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20sep20


Ni contigo ni sin ti: Reino Unido juega a dos bandas con China


 Tras los graves estragos de la pandemia, ha comenzado de nuevo el curso político en Westminster de manera presencial. Tan clave es ver quién entra como quién sale. Y, por encima de todo, quién estaba invitado, pero es vetado en el último momento. Es el caso del nuevo embajador chino en el Reino Unido, Zheng Zeguang.

El diplomático tenía previsto dar un discurso el pasado miércoles ante el llamado 'APPCG de China' en el Terrace Pavilion, un lugar privilegiado dentro del Parlamento con vistas al río Támesis. El lobby pro Pekín (formado por diputados y lores de diferentes formaciones) le quería dar una cálida bienvenida. Sin embargo, pocas horas antes de que comenzara el acto, el portavoz de la Cámara de los Comunes, junto con el de la Cámara Alta, le prohibieron la entrada.

 Después de que el pasado mes de marzo, el régimen de Xi Jinping sancionara a diez parlamentarios británicos que denunciaron los abusos contra la minoría musulmana uigur, a los responsables de las Cámaras no les pareció apropiado la presencia de Zeguang. No lo calificaron como un “veto”, sino como un “aplazamiento” de la invitación hasta que terminen las sanciones. Pero desde la embajada china calificaron la decisión de “despreciable y cobarde”. Es la primera vez que cierran las puertas de Westminster a un diplomático.

La polémica tiene lugar la misma semana en la que Boris Johnson ha puesto como nueva ministra de Exteriores a Liz Truss –con un discurso bastante agresivo hacia Pekín- y en la que el Reino Unido ha anunciado un nuevo acuerdo de Defensa en Asia Pacífico junto con Estados Unidos y Australia -conocido como Aukus- para dotar a Canberra de submarinos de propulsión nuclear y compartir información sobre ciberseguridad.

A principios de año, cuando Downing Street presentó la 'Revisión Integrada' de la nueva Global Britain post Brexit, ya recalcó la importancia que tendría a partir de ahora la región del Indo-Pacífico. Pero, a diferencia de Rusia, que es visto como un estado activamente hostil que necesita ser tratado como tal, el Ejecutivo de Boris Johnson consideraba que con China se necesita un enfoque híbrido de rivalidad y cooperación. “Tenemos que volver a aprender el arte de competir contra países con valores opuestos”, matizó entonces.

 ¿Han cambiado ahora las cosas? ¿Cuál es la verdadera posición de Londres ante el régimen de Xi Jinping? Comencemos hablando de Aukus. La posibilidad de una nueva Guerra Fría, dividiendo al Este de Asia como la antigua dividió a Europa, es algo de lo que se viene hablando desde hace años. Hasta ahora, siempre ha sido una noción teórica. Ninguna línea atraviesa Asia como lo hizo el antiguo Telón de Acero. Cuando países como el Reino Unido y los Estados Unidos envían sus armadas a la región, siempre hablan de su deseo de promover la libertad y la estabilidad, en lugar de contener a Pekín.

Ahora, sin embargo, la tensión y la inquietud por la futura relación de Occidente con el gigante asiático ha tomado, para algunos analistas, una forma dramáticamente concreta. Los socios del Aukus han evitado referirse a Pekín. Pero es tan obvio que ni siquiera hace falta leer entre líneas.

Durante casi una década bajo el presidente Xi, China no solo ha desarrollado sus fuerzas armadas, sino que las ha desplegado con un efecto agresivo, en el Mar del Sur de China, el Mar de China Oriental y en su frontera con India. Ha utilizado las sanciones comerciales, y la amenaza de ellas, para presionar a los países que le desagradan, incluidos Corea del Sur y Australia, y ha dado inicios amenazantes sobre su voluntad de invadir Taiwán.

 El problema ahora con Aukus es que existe un peligro de que comience en la región una carrera armamentista en toda regla. Corea del Norte ha probado recientemente nuevos misiles, Corea del Sur ya está contemplando un submarino de propulsión nuclear propio y Japón podría seguir sus pasos.

