Manual
Manual de Investigación Forense

EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA FORENSE
E.A.A.F.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Durante los años 70, varios países de Sudamérica fueron sacudidos por períodos de intensa violencia y represión. Los ejemplos mejor conocidos son Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Brasil. Durante estos períodos, fueron cometidas graves y masivas violaciones a los derechos humanos, principalmente por el Estado bajo el control de gobiernos militares.

En los primeros años de la década de los 80, estos mismos países entraron sucesivamente en procesos democráticos. El rol del Poder Judicial, que había sido muy limitado o a veces incluso cómplice con los regímenes anteriores, empezó a ser cuestionado y/o redefinido. Era evidente que la administración de justicia necesitaba .fortalecerse para reforzar las nuevas democracias. Inevitablemente, junto con los gobiernos democráticos sobrevino la necesidad de investigar las violaciones a los derechos humanos del pasado reciente. En algunos países, estas investigaciones concluyeron con la prisión de los responsables; en otros casos, a pesar de que las investigaciones se llevaron a cabo. leyes de amnistía permitieron la abolición de la prisión de los responsables.

Argentina volvió a la democracia en diciembre de 1983. El nuevo presidente electo, Dr. Raúl Alfonsín, creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). La Comisión estableció que al menos 9.000 personas habían sido «desaparecidas» bajo el régimen militar anterior (1976-1983). La gran mayoría fueron secuestrados, llevados a centros clandestinos de detención, torturados y seguidamente asesinados por las fuerzas de seguridad entre 1976 y 1978.

Los cuerpos de los «desaparecidos» fueron arrojados desde aviones al mar Argentino o enterrados sin identificación, en fosas individuales y comunes en los sectores para indigentes de cementerios municipales de todo el país. A principios del nuevo período democrático, los jueces comenzaron a llevar adelante exhumaciones en los cementerios conocidos como lugares de entierro de personas desaparecidas. Los familiares de las víctimas tristemente observaron estos procedimientos con la esperanza de encontrar los restos de sus familiares desaparecidos.

Pero estas exhumaciones fueron problemáticas por varias razones. En primer lugar, los médicos legistas a cargo del trabajo tenían poca experiencia en la exhumación y análisis de restos óseos (su práctica profesional, se concentra sobretodo en el análisis de cadáveres). Por lo tanto, estas exhumaciones fueron llevadas a cabo de una manera completamente a-científica. En especial cuando se usaron palas mecánicas, los huesos se quebraron, se perdieron, mezclaron o fueron dejados dentro de las fosas. Como consecuencia, la evidencia que era necesaria, no solo para identificar los restos, sino también para aportar pruebas en los casos que se seguían contra los responsables de estos crímenes, fue destruida. En Argentina, como en la mayoría de los países de Latinoamérica, los expertos forenses son parte de la policía y/o del sistema jurídico. Por lo tanto, durante períodos antidemocráticos, su independencia se encuentra severamente limitada. Por todas estas razones, fue necesario encontrar una alternativa científica a estos procedimientos.

LA CREACIÓN DEL EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA FORENSE (EAAF):

El EAAF fue fundado en 1984 para colaborar en la recuperación, análisis e identificación de las personas desaparecidas en la Argentina. Durante sus primeros años, los miembros del EAAF fueron entrenados fundamentalmente por el Dr. Clyde C. Snow, antropólogo forense norteamericano quien a pedido de la CONADEP y organismos locales de derechos humanos, realizó numerosos viajes a la Argentina.

El EAAF es una organización científica, sin fines de lucro, no gubernamental dedicada a la aplicación de las ciencias forenses -principalmente, de la antropología y arqueología forenses a las investigaciones de violaciones a los derechos humanos. El trabajo se realiza de un modo interdisciplinario en colaboración con profesionales de las áreas de medicina legal, odontología forense, radiología, genética, balística, computación, etc.

Si bien el trabajo del EAAF comenzó y continua en la Argentina, sus miembros actúan hoy como peritos y consultores del poder judicial, de tribunales internacionales y comisiones de la verdad en distintos países del mundo. Desde 1986 el EAAF ha trabajado en gran parte de América Latina, asi como también en algunos países africanos, asiáticos y de Europa del Este

EL TRABAJO DEL EAAF EN ARGENTINA

Normalmente el trabajo del EAAF se divide entres etapas:

1) Investigación Preliminar. Recolección de datos ante mortem de las víctimas en vida y recolección de los datos históricos correspondientes al caso.

