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07ago14
La persecusión religiosa de los yasidíes provoca la muerte de cuarenta niños
Más de un millón de personas en Irak, casi todas pertenecientes a minorías étnicas y religiosas, han tenido que abandonar sus hogares desde enero huyendo de la persecución de los yihadistas del Estado Islámico (EI) después de que estos declararan un Califato en los territorios bajo su control. Un éxodo, cuya última tragedia ha sido la muerte de cuarenta niños pertenecientes a la comunidad yasidí, una minoría religiosa sobre la que muchos musulmanes aseguran que adoran al diablo.
Después de que los yihadistas se apoderaran de la localidad de Sinjar, más de 200.000 yasidíes huyeron hacia las montañas donde se enfrentan a la disyuntiva de morir de hambre y deshidratación o volver a la ciudad y enfrentarse al fanatismo de los yihadistas. Según Unicef, cuarenta niños a las afueras de esta población murieron «como consecuencia directa de la violencia, el éxodo y la deshidratación que sufrieron en los últimos dos días».
Cientos de yasidíes están en paradero desconocido y se teme que hayan muerto o hayan sido secuestrados. De los 200.000 yasidíes que conforman la población de Sinjar, la ONU estima que unos 25.000 niños y sus familias podrían estar ahora atrapados en las montañas que rodean la ciudad sin acceso a servicios básicos y necesitados de «ayuda urgente».
A esta tragedia se suma la denuncia de la Media Luna Roja de Iraq, que asegura que los radicales habían detenido a los integrantes de unas cien familias cristianas y yasidíes en el aeropuerto de Tel Aftar, en el noroeste del país, y trasladado a las mujeres y niños a un lugar desconocido tras ejecutar a todos los hombres. La organización humanitaria subraya además que el propósito del Estado Islámico es vender a las mujeres como esclavas.
Actualmente es imposible el acceso a las zonas controladas por el Califato Islámico, donde continúan los enfrentamientos armados. Así que resulta imposible suministrarles ayuda humanitaria y conocer exactamente la tragedia que están sufriendo.
Desde que los islamistas tomaron el control de varias partes del noroeste de Irak en junio, prácticamente todos los cristianos y miembros de otras minorías han huido de la zona dominada por los yihadistas. Los cristianos de Mosul, la segunda ciudad de Irak, que cayó en manos de los yihadistas el 10 de junio, tuvieron que huir en masa después de recibir un ultimátum del sanguinario grupo.
Los «peshmergas» retroceden
Los milicianos kurdos -«peshmergas»- han recibido refuerzos de Irak, Siria y Turquía que intentan coordinar sus fuerzas para rescatar a los miles de civiles desprotegidos que vagan por el área y recuperar el territorio perdido a manos de los yihadistas desde el pasado domingo. El avance de los milicianos del Estado Islámico ha obligado a los kurdos a retirarse de varias zonas de la provincia de Nínive y limítrofes con el Kurdistán iraquí. Según Reuters, las fuerzas kurdas combatían ayer contra los islamistas a tan solo cuarenta kilómetros de su capital, Erbil. Nunca los yihadistas habían amenazado de forma tan directa la Región Autónoma Kurda de Irak. Tan desesperada es la situación, que por encima de sus pésimas relaciones, el Gobierno iraquí, dominado por chiíes, y los kurdos aseguran que han restablecido la cooperación militar ante la necesidad común de detener la imparable marcha del Califato Islámico.
Ayer, aviones de guerra del Ejército iraquí bombardearon varias zonas de Mosul, entre ellas una cárcel estatal y un tribunal islámico en manos del Califato. El Gobierno iraquí aseguró que murieron sesenta personas en el ataque, entre ellos el juez a cargo del tribunal yihadista. La violencia ha alcanzado también al territorio libanés, donde facciones yihadistas se enfrentan a tropas libanesas en la región de Arsal, fronteriza con Siria, desde el pasado sábado.
[Fuente: Por Manuel Iverski, Beirut, ABC, Madrid, 07ago14]
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