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24ene07
Carrilles y Bosh reclaman al gobierno norteamericano sus derechos como agentes de la CIA.
Dos reconocidos terroristas reclamaron públicamente, en estos días, los derechos a los cuales se consideran merecedores por su vinculación y servicios prestados a los gobiernos estadounidenses.
Se trata de personas ampliamente conocidas en la estructura de poder norteamericana, tanto en la propia Casa Blanca como en los oscuros entretelones de las agencias de inteligencia y de acciones encubiertas existentes en Estados Unidos.
Luis Posada Carriles, protegido durante años por administraciones norteamericanas, parece molesto porque denuncias de Cuba, Venezuela y organizaciones de la región obligaron a mantener abierta una causa judicial en su contra, aunque sea por delitos menores.
A pesar de que el proceso seguido ni siquiera menciona las acciones violentas presentes en su historial con una impresionante cifra de muertes como resultado de ellas, Posada no está nada conforme y se declaró inocente hasta de modestas violaciones migratorias.
Declaraciones suyas y de sus abogados consideran que es imposible aceptar, por ejemplo, cualquier tipo de sanción, por hacer volar en pedazos a un avión comercial cubano con 73 personas a bordo, como hizo en 1976.
Tampoco por el saldo mortífero de la colocación de explosivos en hoteles de La Habana o por la lluvia de acusaciones en Venezuela en casos de tortura y asesinato durante la época en la cual formaba parte de los órganos represivos de ese país.
Esa posición de Posada Carriles tiene una explicación que ha repetido incluso ante la prensa: su subordinación en todo momento a instrucciones de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), a la cual perteneció.
Si hubiera dudas al respecto, un artículo que acaba de publicar en el diario de Miami El Nuevo Herald su socio en esos avatares, el también terrorista Orlando Bosch, confirmó el reclamo, con ribetes de amenaza, hecho por ambos a sus amigos del gobierno.
Bosch incriminó a las autoridades norteamericanas por el enjuiciamiento a Posada y recordó los importantes servicios prestados por ellos a la CIA y a los planes de Estados Unidos contra Cuba y otros países latinoamericanos.
Advirtió a la administración Bush que no debe atemorizarse ante las reclamaciones de justicia por parte de Cuba y Venezuela y se negó a admitir cualquier tipo de ingratitud contra él y Posada por parte de quienes les dieron instrucciones siempre.
Los planteamientos de Bosch, instalado en una residencia floridana tras su indulto por el padre del actual presidente de Estados Unidos, subrayaron implícitamente los muchos secretos que los dos terroristas pueden divulgar si se sienten amenazados en realidad.
Para algunos analistas ese es el trasfondo del proceso seguido a Posada y de la negativa estadounidense, tanto a acceder a la solicitud venezolana de su extradición, como a juzgarlo en su carácter de exponente verdadero del terrorismo internacional.
[Fuente: Prensa Latina, La Habana, 24ene07]
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