2) Recuperación arqueológica de los restos óseos y evidencia asociada.

3) Laboratorio. Análisis de los restos óseos y de la evidencia asociada.

En cuanto a los trabajos realizados en la Argentina, el EAAF comenzó proponiéndose, como objetivo fundamental, la recuperación e identificación de restos óseos de víctimas del terrorismo de Estado imperante en nuestro país entre 1976 y 1983.

El perfil técnico, utilizado por el EAAF, fue modificándose al contacto con la realidad;

el cumplir de una manera exclusiva con las tareas arqueológicas y luego aplicar los conocimientos de la antropología física presupone que alguien, antes de tales trabajos, se ocupó de practicar una investigación de la cual el trabajo específicamente forense es el corolario y ratificación.

Lamentablemente, en la Argentina, esa tarea de investigación de base, con una evidente preeminencia de la investigación histórica, no fue lo suficientemente detallada como para permitir que el EAAF se ocupara sólo de su quehacer técnico específico.

En otras palabras, al no llegar hipótesis concretas y afianzadas de identificación, hubo que plantearse la necesidad de llevar adelante esa índole de investigación. Fue así que el componente histórico comenzó a ser protagonista en la lista de tareas del EAAF. Entonces se generó, más producto de la necesidad que de la previsión, una importante base de datos para los diferentes tipos de fuentes de información histórica, cuya recolección se hacía imprescindible.

Por otra parte, si bien el EAAF se halla investigando el fenómeno de la desaparición en la Argentina desde 1984, recién en los últimos años nos fue posible comenzar a comprender que el proceso represivo que vivió el país durante el ultimo gobierno militar implico la utilización de toda la maquinaria, no sólo represiva sino burocrática, del Estado, Una de las manifestaciones mas importantes de este proceso fue que, contrariamente a lo que se pensó durante mucho tiempo, cuando una persona era secuestrada, luego llevada a un centro clandestino de detención, torturada, y finalmente, en la mayoría de los casos asesinada, una serie de dispositivos burocraticos- administrativos dejaban constancia, por escrito, de algunos de esos pasos,

En especial, hacemos referencia a los procedimientos tendientes a «procesar» el hallazgo de cuerpos en las calles (que fue el destino de las personas desaparecidas que no fueron arrojadas desde aviones al mar). Es decir, que cuando se producía el hallazgo de un cuerpo, la Policía cumplía con casi todos los pasos habituales que se realizan normalmente ante dicha situación, y que se hallan establecidos en procedimientos legales específicas. Es decir, la realización de una instrucción policial y judicial, que implica descripción del hallazgo, toma de fotografías, huellas dactilares, autopsia de! cuerpo, enterramiento en un cementerio e inscripción en el registro civil correspondiente, etc.

Estos procedimientos, que desde hace varios años el EAAF ha ¡do comprobando como bastante habituales, nos daban la pauta que debíamos dirigirnos a organismos oficiales, bajo la órbita del Poder Judicial y del Ministerio del Interior, para recuperar información relativa al hallazgo de cadáveres, en la vía publica, durante los años 1976-1980.

GENÉTICA Y DERECHOS HUMANOS

Uno de los principales objetivos del EAAF es la identificación de las víctimas. En líneas generales, el proceso de identificación es siempre comparativo. Inicialmente, implica comparar la información extraída del análisis de los restos óseos con la información física o antemortem de las víctimas cuando estaban vivas, tales como estatura, sexo, edad al momento de la muerte, fracturas antiguas, información odontológica, etc. Estos datos se obtienen a través de entrevistas con los posibles familiares de las víctimas, médicos y odontólogos que los hayan tratado en vida.

