El 11 de septiembre en La Moneda
EL DÍA 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973
El Golpe Militar

Palabras Iniciales

El hombre es una cosa sagrada para el hombre.
Séneca

Este trabajo se inscribe en el ámbito del tema universal de los derechos humanos. Específicamente trata sobre sus violaciones y, dentro de ellas, principalmente a los denominados crímenes contra la humanidad. La violación de derechos humanos representa la ruptura perversa de un valor o soporte fundamental para el desarrollo de la existencia, cual es la relación con el otro.

Dos informes de excelencia, como fueron el de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y el de la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, marcaron un hito, en el sentido de que no se podían seguir negando las muertes y los desaparecimientos. Empero, revelaron sólo una verdad incompleta, parcial, escondida, no cumpliendo con los requisitos básicos que exigen las normas jurídicas internacionales vigentes en la actualidad, cual es nombrar a los responsables de violaciones de derechos humanos.

Uno de los objetivos fundamentales de este trabajo es, pues, la reconstrucción de la verdad integral. De este modo, se pretende llenar la página que por mandato de su propia creación ambas comisiones dejaron en blanco: el nombre, la historia, los antecedentes de las personas que concibieron y ejecutaron el golpe y los datos de aquellos que estuvieron más directamente implicados en acciones criminales; los testimonios sobre detenciones y torturas trasmitidos por quienes las vivieron o fueron testigos de esas muertes, así como de ejecuciones y del destino final de las víctimas.

Las violaciones de los derechos humanos se hicieron presentes abrupta y dramáticamente en Chile a raíz de la catástrofe de furia y de odio desatada por el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Sucedió entonces una asombrosa paradoja. Los chilenos en una gran mayoría, no conocíamos ni el valor ni el significado de esos derechos. Sabíamos, por ser un país del continente latinoamericano, de la marginación y la miseria de nuestros pueblos, sometidos históricamente a una expoliación permanente, tanto nacional como internacional. Conocíamos, pues, la violación ancestral de los llamados derechos económicos, sociales y culturales, pero de la existencia de crímenes contra la humanidad teníamos una idea abstracta y lejana, vinculada más bien con las atrocidades del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.

Algunos, los de más edad, habían vivido episodios de violencia política. La historia del país relata enfrentamientos, guerras y conflictos internos, pero jamás antes se habían vivido, experimentado ni sufrido crímenes masivos como los desatados a partir del mismo día del golpe de Estado, que hoy, veintisiete años después de ocurridos, se siguen conociendo y develando en toda su brutal realidad.

Frente a esta situación grupos de personas civiles y eclesiásticas se unieron para defender los derechos humanos, en comités de iglesias, agrupaciones de víctimas y otros organismos. En ellos participaron profesionales de distintas áreas, quienes han trabajado todos estos años pública o silenciosamente, sin desfallecer. No han callado jamás y por ello han sufrido allanamientos, vejaciones, muertes, persecuciones, exilio, pobreza, marginación, estigmatización. Pese a todo, persisten y persistirán por muchos años más, todos los que sean necesarios. Limpiar y cerrar las heridas, sanar los traumas, es un largo camino que atraviesa generaciones y no hay acuerdos políticos ni falsas reconciliaciones que aquieten las conciencias o hagan olvidar lo vivido y experimentado.

Thomas Mann, refiriéndose a lo que sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, en su país, Alemania, escribió: "Desde entonces, mi corazón no ha encontrado sosiego".

Así ha sido también entre nosotros.

La comunidad de los derechos humanos no ha tenido el desasosiego del odio ni del rencor, ni menos aún del engaño, sino sólo el afán de conocer profundamente la magnitud de los crímenes que han alterado la interioridad humana y social de nuestra gente para buscar una respuesta digna y transparente que permita iniciar un proceso de saneamiento individual y colectivo.

