EQUIPO NIZKOR |
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06oct06
Tres décadas reclamando justicia para un crimen.
El recuerdo de las 73 víctimas del sabotaje a un avión civil frente a las costas de Barbados en 1976 se agita hoy con renovada fuerza entre los cubanos, quienes 30 años después todavía reclaman justicia. Desde hace días los medios de prensa impresos, radiales y televisivos del país vienen dedicando amplios espacios a recordar el trágico suceso, que conmocionó el corazón de los cubanos y la conciencia de los hombres de buena voluntad de todo el mundo.
Si execrable fue el acto en sí, lo fue tanto más porque a bordo de la aeronave viajaban los integrantes de las escuadras masculina y femenina juveniles cubanas de esgrima, poco antes ganadores de todas las medallas de oro en un torneo regional con sede en Venezuela.
Varios ciudadanos coreanos y guyaneses también perecieron a resultas del sabotaje, que según revelaron documentos posteriormente desclasificados formaba parte de la guerra encubierta que libra Estados Unidos contra la Revolución cubana.
Los probados y confesos autores intelectuales de aquel acto de terrorismo puro, Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, siguen sin pagar su crimen e incluso proyectaron y hasta ejecutaron otros, para indignación y dolor de los familiares de sus anteriores víctimas.
Constituidos en una asociación, estas personas realizan constantes esfuerzos por lograr que los dos terroristas sean juzgados y condenados, único cierre lógico al difícil capítulo difícil que para ellos significa la dolorosa ausencia de sus seres queridos.
Posada Carriles y Bosch siguen bajo la protección de Washington, en lo que las autoridades cubanas consideran como el pago por los servicios que aquellos prestaron a Estados Unidos, así como una forma de garantizar que no revelen historias criminales escritas de común.
Cientos de páginas secretas recién salidas a la luz revelan el grado de colaboración existente entre ambos terroristas y el FBI y la CIA, agencias que incluso llegaron a tener información de que Posada Carriles y Bosch harían estallar un avión.
Ciegos, sordos y mudos ante el complot, ninguno de dichos órganos de espionaje norteamericanos hizo entonces nada por impedir la tragedia. Como nada hace hoy el gobierno de George W. Bush para reparar la injusticia.
Orlando Bosch, también implicado en el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier y en otros crímenes, vive una serena vida de jubilado en Miami, gracias a la venia otorgada por el ex presidente George Bush (padre del actual mandatario).
Luis Posada Carriles, dueño de una historia tanto o más violenta y accidentada, permanece en prisión por entrar de manera ilegal a la Unión, pero con la recomendación de un juez federal de ser liberado.
En más de un año y medio, la Casa Blanca solo hizo risibles esfuerzos por encausarlo, mientras ignora olímpicamente el pedido de extradición interpuesto por Venezuela, donde Posada Carriles debe la causa del avión de Barbados.
Hoy, de modo especial, el pueblo cubano recordará a las víctimas de aquel crimen y nuevamente exigirá justicia, así como el cese del terrorismo contra la isla.
Tales empeños se inscriben en una campaña mundial a favor de la liberación de cinco cubanos presos en Estados Unidos desde hace ocho años por monitorear a sujetos que como Posada Carriles y Bosch llevan en Estados Unidos, como patente de corso, su vocación terrorista.
[Fuente: Prensa Latina, La Habana, Cub, 06oct06]
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