resultó infranqueable.»
Y vuelve a insistir.
« De los 119 nombres manejados por «LEA» y «0'DIA». ninguna fuente policial, oficial, diplomática o privada en Argentina, pudo confirmar si alguno de ellos registró su ingreso, asilo o radicación en esta nación.»
Además cita la respuesta del Cónsul General de Chile en Buenos Aires, a quien los periodistas de Latin interrogaron permanentemente.
«El Cónsul General de Chile en Buenos Aires, Alvaro Droguett. reconoció a Latin haber leído la publicación de «LEA» y reveló que el cotejo de la lista de presuntos muertos con la nómina de chilenos oficialmente registrados «indica que ninguno de ellos estuvo inscrito en esa representación consular». «No conozco la lista del periódico brasileño, pero aquí alguien me comentó que sería la misma de la revista argentina, lo cual obviamente recejaría que no son 119 los supuestos muertos», comentó el funcionario. De otro lado, la Embajada Chilena cumplió instrucciones de su Gobierno y presentó oficialmente un pedido a la Cancillería local, «para que se inicie una exhaustiva investigación», sobre el tema, según declararon responsables fuentes consultadas por esta agencia, pero igual reserva rodea a la investigación presuntamente ya dispuesta por el Gobierno Argentino.»
El día 12 de agosto en pequeños titulares «La Tercera» escribe « CORTE SUPREMA NEGÓ MINISTRO EN VISITA» y «El Mercurio»: « DENEGADAS PETICIONES PARA DESIGNACIÓN DE UN MINISTRO EN VISITA ».
Ese mismo día, 19 de agosto de 1975. «La Tercera» reproduce una noticia venida desde Argentina:
«ARGENTINA: PIDEN INVESTIGACIÓN SOBRE EXTREMISTAS CHILENOS DESAPARECIDOS.»
« Buenos Aires, 10. (Latin)... El diario independiente «La Opinión» en su edición de hoy aseveró que el delicado asunto «afecta el prestigio del país» y luego comenta la investigación realizada por Latin, para terminar diciendo: « una gran conspiración con muertos en territorio argentino, imaginó métodos siniestros que superan todo lo conocido de la Alemania de Hitler, aludiendo a publicaciones fantasmas en el extranjero y a cónsules que se prestan a difundir cédulas de identidad falsificadas.»
La incredulidad, la presión de los países mencionados, de organismos de DDHH y. especialmente, de los familiares y amigos de los 119 en Chile o en el extranjero obligan a que hable el dictador, del cual todos los medios de comunicación inmediatamente después del Golpe crearon una imagen de salvador y protector.
La transmisión de mensajes y material visual con contenidos que ayudaran a configurar la imagen que de Pinochet se quería lograr se iniciaron inmediatamente en los días que siguieron al Golpe Militar-. En la configuración de esta imagen se usó lo que Freud describió en « La creación del líder » (7). « Al cual revisten de un poder irresistible a través del poder mágico de las palabras, del mensaje. El puede despertar profundas tempestades o devolver la calma. Las palabras se transforman para crear su figura con 10 una fuerza déla naturaleza «como potencias sobrenaturales ».
De esta forma, toda la prensa reproduce el día 21 de agosto de 1975, las palabras del dictador.« El Mercurio ». bajo el título de « PRESIDENTE PINOCHET PIDE INVESTIGACIÓN SOBRE LISTA DE LOS 119 MUERTOS », redacta:
« El Presidente Augusto Pinochet declaró ayer que su gobierno ha ordenado una investigación en torno a las noticias del exterior sobre la muerte de 119 chilenos,... hablando desde los balcones ... tras recordar pasajes de su juventud cuando conoció a su esposa en San Bernardo, el jefe de Estado señaló que se ha utilizado esa noticia para atacar al régimen... Se trata de una nueva campaña del marxismo leninismo internacional para perjudicar a nuestro país », dijo.
Dos días después este importante anuncio es comentado en un editorial titulada « LOS 119 DESAPARECIDOS », por el diario « La Tercera »:
«... Al final (se refiere a la investigación que Pinochet ha ordenado) de la misma se sabrá quiénes son sus inspiradores y cuáles han sido los objetivos perseguidos », y agrega: « El informe que refirió el Presidente se elaborará con antecedentes exhaustivos reunidos en Chile y en el extranjero...... « El Jefe de Estado adelantó la posibilidad de que todo el episodio de las 119 muertes haya sido instigado por elementos del marxismo internacional, como parte de la campaña de desprestigio a Chile.»
Se consuma así la otorgación al otro de las ideas, planes y deseos tal como es descrito en los mecanismos de proyección.
El tiempo pasó. Nada se supo ni de la Comisión de « hombres buenos » ni de las investigaciones. Dos meses después, los familiares le enviaron una carta. El diario «La Tercera» anuncia: «CARTA AL PRESIDENTE ENVÍAN FAMILIARES DE DESAPARECIDOS ».
En ella, los familiares le recuerdan su propuesta de investigación, le señalan sus dolores y desvelos: « Este anuncio nos llenó de esperanzas. Ha pasado ya un mes desde el día en que se publicaron esas terribles nóminas y nosotros, familiares de los detenidos desaparecidos, no sabíamos a dónde conducir nuestros pasos. El anuncio de S.E. nos trajo una luz prometedora...»
No hubo respuesta.
Un mes después, frente a la presión que aún se mantenía, se elabora otra maniobra. Así el diario « La Segunda », en su edición del 13 de noviembre de 1975, escribe a grandes titulares: « LOS MUERTOS QUE VOS MATASTEIS GOZAN DE BUENA SALUD » y señala que los de la lista de los 119 están «vivitos».
El Comité de Cooperación para la Paz contesta rápida y certeramente al diario «La Segunda». Sin embargo, ningún diario oficial escribió nunca más sobre el tema.
Hasta el día de hoy nadie de los 119 ha aparecido con vida, como tampoco sus cuerpos.
De ahí para adelante el ocultamiento de la verdad, la negación ha sido la norma. El silencio que busca el olvido ha predominado.
Pero este olvido voluntario no borra las improntas de la manipulación de los sentimientos ni oculta lo que hay de distinto en las nuevas formas de creer, de pensar y de actuar en algunos sectores de la población.
Notas:
1. Manuela Gumucio. «Representar y actuar colectivamente; El caso de las representaciones sobre el período de la Unidad Popular». Opciones. Revista del Centro de Estudio de la Realidad Contemporánea. Academia de Humanismo Cristiano. Enero-Abril 1988.
2. Versión chilena sobre los desaparecidos es dudosa.
3. Versión chilena sobre el estado de los desaparecidos es cuestionada
4. El día 13 de septiembre de 1973, el diario «La Nación» pasó a llamarse «La Patria» y posteriormente «El Cronista». Figuró con ese nombre hasta 1975. Luego retomó su nombre original.
5. Revista Mensaje editada por los jesuitas cuyo Director era en ese tiempo el sacerdote Renato Hevia.
6. El subrayado es nuestro.
7. Ver Freud «Psicología de las masas».