Innumerables testimonios, libros, publicaciones específicas sobre la historia y los antecedentes del golpe de Estado, estudios sociológicos, periodísticos, ensayos se han publicado desde los mismos días que siguieron a ese 11 de septiembre de 1973. Ellos seguirán produciéndose, cada vez más documentados y algunos, más certeros. La verdad fue ocultada y tergiversada largo tiempo. Ahora está emergiendo desde lo más profundo de la memoria colectiva.

No es verdad, como sostienen algunos, que esa verdad, así como los procesos judiciales iniciados, nacen de un afán de venganza. No es así. En este país, frente al drama desencadenado, un grupo cada vez mayor de ciudadanos ve en el respeto a los derechos humanos un nuevo marco doctrinario, un paradigma, no sólo en lo nacional sino también en lo internacional. Una verdadera globalización de los derechos humanos (no la del libre mercado), está abriendo la posibilidad de un nuevo marco ético y jurídico de las luchas políticas y sociales.

Nuestra perspectiva no es exclusivamente jurídica, pero creemos que a través de normas, convenciones y declaraciones nacionales e internacionales, y en especial de tratados que adquieren fuerza de ley en los estados que los ratifican, podemos afrontar el mal. Sin embargo, nos atrevemos a afirmar, sin desechar lo anterior, que sólo a través de una transformación de los sentimientos, comportamientos y valores se puede, tal vez, cambiar las conductas violentas.

Al hacer este trabajo deseamos, una vez más, acercarnos al conocimiento de la verdad, reconstruir y reconstituir los recuerdos, fundar una memoria común y profundizar en el conocimiento de las repercusiones que el accionar de la dictadura y de los gobiernos de transición han tenido sobre la interioridad de las personas, de las familias y de la sociedad.

En 1990, luego de diecisiete años de dictadura militar, el primer Presidente de la República elegido democráticamente, señor Patricio Aylwin Azocar, mediante el Decreto Supremo Nº 355 creó la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (1), cuyo objeto, definido en su artículo primero, será "contribuir al esclarecimiento global de la verdad sobre las más graves violaciones a los derechos humanos cometidas en los últimos años, sea en el país o en el extranjero, si éstas últimas tienen relación con el estado de Chile o con la vida política nacional, con el fin de colaborar a la Reconciliación de todos los chilenos y sin perjuicio de los procedimientos judiciales a que puedan dar lugar tales hechos". Más adelante, en el Capítulo IV de este libro se describe lo que la Comisión entenderá por graves violaciones.

En el artículo segundo se señala que "En caso alguna la Comisión podrá asumir funciones jurisdiccionales propias de los Tribunales de Justicia, ni interferir en procesos pendientes ante ellos. No podrá, en consecuencia, pronunciarse sobre la responsabilidad que arreglo de las leyes pudiera caber a personas individuales por los hechos de que haya tomado conocimiento. Si en el ejercicio de sus funciones, la Comisión recibe antecedentes sobre hechos que revistan caracteres de delito, los pondrá sin más trámite a disposición del Tribunal que corresponda".

Este trabajo pretende "decir y volver a decir la verdad". Es un intento de recontar, reconstituir, completar, analizar y, especialmente, profundizar la reflexión sobre lo que sucedió en Chile un solo día: el 11 de septiembre de 1973; así como sobre las consecuencias de tales sucesos. No estamos anclados en el pasado. Al contrario, este trabajo pretende construir un país donde las heridas sean superadas por todos.

Este libro consta de tres partes fundamentales.

La Primera Parte es un minucioso estudio de los hechos ocurridos ese día, basado en los dos informes oficiales, el de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y el de la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación (2). En él se citan literalmente los textos de esos informes, en los que se describen las acciones de guerra realizadas contra el Palacio Presidencial, contra las personas que se encontraban ese día en su interior o en sus alrededores; luego, lo que ambos informes relatan sobre cada uno de los acontecimientos: las víctimas, los lugares en que acaecieron los hechos y los testimonios de algunos protagonistas que pudieron relatar la suerte que corrió cada uno de los que allí fueron martirizados.

