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...Manuel es el hombre con el que me junté para caminar unidos en esta vida como pareja, él me mostró este mundo, esta humanidad, estos seres humanos que somos, los que hacemos la historia, y que somos los que tenemos el poder y que están fuera de la comunidad humana, sino que pertenezco a este grupo humano fantástico, maravilloso que construye el Reino, que va construyendo la historia, que va construyendo esta sociedad nueva que queremos.
Mis hijos debieron dejar a su familia que los quería mucho; nosotros les teníamos de todo, les teníamos comida, pero ellos tuvieron que andar en diferentes partes, no comían, pero lo hacían realmente porque creían en la vida... Eran hijos excelentes que se jugaban por la vida, por darle vida a nuestro pueblo que está tan pisoteado.
Eduardo ya en la Universidad se perfila como dirigente, como joven comprometido con una causa. Se incorpora a la Unión Nacional de Estudiantes Democráticos y empieza otra etapa de su vida quizás la más hermosa, la que le permite desarrollarse integralmente. En ese período comienza a militar en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Su compromiso político como dirigente estudiantil le exige una coherencia ce vida que va limando las asperezas de su carácter, creciendo como persona en forma notoria: Eduardo sabe lo que quiere y por qué lucha.
Frustradas sus posibilidades de seguir estudiando, se entrega como dirigente poblacional en el sector. Opta por una forma de vida sencilla, sin pertenencias materiales. Prácticamente no tenía nada personal, salvo su ropa. Opta sin amargura, así sencillamente, por la suerte de su pueblo pobre y explotado.
Un día nos llama Rafael y nos dice que se va de la casa... que quiere unirse a las milicias "...Yo creo que no hay otra solución". Mi hijo era un hombre profundamente cristiano y profundamente revolucionario.
Desde entonces los vimos ocasionalmente y recibimos algunas cartas. En una de ellas, Eduardo escribe: "Es difícil sentirse joven, alegre, vivir tranquilo... En realidad no se puede, por el contrario, la juventud de hoy ha sufrido mucho y necesariamente la solución definitiva pasará por un camino largo, duro, con muchas penas y derrotas, pero con seguridad, con el calor y la luz de la victoria... Entonces muchos decidimos comprometernos más cada día que pasa, asumir una vida política y con ello dar un salto con respecto a nuestro desarrollo. Esto trae muchas consecuencias sobre todo dadas las características represivas de la dictadura. Naturalmente, se crean contradicciones en uno, como por ejemplo el querer a la familia y no poder verlos, las ganas de estudiar y de tener una vida normal y no poder hacerlo, el temor por la integridad física y psicológica de las personas más queridas... y de uno mismo naturalmente...".
Rafael se emocionaba con cada cosa que hacía y así como se emocionaba también se apasionaba. Fue tan asombroso darnos cuenta que él había descubierto a Cristo. A este Cristo que siempre le habíamos mostrado.
En una conversación con un amigo le manifestó la alegría y plenitud que sentía por lo que estaba haciendo por su opción por la vida. Su opción y entusiasmo lo mantenían vital en esta entrega, cada vez confiaba más en el descubrimiento de Cristo que estaba experimentando.
En una de sus cartas Rafael nos dice:
"...Ahora en estos momentos, en mi corazón hay una gran amargura y un profundo dolor, pues uno se da cuenta que el Pueblo no está preparado para recibir el amor y la confianza del militante, del hombre revolucionario. Porque el hombre, la mujer, el joven revolucionario no tienen espacios en esta sociedad, porque no se puede demostrar el amor en plenitud, porque estamos limitados a dar solamente una pequeña parte de nuestro amor y todo lo demás tan puro y sincero, lo tenemos que volcar en la lucha popular..."
La última vez que nos vimos fue para el año nuevo de 1985. Nos juntamos en casa de una hermana. Fue extraordinario. Eduardo llegó con una botella de vino... se querían mucho y estaban felices de verse, se abrazaban y se reían. Rafael nos habló largamente. Expresó que el sentía un gran llamado de Dios a dar su vida por la causa y por el pueblo.
La dictadura logró desintegrar a nuestra familia, pero esa es la situación de muchas familias en Chile que han sido destruidas por la represión... hay muchas familias exiliadas aquí mismo en Chile... ellos no pueden vivir junto con los suyos, porque si llegan a casa los toman presos, les pegan... en fin...