El acuerdo también está causando problemas con los aliados habituales de Estados Unidos y el Reino Unido. Francia, por ejemplo, está a la ofensiva, ya que el gobierno australiano ha incumplido un acuerdo de 47.000 millones de libras para construir una flota de 12 submarinos con motor diésel con una empresa francesa. Es tal el malestar que París ha llamado a consultas a sus embajadores en EEUU y Australia, y ha cancelado la reunión que el ministro de defensa galo tenía previsto para esta semana con su homólogo británico. Por su parte, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha apuntado que los submarinos nucleares australianos no podrán ingresar a sus aguas.

Cuando se trata de aliados, el nuevo pacto sugiere que los socios ahora miran más allá del llamado 'Cinco Ojos', la alianza de inteligencia formada por Australia, Canadá, Nueva Zelanda, el Reino Unido y Estados Unidos.

¿Está claro, por tanto, la postura de Downing Street? Pues no exactamente. Tras salir de la UE, el Reino Unido ha solicitado su adhesión al acuerdo de libre comercio transpacífico, el llamado Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés). Cuando esté dentro, ve con más posibilidades cerrar un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos (cuya adhesión se espera en un futuro próximo). Y con Aukus se refuerza la estrategia.

Pero a nivel comercial, Londres necesita desesperadamente a Pekín. Sobre todo después de su salida de la UE. Y considera además que las crisis globales como el cambio climático no se pueden resolver sin el gigante asiático. En este sentido, Johnson está más interesado que nunca en asegurar el apoyo de Xi Jinping a los objetivos de reducción de carbono en la conferencia climática COP26 que se celebrará en Glasgow el noviembre y donde el líder 'tory' actúa como anfitrión.

 Por lo que sigue jugando a dos bandas. El equilibrio se ve perfectamente en el Gabinete. Mientras el que fuera ministro de Exteriores, Dominic Raab, denunciaba los abusos “extremos” del gigante asiático, el responsable del Tesoro, Rishi Sunak, señala que el Reino Unido necesita una “relación madura y equilibrada” con China: “Con demasiada frecuencia, el debate sobre China carece de matices”, dijo este verano.

Fuentes del entorno del Partido Conservador consultadas por El Confidencial aseguran que para entender realmente cuál es la postura que está tomando el Ejecutivo de Johnson, más que el acuerdo de defensa Aukus -al que no restan importancia- hay que estar pendientes de lo que pasa con la compañía galesa Newport Wafer Fab. Se trata de la fábrica de chips más grande del Reino Unido y la empresa china Nexperia quiere hacerse ahora con ella. Si el Gobierno británico permite la operación -ahora investiga si eso podría en peligro la seguridad nacional- sería un paso importante.

Con Huawei, Johnson tuvo que dar volantazo. En julio de 2020, tan solo seis meses después de abrir las puertas al gigante de telecomunicaciones, el 'premier' prohibió cualquier acceso de la compañía a la red 5G del Reino Unido, con el objetivo de eliminarla completamente de toda su infraestructura existente para 2027.

Cedía así a las presiones de Washington, pero sobre todo a parte de sus filas. En Westminster hay dos importantes lobbies anti Pekín: el China Research Group (formado por conservadores) y el Inter-Parliamentary Alliance on China (con representantes de todas las formaciones).

Pero también existe el lobby pro Pekín APPCG de China -responsable de la polémica invitación frustrada al embajador-. En definitiva, China sabe cómo jugar sus cartas. Si uno quiere extender su ideología debe tocar los tres palos: Westminster, el mundo académico y los medios. Y Xi Jinping hace sus deberes en el Reino Unido.

Entre otros, Huawei es espónsor del reputado 'think tank' Chatham House. Y esta misma semana se ha pedido una investigación urgente tras revelarse de tres de cada cuatro directores del Centro de Gestión China de Cambridge (CCCM) tienen vínculos (incluso pagados) con Pekín. Por lo tanto, es complejo definir la estrategia de Downing Street hacía Pekín. Johnson sigue con su enfoque híbrido de rivalidad y cooperación. No me fio de ti, pero al mismo tiempo te necesito.

[Fuente: Por Celia Maza, El Confidencial, Madrid, 20sep21]

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