En seguida, realizamos alcances y precisiones sobre lo que ambos informes dicen: de temporalidad en el relato de los hechos; correcciones de algunas informaciones insuficientes; complementación de antecedentes y, muy especialmente, estudiamos lo que sucedió con las personas después de su detención, tortura, muerte y desaparecimiento.

Para escribir sobre estos aspectos nos hemos acercado a las personas directamente afectadas, a sus familiares y a sus próximos. Sus relatos nos han ayudado a conocer parte de esta historia.

Hemos revisado la bibliografía sobre lo que sucedió el 11 de septiembre de 1973 y los meses que siguieron. Cada referencia se consigna y se incluye, en la parte final, al igual que la bibliografía consultada; se revisó la prensa de la época; se miraron con atención las filmaciones y videos documentales correspondientes a los días y meses previos al 11 de septiembre de 1973, al golpe militar mismo y a sus consecuencias.

Se analizaron algunas querellas presentadas por los abogados de derechos humanos y específicamente las relacionadas con quienes desaparecieron o fueron ejecutados tras ser detenidos en La Moneda o en sus alrededores. De estas querellas hemos extraído valiosos antecedentes sobre las personas implicadas en estos crímenes, aunque indudablemente no podemos señalarlos como responsables hasta que la justicia así lo establezca.

Un trabajo muy especial ha sido la investigación realizada en el Instituto Médico Legal, en donde cuidadosamente se han buscado los certificados de las autopsias realizadas desde el momento mismo en que los cuerpos de los que estuvieron en La Moneda o sus alrededores ese día 11 de septiembre llegaron a dicho Instituto. También de los que fueron identificados, luego de ser exhumados desde el Patio 29 del Cementerio General, veinte años después.

Al iniciar este trabajo, en septiembre de 1999, aparecían treinta y ocho víctimas de los hechos represivos descritos en este libro. Ellos son los que fueron detenidos al llegar esa mañana a las afueras de La Moneda; los que se suicidaron en el palacio presidencial; los heridos que fueron trasladados a la Posta Central de la Asistencia Pública; y por último, los que fueron detenidos y conducidos al Regimiento Tacna.

Dos de ellos, el presidente Salvador Allende Gossens y el periodista Augusto Olivares se suicidaron antes que las tropas de asalto irrumpieran en La Moneda.

De los treinta y seis restantes a diciembre del año 2000, diecinueve se encontraban en la categoría de ejecutados políticos: ocho de los que llegaron esa mañana a los alrededores de la Moneda en la Intendencia de Santiago y once que fueron trasladados de la Moneda al Regimiento Tacna. Esta cifra no ha variado.

Diecisiete se encontraban desaparecidos: dos de la Intendencia, dos de la Posta Central y trece de los conducidos al Tacna. Al inicio del año 2001 y luego del Informe entregado por las Fuerzas Armadas, como consecuencia del acuerdo alcanzado por la Mesa de Diálogo, sólo queda un detenido desaparecido. Se trata de Antonio Aguirre Vásquez, que fue trasladado a la Posta Central y desapareció el 2 de octubre de 1973.

Un capítulo especial está dedicado a los sobrevivientes que se encontraban ese día junto al presidente Allende y que luego fueron detenidos, torturados y algunos de ellos, enviados al exilio.

Además, cada capítulo o contenido se complementa con un tema de análisis o reflexión, en el cual se utilizan conceptos elaborados en el campo de la Salud Mental a través de los años por una de las autoras. De este modo, se estudia: las comunicaciones intercambiadas entre los diferentes puestos de mando; el significado de los dos suicidios; las consecuencias de las ejecuciones, muertes o desaparecimientos; y, por último, la historia y las consecuencias de la tortura. Estas reflexiones sintetizan una experiencia de trabajo en el campo de la Salud Mental, el cual se ha enriquecido al profundizar una vez más, con este libro, la realidad. Las repercusiones que estos hechos tuvieron sobre la sociedad son brevemente señaladas en este texto.

La Segunda Parte del trabajo, que da título a esta obra, es la lista, con amplios antecedentes de los 70 autores de los hechos reseñados.