Lamentablemente, dicha información ante mortem es muchas veces insuficiente para identificar los restos. En muchos casos la única instancia posible para llegar a una identificación positiva es la extracción de material genético (ADN) de muestras de huesos o piezas dentarias de restos esqueletarios para compararlo con el ADN obtenido de muestras de sangre o cabello de los presuntos familiares de las víctimas. Esto es particularmente cierto en los países donde las víctimas de violaciones a los derechos humanos son campesinos o población urbana pobre, que tiene muy poco o ningún acceso a la asistencia médica y odontológica y por lo tanto no hay historias clínicas escritas. Por este motivo el EAAF esta tratando de incrementar el acceso a laboratorios donde puedan realizarse análisis genéticos a bajo o ningún costo.

A fines de la década del 80, fue posible técnicamente extraer material genético de hueso. A través del programa de Ciencia y Derechos Humanos de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, con sede en Washington, D.C., EEUU, EAAF se contactó con la Dra. Marie Claire King quien en ese momento dirigía el laboratorio de genética de la universidad de Berkeley. La Dra. King comenzó a procesar muestras en forma gratuita para casos del EAAF. Al mismo tiempo, el EAAF también se contactó con la Dra Erika Hagelberg, de la universidad de Oxford, Inglaterra quien también empezó a procesar muestras para el EAAF. En 1991, se obtuvieron las primeras identificaciones positivas de tres desaparecidos argentinos. Hasta el momento el EAAF ha podidos identificar por vía genéticas desaparecidos en Argentina, Haiti y Etiopia.

En los últimos años, el EAAF ha continuado trabajando con laboratorios extranjeros que donan generosamente sus servicios genéticos en casos de víctimas de violaciones a los derechos humanos. La Dra. Michelle Harvey trabajó durante varios años en el laboratorio de genética de la Universidad de Seattle, Washington con la Dra. King, quien hoy dirige dicho servicio, bajo un programa de ADN y derechos humanos financiado por Physician for Human Rights (Bostón EEUU). Harvey procesó casos de desaparecidos argentinos, etíopes y haitianos con los que EAAF estaba trabajando. La Dra. Marcia Aisenberg de LabCorp, uno de los laboratorios más grandes de los Estados Unidos, procesó casos del EAAF en Haití. La Lie Ana Toft, bióloga argentina trabajando bajo la dirección del Dr. Charles Shaw del departamento de biología de la Universidad de Durham, Inglaterra procesa actualmente casos de Argentina.

Finalmente en Argentina los servicios de Inmunología del hospital Durand en la dudad de Buenos Aires y de Bioquímica del hospital de Clínicas han procesado casos en los que ha trabajado el EAAF.

Lamentablemente, los laboratorios antes mencionados sólo pueden procesar un número muy limitado de muestras. Por esta razón, es imperioso aumentar el números de laboratorios y/o fondos dedicados a procesar muestras de material genético de víctimas de violaciones a los derechos humanos necesidad de aumentar el número de laboratorios donen sus servicios..

Al mismo tiempo, la identificación de restos óseos no se resuelve solamente aumentando el acceso a análisis genéticos. En nuestra experiencia, sigue siendo de fundamental importancia la investigación histórica en cada caso que se investiga. Esto nos dará las posibles identidades de las víctimas y de este modo, los posibles familiares a los que debemos recurrir.

Paralelamente a estos esfuerzos, desde 1998 el EAAF creó un banco de muestras genéticas de familiares de personas desaparecidas. Las muestras se almacenan a la espera de laboratorios que puedan procesarlas y de posibles hallazgos de fosas en el futuro cercano. De este modo, los restos podrán ser identificados aún cuando algunos de los familiares ya no estén presentes.

EL CASO FÁTIMA. UN EJEMPLO DEL TRABAJO DEL EAAF EN ARGENTINA:

El 21 de agosto de 1976, el diario La Opinión publicó la siguiente noticia:

«Temprano en la mañana de ayer, los residentes de la localidad de Fátima, Pilar, provincia de Buenos Aires, escucharon una violenta explosión. Inmediatamente después, trabajadores de una fábrica de ladrillos descubrieron los cuerpos desmembrados de unas 30 personas cerca de unas vías de tren. A las tres de la tarde, el ministerio del Interior lanzó un comunicado de prensa en donde decía que se trataba de treinta cuerpos. Según los testigos, los cuerpos de las víctimas- que se encontraban en un estado casi irreconocible- correspondían en su mayoría a gente joven, muerta por herida de bala, muchos de los cuales tenían sus manos atadas en la espalda. Esa madrugada, los vecinos de la zona dijeron haber escuchado disparos seguidos de una explosión... Otras personas del lugar dijeron que el jueves por la noche observaron la presencia de dos camiones azules con patentes de la Capital Federal, dando vueltas por al zona.... Según fuentes no confirmadas, los autores de la masacre dejaron un cartel sobre los cuerpos que decía que estas personas habían sido asesinadas por ser «extremistas» Diario, La Opinión, 21 de agosto de 1976).

