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13abr14


El polvorín de los rusos sin patria en la antigua URSS


Ucrania es la exrepública soviética en donde viven la mayor cantidad de rusos (casi ocho millones) o personas que hablan ruso. Y, dentro de Ucrania, Crimea es el enclave con mayor porcentaje de población rusa. Según dijo el martes el presidente Vladímir Putin en su discurso en el Kremlin, de los 2.200.000 habitantes que tiene la península, «casi un millón y medio son rusos». Este ha sido uno de los argumentos que ha servido a Rusia para anexionarse Crimea.

Las regiones del este de Ucrania también están habitadas mayoritariamente por personas que emplean el ruso como principal lengua de comunicación. En Donetsk, por ejemplo, y según datos del Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KMIS), constituyen el 97% de la población, y en Lugansk el 89%.

Aunque minoritarios, los rusos constituyeron un núcleo significativo y muy influyente en todas las repúblicas soviéticas. Eran funcionarios, científicos, ingenieros, intelectuales y técnicos especializados. Putin sostiene que, tras la desintegración de la Unión Soviética, «millones de rusos se encontraron, de la noche a la mañana, en un país extranjero». La presión del nacionalismo ascendente en los nuevos estados surgidos de los escombros de la URSS y la discriminación hicieron que una gran parte de los rusos volviera a su país de origen. Paralelamente, resurgían las lenguas nacionales y el ruso era paulatinamente arrinconado. Con todo, y sin llegar a alcanzar la importancia de Ucrania, hoy día siguen existiendo núcleos rusos en todas las antiguas repúblicas soviéticas, aunque con implantación muy diferente. Hace veinte años, en los países de la extinta Unión Soviética vivían 25 millones de rusos. Hoy día son algo más de 16,5 millones.

El caso kazajo

Tras Ucrania, el país exsoviético donde más rusos hay es Kazajistán (cerca de cuatro millones). Están fundamentalmente en el norte y este del país, las zonas más industrializadas durante la época soviética y en gran parte también hoy día. Algunos de estos territorios, como Ust-Kamenogork, donde el porcentaje de rusos es del 63,6%, pertenecieron a Rusia y fueron cedidas a Kazajistán en 1924.

En realidad fue un intercambio de tierras porque el país centroasiático devolvió a Rusia una franja situada al norte del río Irtish, que siempre formó parte de Siberia. Las regiones rusas de Orenburg y Omsk también se agrandaron a costa de Kazajistán.

Sin embargo, eso no evitó que en Ust-Kamenogorsk y en Petropávlosk cuajara un movimiento separatista ruso-cosaco que, como en el caso de Crimea, reivindicaba la incorporación a Rusia.

Los secesionistas fueron duramente reprimidos en 1999 sin que el Kremlin levantara la voz. La situación hoy día en el norte de Kazajistán continúa siendo tensa entre la minoría rusa y la población local, pero, debido a la buena sintonía entre Moscú y Astaná el asunto no está sobre la mesa en la agenda bilateral. Kazajistán, que pertenece a la Unión Aduanera Rusa, es uno de los aliados fieles de Rusia.

Ejemplos de integración

En el resto de las repúblicas exsoviéticas de Asia Central los rusos están perfectamente integrados y sus comunidades no están localizadas en enclaves concretos, lo que evita tentaciones separatistas. El caso de Kirguistán es especialmente peculiar, ya que, pese a que los rusos no llegan al 7%, su lengua está muy extendida y es cooficial con el idioma kirguís.

Otro país también muy preocupado por los actuales acontecimientos en Ucrania es Moldavia. En su territorio viven más de 200.000 rusos, prácticamente todos en la región de Transnistria, que es independiente de facto y donde hubo una guerra a comienzos de los años noventa. Allí hay desplegado un contingente de «tropas de paz» rusas con algo menos de 2.000 efectivos.

El enclave, que es fronterizo con Ucrania, celebró en 2006 un referéndum para la integración en Rusia y el 97,2% -más que en Crimea, donde fue del 96,7%- se pronunciaron a favor. Pero Moscú hizo oídos sordos. Ahora, las autoridades de Transnistria vuelven a la carga. El presidente de su Parlamento, Mijaíl Burla, ha pedido a Moscú que actúe igual que con Crimea y se anexione la región moldava.

El presidente moldavo, Nicolae Timofti, por su parte, ha pedido a Rusia que aborde el problema con cautela. Moldavia se dispone a firmar con la Unión Europea un acuerdo de asociación similar al que rechazó para Ucrania el depuesto presidente Víctor Yanukóvich y que desató la crisis. Ucrania ha cerrado su frontera con Transnistria a todos los hombres con ciudadanía rusa entre 18 y 65 años, para cortar el flujo de paramilitares hacia Crimea.

Letonia y Estonia, bombas de relojería

Hace dos años se celebró un referéndum en Letonia, país miembro de la UE y la OTAN donde los rusos alcanzan el 40 por ciento de la población, para hacer cooficial el ruso, pero la mayoría de los participantes en la consulta lo rechazaron. El expresidente Letón, Valdis Zatlers, cree que el Kremlin «utiliza la diáspora rusa como instrumento de influencia y presión para desestabilizar a las sociedades vecinas».

En Moscú, sin embargo, sostienen que los argumentos de Zatlers son un subterfugio para «discriminar y marginar» a los rusos.

Según Moscú, el ejemplo más claro de discriminación lo constituye la política que se aplica en Estonia, que pertenece también a la UE y la OTAN. El Estado báltico cuenta con 250.000 personas sin nacionalidad, pese a que viven de forma permanente en su territorio. La mayoría de ellas son rusos. Esta situación ha llevado a intentos separatistas en la parte este del país, aunque de carácter esporádico.

[Fuente: Por Rafael Mañueco, ABC, Efe, Madrid, 13abr14]

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