En ella hemos utilizado el siguiente método: recopilar todos los antecedentes que existen sobre los mencionados como autores, sean civiles o militares, en el curso de esta investigación.

Para ello se ha recurrido a diversas fuentes escritas, como el Diccionario Chileno Bibliográfico; prensa nacional e internacional; libros; entrevistas dadas por los propios autores a medios de comunicación; videos y documentales en que ellos aparecen; declaraciones entregadas en diferentes procesos a organismos de Derechos Humanos; testimonios de personas sobre su comportamiento; informes internacionales; antecedentes entregados sobre ellos en los Archivos Desclasificados del "Informe de Inteligencia del Departamento de Defensa del Gobierno de Estados Unidos" y, por último, el trabajo realizado por exiliados chilenos junto a ciudadanos alemanes, algunos de los cuales han constituido recientemente en Ginebra, Suiza, el "Comité Memoria y Justicia." Ellos investigaron durante años los antecedentes de presuntos responsables de crímenes contra la humanidad. Los antecedentes son entregados en el orden en que ellos son mencionados, con el número correspondiente, en esta Segunda Parte "Actores y Autores".

Al presentar estos antecedentes no estamos señalando el mayor o menor grado de responsabilidad que les cabe a cada uno de los protagonistas de esta tragedia. Lo que buscamos -entre muchas otras cosas- es que las personas aquí mencionadas, sean civiles, miembros de las Fuerzas Armadas o Carabineros, puedan entregar más antecedentes que ayuden a reconstituir la verdad y, por consiguiente, la historia.

La Tercera Parte y final del libro enfoca el contexto o marco político en que se dio el golpe de Estado. El Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación trata, analiza y se pronuncia sobre esta materia en el Capítulo I de su texto. En nuestro trabajo, este tema constituye la Tercera Parte y final del libro, por dos motivos principales: primero, no deseamos que el lector se acerque y se compenetre de la lectura de lo acontecido con un marco conceptual ya esbozado o con ideas preconcebidas; segundo, este capítulo, redactado por los miembros de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación en 1990, ha sido ampliamente sobrepasado por nuevos antecedentes entregados en diversos libros.

Citamos rigurosamente, a pie de página, esas obras y hacemos uso, muy especialmente, de las informaciones proporcionadas por la desclasificación de los archivos de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, CIA, los cuales fueron entregados a la publicidad, luego de la detención de Pinochet en Londres.

Indudablemente, este libro no es neutral y, a pesar de que hemos tratado de ser objetivos y precisos, sin duda, en ocasiones la afectividad nos ha invadido. Este ha sido un trabajo lento, nuestro
quehacer en el curso de estos años se ha visto interrumpido por numerosos acontecimientos políticos, culturales, sociales y especialmente en el campo de los derechos humanos: Pinochet detenido en Londres, su regreso, los juicios, querellas, la constitución de la Mesa de Diálogo entre civiles y militares, el descubrimiento de nuevas fosas de cadáveres, la publicación de otros antecedentes, nuevos libros, múltiples declaraciones y pronunciamientos, los debates en torno a la elección presidencial; el resurgimiento de los traumas a causa de las torturas físicas y psicológicas, individuales y sociales, la entrega del informe final de los militares como resultado de la Mesa de Diálogo, la confusión y el desaliento ante la impunidad, la mentira y la soberbia. Por sobre todo, una vez más hemos sido convocados a contener la pena, el dolor, la rabia, la desestructuración de la memoria, de la vida. Muchas veces hemos vacilado. La tragedia instalada en Chile hace más de veintiocho años, nos sigue acechando y por momentos nos inmoviliza. Sin embargo, continuamos optando por el "derecho a saber".