Según el informe forense, se encontraron treinta cuerpos en el lugar, correspondientes a diez mujeres y veinte hombres. Dos de ellos estaban parcialmente desmembrados por la explosión. La Policía tomó huellas dactilares y el cuerpo forense realizó exámenes externos de todos los cuerpos. El registro civil emitió un certificado de defunción para cada uno de ellos en donde figuraban como no identificados. Posteriormente fueron trasladados en un camión del Ejército al cementerio local, donde fueron enterrados en fosas individuales como N.N. Formalmente, se abrió un proceso judicial en Mercedes, localidad cercana, pero en realidad, no se realizó ninguna investigación sobre lo acontecido y el expediente eventualmente se cerró sin nueva información. En 1982, al final del gobierno militar, el caso fue re abierto y el cuerpo forense identificó a cinco de las victimas. Todas ellas eran personas que figuraban en el padrón de desaparecidos de los organismos de derechos humanos locales.

El EAAF comenzó a trabajar en este caso en 1987 a pedido de la organización no gubernamental «Familiares de Detenidos Desaparecidos» de Argentina. El equipo exhumó los cuerpos de las restantes 25 víctimas y analizó sus restos con el fin de clarificar causa de muerte y tratar de identificarlos. Al mismo tiempo, también realizamos una investigación histórica, recolectando toda la información disponible sobre el caso. En particular, nuestra investigación se centró en entrevistas con sobrevivientes y guardias del centro clandestino de detención (CCD) que funcionó durante el ultimo gobierno militar, en la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal en la ciudad de Buenos Aires. Según los testimonios recogidos, la noche del 20 de agosto de 1976 treinta personas fueron retirados de dicho centro en un camión de la policía. Muy posiblemente, estos eran efectivamente las 30 personas cuyos cuerpos habían sido encontrados en Fátima. Esta fue nuestra hipótesis de trabajo inicial. A partir de los testimonios de sobrevivientes que estuvieron secuestradas en ese CCD, el EAAF reconstruyó listas de personas vistas alrededor de esa fecha en dicho lugar y entrevistó a docenas de posibles familiares de las víctimas. Según consta en la investigación judicial, lamentablemente, las huellas dactilares originalmente tomadas de los cadáveres de Fátima, se habían perdido. En la Argentina, todas las personas deben tener por lo menos dos documentos de identidad, para los que se requiere dejar sus huella dactilares en la Policía Federal y en el Registro Nacional de las Personas. Si las huellas extraídas de los cadáveres de Fátima hubieran estado disponibles, podrían haberse comparado con la lista de posibles victimas. Las identificaciones debían hacerse por vía antropológica. Pero la información ante mortem o física de las victimas aportada por los familiares en la mayor parte de los casos era insuficiente para poder identificar positivamente los restos. Lamentablemente, en 1987 la tecnología necesaria para extraer material genético (ADN) de hueso aún no estaba disponible. Por esta razón, en ese momento sólo pudo identificarse los restos de uno de ellos. Se trataba de Alicia Spagnoli de Vera, secuestrada por fuerzas de seguridad en 1976 y vista con vida antes del 20 de agosto en Superintendencia de Seguridad.

El 17 de octubre de 1997, el Dr. Martín Irurzun, presidente de la Cámara Federal de Apelación en lo Criminal y Correccional estableció que el EAAF debía examinar nuevamente los restos de Fátima. Los adelantos en el área genética ya utilizados por el EAAF en colaboración con laboratorios extranjeros en otros casos, brindaba una nueva esperanza para identificar las victimas de ese caso. En marzo de 1998, el EAAF extrajo dos piezas dentarias (molares) de cada uno de los 25 esqueletos recuperados en Fátima, (incluyendo dientes del esqueletos que había sido identificado para utilizarlo también como control) y tomó muestras de sangre de los posibles familiares de las víctimas. Las muestras dentarias y de sangre fueron enviadas a la Licenciada Ana Topf, bióloga argentina que trabaja en el Departamento de Ciencias Biológicas de la universidad de Durham, Inglaterra. Topf es uno de los científicos que realizan análisis de ADN para el EAAF, comparando secuencias genéticas extraídas de las muestras dentarias y de las de sangre para poder identificar a las victimas.

