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16jun11
Los espías que no vemos
El Gobierno acaba de presentar el último ingenio del espionaje español: un satélite que permitirá vigilar desde el cielo todo lo que pasa en la Tierra.
Nunca se habla de ellos. Nadie los menciona. Es como si no existieran. Pero están ahí, en algún lugar del espacio, con bases secretas de acceso limitado que recogen su información en distintos puntos de España. Son los espías más sofisticados que existen y que han acabado con el mito de que los servicios de inteligencia españoles son como Mortadelo y Filemón.
Los más importantes actualmente son los satélites de visión infrarroja Helios 2A y Helios 2B, este último lanzado en diciembre de 2009. El inconveniente que tienen es que los dos son mayoritariamente franceses, en un 90%, y España solo dispone de un 2,5%. Esto hace que únicamente esa parte de su trabajo diario sea para atender las necesidades del Gobierno español. No obstante, es mucho más de lo que tienen la inmensa mayoría de los países. Los satélites filman cualquier rincón de España o de cualquier país que presente interés estratégico sin que nadie sea capaz de mirar al cielo, verlos y evitar que grabe sus acciones legales o ilegales. Así, puede controlar los movimientos de un comando terrorista de ETA en una de sus bases en el sur de Francia, velar por la seguridad de las tropas en Líbano, vigilar el tráfico marítimo buscando barcos sospechosos en las aguas de Somalia o vigilar los movimientos de tropas en Marruecos.
La información que obtienen es enviada automáticamente a Torrejón, donde existe un centro para su análisis. Desde allí, los datos son transferidos al Estado Mayor de la Defensa, con sede en la madrileña calle de Vitrubio, desde donde se distribuyen a los organismos que los han solicitado, ya sea el propio Ministerio de Defensa -la gran mayoría-, Interior, Asuntos Exteriores o el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Los Helios tienen unos ojos tan potentes que les permiten identificar, de día o de noche, objetos de medio metro. Su trabajo, que nunca es conocido públicamente, ha permitido desbaratar muchas acciones contra intereses españoles en medio mundo.
El problema que supone tener únicamente una pequeña parte del tiempo de los dos satélites franceses trabajando para los intereses españoles se solucionará a lo largo del próximo año. Hace unos días, la ministra de Defensa, Carme Chacón, ha presentado oficialmente el satélite espacial Paz, cuyo nombre trata de dar un giro positivo a su misión de trabajar principalmente para las Fuerzas Armadas.
Con la capacidad de trabajar en las peores condiciones climáticas, con luz o sin ella, el satélite espía podrá mandar un centenar de imágenes captadas en cualquier lugar del globo. El satélite estará programado para obtener imágenes de los conflictos internos como la lucha contra ETA, pero también en aquellas zonas donde haya intereses o tropas españoles. Así, se reforzará la vigilancia de las fronteras y permitirá actuar con mayor celeridad en derrames de petróleo en el mar o en incendios. Pero también ofrecerá información de gran valor sobre los países del Magreb o los movimientos de tropas que preocupan a los militares españoles. Además, por supuesto, facilitarán información de primera mano sobre aquellos conflictos que siga atentamente el CNI y aportará datos sobre algunas de sus misiones internacionales. Para 2014 está previsto el lanzamiento de otro satélite óptico español, el Ingenio, que está planeado que tenga un uso civil, eso sí con posibilidad de uso militar.
Centro de escuchas.
No es por medio de satélites, pero es un espionaje igual de invisible. En Castilla-La Mancha, cerca de Manzanares el Real, está escondido el Centro de Estudios de Propagación Radioeléctrica, nombre extraño que sirve como pantalla de un centro de escuchas que nació como un proyecto de espionaje hispano-alemán, pero que en los últimos años se ha volcado más del lado hispano. El acceso en mitad del campo está limitado con grandes cercas, que alejan a la gente que pasa por allí en coche del centro de escuchas, instalado bajo tierra, aunque algunas de sus numerosas antenas pueden detectarse desde el aire.
Con una tecnología ultramoderna guardada en el más absoluto secreto, intercepta de forma sistemática miles y miles de conversaciones telefónicas y por radio, seleccionadas según números y personas concretas y un largo listado de palabras clave que recogen los temas de interés para la seguridad de España. Las prioridades de este oculto centro de escuchas son la persecución de cualquier atentado contra la seguridad nacional, procedente de traficantes de armas, de seres humanos o de drogas, y el control de las actividades de servicios secretos extranjeros en nuestro territorio.
En el día a día de cualquier ciudadano español, el espionaje invisible que puede controlar desde más cerca su actividad es el Sistema de Interceptación Telefónica (Sitel), que puso en marcha el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero al poco de llegar al poder y que fue diseñado por el Ejecutivo de José María Aznar.
En esencia, su objetivo era conseguir que las escuchas telefónicas autorizadas por los jueces se pudieran realizar con todas las garantías necesarias para que el objetivo de las mismas no las detectara y los receptores dispusieran de la calidad y rapidez imprescindibles. Sin embargo, metidos en las nuevas tecnologías, los avances han sido increíbles. El Sitel permite grabar las conversaciones del sospechoso con la máxima calidad y escucharlas no solo desde su central, sino también desde un equipo portátil por el equipo de seguimiento. Además de eliminar las típicas interferencias que levantaban sospechas, facilita, cuando se produce una llamada, los datos básicos de la persona con la que el sospechoso está dialogando y su ubicación geográfica.
La "puerta de atrás".
Además, el Sitel se encarga de la informática vinculada a la telefonía. Eso se traduce en que todas las acciones que el perseguido realiza por Internet son automáticamente grabadas: los correos que envía y recibe, las compras que hace y todas las páginas en las que entra y su actividad en ellas. En contra de lo que muchos creen, el envío de sms es todavía menos seguro que el contenido de una conversación telefónica. El motivo es que la orden judicial pone en marcha la grabación de conversaciones a partir de ese momento, pero las compañías almacenan los sms del último año, que pueden ser leídos por el investigador. Así lo reconoció hace unos meses el director del CNI, Félix Sanz, que manifestó que "es sorprendente la ligereza con la que utilizamos los teléfonos móviles, no en conversaciones, sino en el uso de sms".
Diversos especialistas en informática señalan que el Sitel tiene una "puerta de atrás" que implica la posibilidad de que los usuarios del sistema -los funcionarios- puedan acceder sin la ayuda de las compañías telefónicas -y por lo tanto, del juez- a los números de los usuarios. Estas investigaciones pueden estar fuera de lugar en el caso de la Guardia Civil y la Policía Nacional, pero pueden ser de gran utilidad para el CNI, que no tiene que dar cuenta de sus investigaciones a ningún juez y que en los informes que elabora para el Gobierno nunca especifica los métodos utilizados para conseguir las informaciones.
Como hace tiempo reconoció Artemi Rallo, director de la Agencia de Protección de Datos, "casi nada escapa a nuestra vigilancia... el CNI está en el casi".
[Fuente: Por Fernando Rueda, Revista Tiempo, 16jun11]
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