Queremos agradecer a los que nos apoyaron e impulsaron a continuar este trabajo. Son muchos. Pero, en esta oportunidad mencionaremos sólo a los que colaboraron día a día con nosotros: Miria Contreras Bell, testigo de la historia, sobreviviente de La Moneda, madre de un hijo asesinado, exiliada ella y su familia, retornada en silencio para siempre a Chile. Hernán Soto, también sobreviviente de La Moneda, de la Isla Dawson y de la dictadura, riguroso, exigente, silencioso. Víctor Pey Casado, igualmente testigo de la historia, sobreviviente de la guerra civil española, del bombardeo de Tomás Moro, del acoso, del despojo, exiliado y mil veces retornado a Chile y que, a pesar de su amor a esta tierra, es un ciudadano español en este país. Al arquitecto, Miguel Lawner, sobreviviente del golpe de Estado, de la prisión en la Isla Dawson y también del exilio suyo y de su familia: acucioso, fino, respetuoso, su lectura y acotaciones sobre la Isla Dawson nos fueron indispensables, para construir imágenes y recuerdos.

Queremos también expresar un agradecimiento muy especial al personal del Instituto Médico Legal, que nos abrió sus puertas, sus archivos, sus informes.

Por último, debemos reconocer la irrealidad de nuestro proyecto inicial. Cuando ideamos este trabajo, creímos que seríamos capaces de estudiar, conocer y escribir acerca de lo ocurrido en Chile los tres primeros meses que siguieron al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, siguiendo las pautas entregadas por el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación con el método que habíamos ideado. No fue así. Sólo hemos sido capaces de escribir sobre lo que aconteció en un día y no en todo el país, sino exclusivamente en el Palacio Presidencial. Nada más. El caudal de los hechos, las muertes, las desapariciones, las torturas, los nombres, y las historias de unos y de otros, nos desbordó.

Aún así, tenemos la esperanza de que otros, muchos más, retomen este camino, profundicen sobre lo que entregamos ahora, estudien, región por región, lugar por lugar, centro por centro, cárcel por cárcel, revivan a los que no están, dignifiquen a los que sobrevivieron, nombren a los que idearon y ejecutaron los crímenes.

Los autores


Paz Rojas. Médico Neuropsiquiatra. Consejera de la Asociación de Prevención de la Tortura con sede en Suiza y de la Sociedad Internacional de Salud y Derechos Humanos. Premio de Derechos Humanos de la Universidad de Oslo, Noruega, 1998. Desde 1973 ha trabajado en atención a personas afectadas por violación de Derechos Humanos. Actualmente es Presidenta de la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (Codepu).

Viviana Uribe. Investigadora en Derechos Humanos. Varias publicaciones como co-autora en la Serie Verdad y Justicia de la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (Codepu). Ex prisionera política, familiar de detenidos desaparecidos y ejecutado político.

María Eugenia Rojas. Documentalista e investigadora en Derechos Humanos. Secretaria Ejecutiva de la Fundación de Protección de la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia (PIDEE). Publicaciones sistemáticas sobre violación de los Derechos del Niño.

Isabel Ropert. Documentalista e investigadora en Derechos Humanos. Exiliada en Francia, regresó a Chile en 1987. Hermana de Enrique Ropert, ejecutado político el 20 de septiembre de 1973.

Víctor Espinoza. Profesor de Filosofía, especialista en Derechos Humanos y Educación. Secretario Ejecutivo de la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (Codepu). Varias publicaciones sobre violación a derechos humanos en Chile.

Iris Largo. Documentalista en Derechos Humanos. Hermana de Rene Largo Farías, Jefe de Radio de la Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia, quien llegó ese día a La Moneda para estar junto al Presidente Allende y más tarde abandonó el palacio presidencial a solicitud de éste. Asesinado años más tarde en circunstancias aún no aclaradas.


Notas:

1. Las citas corresponden al Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, reedición, Santiago de Chile, 1996.

2. Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), es la continuación de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación creada por Ley 19.123, del 8 de febrero de 1992. Su objeto es la coordinación, ejecución y promoción de las acciones necesarias para el cumplimiento de las recomendaciones contenidas en el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, creada por Decreto Supremo Nº 355, del 25 de abril de 1990.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 11sep03
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