La hipótesis inicial sobre la posible identidad de las victimas mostró ser correcta. Hasta el momento ya se han identificado siete personas mas todas ella vistas en el mismo CCD en fecha similares. Se trata de:

Susana Pedrini de Bronzel y José Daniel Bronzel, ambos de 29 años, arquitectos y profesores en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires. El matrimonio fue secuestrado en Buenos Aires el 26 de julio de 1976 junto con Cecilia Podoisky de Bronzel, quien era la madre de José.

Susana y José fueron vistos en el centro clandestino de detención (CCD) que funcionaba en el edificio de Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal, según los testimonios de distintos sobrevivientes. Los testigos dicen también que ambos fueron «trasladados» a mediados de 1976. Esto significaba, en la jerga de las fuerzas represivas, que los prisioneros eran sacados del CCD para ser ejecutados en otro lugar.

Entre las 40 muestras de sangre de posible familiares de las víctimas del caso Fátima, se encontraban las de la madre y la hermana de Susana y la del hermano de José. Susana fue identificada en el año 1999 y José en el año 2000.

Jorge Daniel Argente, de 20 años, miembro de la Juventud Peronista y trabajador en una clínica. Fue secuestrado el 17 de julio de 1976 en Capital Federa! y también fue visto en el CCD Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal. Fue identificado en el año 2000.

Selma Julia Ocampo, de 36 años, madre de dos niños y trabajadora de una fábrica. Fue secuestrada el 18 de agosto de 1976 en Capital Federal junto con Inés Nocetti. Ambas fueron vistas en el CCD de Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal. El cuerpo de Inés Nocetti fue identificado en 1982. Los restos de Selma fueron identificados en el año 2000.

Rosa Haydee Grullo de Carnaghi, de 53 años y su hija Carmen María Carnaghi. La señora Carnaghi era un miembro reconocido de la rama femenina del Consejo superior Peronista. Su hija se encontraba estudiando el tercer año de la escuela secundaria. Ambas fueron secuestradas el 4 de agosto de 1976 y vistas en el mismo CCD que los otros casos. Fueron identificadas en el año 2000.

Norma Susana Frontini de Diaz, de 19 años, estudiante. Fue secuestrada junto con su esposo, Alfredo Diaz, el 3 de agosto de 1976. No fue vista en ningún centro de detención.

Sus restos fueron identificados en el año 2000.

Las muestras de los esqueletos del caso Fátima continúan siendo analizadas en la Universidad de Durham.

TRABAJOS INTERNACIONALES DEL EAAF: ETIOPIA

Antecedentes

La cantidad y características de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el régimen del Cnel. Mengistu Haile Marian (1974-1991) representa una de las peores registradas en tiempos contemporáneos. Según Amnistía Internacional, «Cientos de miles de personas han sido asesinados en guerras civiles y como resultado de la violencia política. Más de un millón de individuos huyeron del país, escapando no solo del hambre y el baño de sangre sino también de la persecución política, la conscripción militar obligatoria y la relocalización forzada de personas... Miles de prisioneros políticos fueron ejecutados después de juicios sumarios o fraudulentos; miles más 'desaparecieron' de los lugares de detención y fueron secretamente asesinados».

En mayo de 1991, el régimen de Mengistu fue derrocado por el Frente Democrático Revolucionario Etíope (EPRDF) y otros grupos guerrilleros. El Gobierno de Transición que tomó el poder creó la Oficina Especial de la Fiscalía (SPO) de Addis Ababa para investigar y juzgar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el régimen anterior. El país fue renombrado como República Federal Democrática de Etiopía, según la nueva constitución establecida en diciembre de 1994.

