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30jul17
"EEUU quiere asegurarse las sanciones contra Rusia para varias décadas"
Recientemente, el Congreso de EEUU aprobó el proyecto de ley que prevé endurecer las sanciones impuestas a Rusia.
El proyecto incluye prohibir realizar negocios con un amplio abanico de bancos, compañías energéticas y de Defensa de Rusia. Además, recoge la posibilidad de introducir sanciones contra aquellas compañías que participen en el proyecto de construcción del gasoducto Nord Stream 2.
La peculiaridad tal vez más destacable del nuevo proyecto de ley en comparación con otras medidas restrictivas que anteriormente fueron aprobadas por Washington radica en el hecho de que permite al Congreso bloquear cualquier acción del presidente de EEUU que vaya dirigida a levantar las sanciones contra Rusia, Irán o Corea del Norte.
"Ahora el presidente tiene que pasar por una especie de humillación pública y hacer que el documento entre en vigor y limite sus funciones (…) en una esfera que le es exclusiva: la política exterior", escribe en su artículo para el Consejo Ruso de Asuntos Exteriores el analista Serguéi Sokolov.
Asimismo, el autor subraya que aunque Trump pueda vetar el nuevo proyecto de ley, es muy poco probable que esto se acabe produciendo.
"No dará nada, salvo una pequeña pausa. El balance de fuerzas en el Congreso de EEUU es el que es, así que la mayoría de votos para superar el veto presidencial se alcanzará con facilidad".
¿Qué enmiendas fueron introducidas en el nuevo proyecto?
Durante la etapa de preparación del documento final, la Casa Blanca y 'los capitanes de los negocios estadounidenses' introdujeron importantes enmiendas en el texto.
En estos momentos, prohíbe que las empresas estadounidenses suministren bienes, servicios y tecnologías a las empresas rusas Rosneft, Gazprom, Surgutneftegaz o Lukoil que puedan ser utilizados para explorar y extraer petróleo en aguas profundas, en la plataforma del Ártico y en los depósitos de gas de esquisto. El nuevo veto también afecta a proyectos en los que alguna de estas empresas posea el 33% de los activos.
Por otro lado, la versión inicial del proyecto de ley era todavía más restrictiva: prohibía la participación de las empresas estadounidenses en proyectos en que participara al menos una compañía rusa.
Otra enmienda, cuya introducción fue promovida por el negocio petrolero de EEUU, según recoge el analista, prevé prohibir suministrar bienes, servicios y tecnologías estadounidenses solo para los nuevos proyectos.
Además, la variante inicial del documento admitía la posibilidad de sancionar a las empresas estatales rusas que trabajaban en sectores como el ferroviario, el de la navegación naval, la metalurgia y la minería. En la versión enmendada, la cláusula sobre la navegación naval ha desaparecido.
La introducción de estas enmiendas en el texto fue posible no solo gracias a los intentos de la Casa Blanca, sino al empeño de ejecutivos de empresas como Exxon, BP, General Electric, Boeing,Citigroup, MasterCard, Visa, Ford, Dow Chemical, P&G, International Paper, Caterpillar y Cummins, asegura el autor.
"Cabe destacar que las empresas citadas no estaban en contra de las sanciones antirrusas, estas solo demandaban que [el Gobierno de EEUU] no permitiera que las medidas aprobadas infligieran más daño a sus negocios que a Rusia", escribió.
La clave
La clave del nuevo proyecto de ley de EEUU, según opina Sokolov, se esconde en el deseo de Washington de asegurar la continuidad de las sanciones norteamericanos a Rusia por varias décadas.
Es imposible imaginar que en el futuro próximo la mayoría de las dos Cámaras del Congreso de EEUU vote a favor del levantamiento de las sanciones o por lo menos a favor de su relajación, prosigue el autor.
"Las sanciones norteamericanas contra Rusia son una realidad que seguirá siendo así por mucho tiempo", opina.
Eso significa que las relaciones ruso-estadounidenses regresarán a su estado "habitual y anormal".
"¿Por qué habitual? Pues, porque durante casi medio siglo, estas [relaciones] no fueron normales. Al mismo tiempo, la moderna Rusia capitalista, el Kremlin y su política interior y exterior no tienen nada que ver con aquello. La URSS era tratada de la misma manera".
Según Sokolov, eso significa que Rusia nunca ha sido considerada por el 'establishment' político de EEUU como un Estado amigo.
Esta suposición implica que después de que Trump firme el proyecto, cualquier intento de convencer a la élite política de EEUU sobre la inviabilidad de la guerra de las sanciones no va a tener sentido.
"En vez de eso, es más lógico que [Rusia] aplique una política hacia Washington que se corresponda con el hecho de que está tratando con un socio poco amistoso", concluyó.
[Fuente: Sputnik News, Moscú, 30jul17]
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