El Gobierno de Transición llegó a su fin en marzo de 1995, al realizarse las elecciones generales y en agosto de 1995 tomó el control el nuevo gobierno precedido por el Primer Ministro Meles Zenawi del Frente Democrático Revolucionario Etíope. A mediados de 1995 se realizaron elecciones parlamentarias, consejos federales y asambleas de los estados regionales. La mayoría de la oposición boicoteó estas elecciones, acusando al gobierno de restringir las campañas electorales y la libertad de asociación y expresión.

La participación del EAAF

En 1993, el Centro Presidente Cárter, de Atlanta, Georgia contactó al EAAF para brindar asistencia forense a la Oficina Especial de la Fiscalía de Addis Abeba. En agosto de 1993, dos miembros del EAAF viajaron a Etiopía por dos semanas en una misión preliminar financiada por el Centro Cárter. El objetivo de este viaje fue combinar con la SPO las investigaciones forenses a realizar en una futura misión, realizar inspecciones a distintos posibles sitios de inhumación, mantener reuniones con los distintos grupos de investigadores de la SPO y planear una futura investigación forense sobre los casos investigados por la SPO.

La segunda misión del EAAF a Etiopía tuvo lugar entre el 13 de enero el 26 de abril de 1994. Participaron ocho consultores: Dr, Clyde Snow, como representante, en ese momento, de Physiciansfor Human Rights; Patricia Bernardi, Luis Fondebrider, Carlos Somigliana, Anahí Ginarte y Mercedes Doretti como miembros del EAAF; Claudia Bernardi, como consultora independiente; y José Pablo Baraybar como antropólogo físico independiente invitado por el EAAF.

Cinco expertos locales -Ato Abebe Debosch, técnico en patología; Dr. Tabrun Meles, patólogo; Ato Tekie Magos, arqueólogo; Kelemua Araya, arqueóloga y Ato Gibron Meles del Departamento de Policía- también participaron de la misión.

Esta misión fue organizada por el EAAF y financiada principalmente por el Centro Cárter y el EAAF. Physicians for Human Rights colaboró cubriendo parte de los gastos del Dr. Clyde Snow.

El equipo forense trabajó en dos casos: Hawzein, una pequeña aldea en la norteña región de Tigrey; y en unas fosas comunes ubicadas dentro de un campamento de inteligencia militar cerca de Kotebe, un suburbio de Addis Ababa.

Hawzein: Un caso de crimen de guerra

En Hawzein se realizaron tres excavaciones para determinar la manera y las circunstancias en que fue destruida la ciudad y asesinadas muchas personas. De acuerdo con los numerosos testimonios, el 22 de junio de 1988, aviones de la Fuerza Aérea Etíope bombardearon la ciudad durante seis horas. Era miércoles, día de mercado, y la aldea estaba llena de personas provenientes de toda la región. «En un día normal de mercado, varios miles de personas llegaban a la ciudad para vender y comprar animales, granos, sal. café y otras mercancías. Aunque Hawzein ya había sido atacada en ocho oportunidades para mediados de 1988, a mediados de 1988, los residentes no creían correr serio peligro de un ataque aéreo, porque la zona no estaba bajo control del Frente de Liberación de Tigray (Tigrayan People's Liberation Front, TPLF) y la mayoría de los asistentes al mercado provenían de áreas bajo control del gobierno. A diferencia de las zonas controladas por el TPLF, en donde los mercados se realizaban de noche durante la guerra, el mercado del miércoles en Hawzein continuaba realizándose en horas del día.» (Alex de Vaal. Evil days: Thirty Years if famine and war. Human Rights Watch, NewYork, 1993. (0383) 416pp, ISBN 1-5632-038-3.)

Según los testimonios, el bombardeo comenzó alrededor de las 11:00 a.m. y duró hasta las 4:00 o 5:00 de la tarde, casi hasta el anochecer. Aviones Mig bombardearon la zona del mercado mientras helicópteros, armados con ametralladoras y cohetes, circundaban la zona, persiguiendo a las personas que intentaban escapar.

Muchos de los sobrevivientes describieron «un líquido de fuego» cayendo de los aviones; de acuerdo con Human Rights Watch, presumiblemente podría ser napalm o fósforo.

Según el testimonio de un religioso citado en el informe de Human Rights Watch: «estaba tan oscuro, el humo bajaba sobre la ciudad y parecía de noche. La gente lloraba, confundida e histérica. Había algo que caía del cielo, como goma pero quemaba terriblemente la carne» Otro testigo dice: «...la mayoría de la gente y el ganado estaban siendo quemados por algo que parecía goma. Quemaba mientras caía del cielo y no cortaba como lo hace el metal.»

Gran parte de la ciudad fue destruida durante el bombardeo. Es extremadamente difícil establecer cuanta gente murió, principalmente porque la mayoría de las víctimas provenían de otras regiones y sus cuerpos fueron incluso llevados a sus aldeas o enterrados en fosas comunes en distintos lugares de Hawzein. Organizaciones no gubernamentales que investigaron el caso consideran que entre 1.300 y 2.000 mujeres, hombres y niños murieron durante el ataque.

Durante las excavación se recuperaron restos óseos humanos, junto con fragmentos de proyectiles y explosivos. Los restos fueron trasladados para su análisis al departamento de patología del Hospital Black Lion de la ciudad de Addis Ababa. Un informe forense completo fue realizado para la SPO.

En Tigray, 1988 fue uno de los años más salvajes de la guerra civil. El ejército y la fuerza aérea cometieron atrocidades en una escala sin precedentes. Dado que no se encontraba ningún grupo rebelde en Hawzein y las víctimas fueron civiles, el caso esta siendo investigado por la SPO como un crimen de guerra.

Kotebe: Una Ejecución Extrajudicial Múltiple

A pedido de la SPO, durante marzo de 1994, el EAAF condujo la exhumación de una fosa clandestina, ubicada dentro de una base militar de inteligencia de alta seguridad en el barrio de Kotebe, en las afueras de la ciudad Addis Abeba. La fosa se encontraba en un pequeño bosque dentro de la base y contenía los restos esqueletarios de 30 individuos. Todos excepto uno, presentaban sogas verdes de material sintético alrededor de la región cervical. Mientras se llevaba a cabo la exhumación, la SPO invitó a las autoridades del gobierno, miembros de los cuerpos diplomáticos locales, prensa nacional y extranjera, así como también altos miembros de la Iglesia Ortodoxa, para observar los hallazgos.

La SPO brindó al EAAF una lista con los nombres de 30 individuos que desaparecieron de sus celdas mientras estaban bajo custodia durante el régimen de Mengistu y que se pensaba podrían haber sido enterrados en la fosa. La SPO también localizó a las familias de 15 de estas víctimas. El EAAF entrevistó a los familiares y a ex-prisioneros que estuvieron en cautiverio con las personas desaparecidas. De estas entrevistas se obtuvo información física de las personas que se creían enterradas en Kotebe. Esta información se comparó con los restos exhumados de la fosa. De esta manera fueron identificados positivamente 8 individuos mientras el equipo forense estaba todavía en Addis Abeba/ Addis Ababa. Se tomaron muestras de sangre de los posibles familiares de las víctimas y muestras de dientes de los esqueletos no identificados que fueron analizados por la Dra Harvey en el laboratorio de genética de la Dra. Marie Claire King, en Seattle, Washington. El propósito de este análisis es buscar coincidencias entre el material genético (en este caso ADN mitocondrial) de las muestras de sangre y de dientes. La Dra. Harvey identificó por vía genética positivamente a cuatro individuos más de la fosa de Kotebe.

Área Académica

Desde 1994 el EAAF ha incrementado fuertemente sus presentaciones y seminarios en Argentina e internadonalmente, trabajando no solamente con instituciones académicas sino también con el sistema judicial, medicolegal e instituciones policiales. Desde su creación, el EAAF ha ayudado a introducir la antropología forense como un nuevo campo de la antropología en Argentina y en otros países donde el equipo realiza trabajos forenses. Además, aunque una vez fue vista como una extraña clase de antropología, la antropología forense actualmente es aceptada y definitivamente incorporada en Argentina como un nuevo campo dentro de las ciencias forenses y del sistema médico legal. De este modo, el trabajo del EAAF ha ayudado a incrementar las herramientas de investigación del sistema judicial y en pequeña medida, ha colaborado con una mejor administración de justicia.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 02oct02
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