Carlos Martini
Grupo de Ciencias Sociales
Al final de 1996 la transición se caracteriza por una mayor estabilidad en relación a doce meses atrás. La razón se encuentra en la forma como se resolvió la crisis militar de la última semana de abril. El desplazamiento del Gral. Oviedo terminó con un estado de crónica inestabilidad política, que se convertía en aguda cada vez que emergían tensiones entre el presidente de la República y el ex-comandante del Ejército. A partir de laa constatación de una institucionalidad con menos riesgos de quiebre y retroceso, las notas fundamentales de este año en el plano político han sido las siguientes:
1. Tutelaje externo: el desenlace de la crisis no fue producto de la limitada protesta juvenil ni de la fortaleza de las instituciones, sino de la presión externa. Este acontecimiento mostró que la globalización es más que económica. Sigue un libreto político que en este momento indica la necesidad de ajustarse a un guión democrático. Aquí radicó el error de cálculo del Gral. Oviedo. Este entendió que se enfrentaba únicamente al titular del Ejecutivo y se olvidó de la agenda internacional pautada por Estados Unidos, por la Unión Europea y por el Mercosur, que exigen hoy el sostenimiento de regímenes democráticos. Un golpe militar triunfante en un pequeño país hubiera sido un mal ejemplo regional.
2. Primeras elecciones democráticas: todos los comicios de la transición adolecieron de irregularidades diversas (instrumentalización del Poder Judicial y de las Fuerzas Armadas, padrones sin credibilidad, tribunales electorales parciales, entre otras). Los comicios municipales del 17 de noviembre fueron los primeros en que se cumplieron, casi escrupulosamente, con todos los requisitos para considerarlos los primeros democráticos. Se tiene una Justicia Electoral imparcial, los padrones más limpios de toda nuestra historia, las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial no fueron usados a favor de partido alguno. La alta participación, incluso en términos internacionales, que superó el 80% a nivel nacional y el 91% en Asunción, se explica en parte por el sistema de inscripción (el ciudadano votaba en el mismo lugar donde concurrió a inscribirse, generalmente cerca de su domicilio) y por la alta competencia entre las distintas fuerzas en pugna.
3. Continuidad de la agenda electoral: los factores mencionados se ubican en el plano de los cambios en el régimen político; es el terreno dominante desde que se iniciara la transición en 1989. En gran medida, la transición es una apretada agenda electoral que se extenderá hasta las elecciones generales de 1998. Desde 1989, en casi diez años, la clase política local no habrá pasado un año sin algún tipo de elección (nacionales, municipales, constituyentes e internas). Casi todo el presente año estuvo marcado por este escenario. Resultó relevante el proceso electoral colorado, que culminó el 28 de abril, porque cerró la etapa de crisis abierta en diciembre de 1992, luego de aquellas conflictivas internas entre el actual presidente de la República Juan Carlos Wasmosy, y el actual titular de la Junta de Gobierno, Luis María Argaña.
Las diferentes élites partidarias se preparan en realidad para 1998, considerando a estas municipales como un banco de pruebas. Esto revela que en los próximos dos años las urgencias electorales seguirán marcando el ritmo del proceso político.
4. Protesta social, diálogo difícil: las movilizaciones sociales tuvieron momentos de alta visibilidad pública, pero no alteraron la primacía de lo político en la transición. El tiempo social no consiguió imponer sus prioridades. La segunda gran marcha campesina se llevó a cabo sin incidentes el 15 de marzo; la tercera y la cuarta huelga general se realizaron el 28 de marzo y el 2 y 3 de mayo respectivamente, la última de ellas con notorio menor acatamiento. El 28 de agosto tuvo lugar una jornada de protesta organizada por las centrales sindicales. Las negociaciones entre empresarios, trabajadores y Gobierno no avanzaron substancialmente, siendo el principal escollo el aumento de salarios. Deben destacarse los focos de tensión en las zonas rurales que, hasta el momento, no desembocaron en estallidos graves.
La agudización de las dificultades económicas en la microeconomía lleva a un estado de descontento social, hasta ahora expresado en forma esporádica. La precariedad en las condiciones de empleo de una proporción significativa de la fuerza laboral (incremento de la informalidad en los núcleos urbanos), el hecho de que al menos el 25% de la población tiene problemas de empleo, la pérdida del poder adquisitivo de los pequeños productores del algodón y el deterioro salarial de los trabajadores urbanos, además de la estructura de excesiva concentración de la tierra, configuran un cuadro social de empobrecimiento agudo.
5. La mirada en 1998: las notas expuestas revelan que la transición paraguaya seguirá hasta las elecciones generales de 1998 con la preeminencia del momento electoral. Las elecciones municipales del 17 de noviembre clarificaron las aguas en cuanto a correlación de fuerzas y dejaron algunas lecciones:
a) el Partido Colorado demostró que es un poderoso aparato con profundas raíces socioculturales, cuya vinculación durante décadas con el Estado le ha otorgado la administración de una extendida red de clientelas. Ha realizado una excelente elección, mejorando su desempeño en relación a las elecciones generales de 1993, consiguiendo alrededor del 50% de los sufragios. Inclusive en Asunción, donde presentó una figura con un discurso muy atado a códigos del régimen anterior, consiguió el 45%.
Inmediatamente después del 17 de noviembre se abrió la disputa por las nominaciones para 1998. Por un lado, está la figura de Luís María Argaña, con el control del aparato partidario pero con la derrota en Asunción a cuestas y, por otro lado, el wasmosismo que anuncia la candidatura del Ministro de Educación, Nicanor Duarte Frutos. Un dato interesante es que varios de los intentendes colorados electos pertenecen al wasmosismo. Este último sector intentará presentarse como una versión modernizadora del coloradismo. Se avecina, por consiguiente, una batalla muy fuerte entre el sector que hegemoniza el aparato partidario y que cuenta con un líder de gran ascendencia en liderazgos intermedios y de base, y el que tiene el aparato del Estado. Se repetirá así, en 1998, la competencia de 1992, solamente que en condiciones de mayores garantías democráticas.
b) Aunque el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), principal fuerza de la oposición, aumentó el número de intendencias, en número absoluto de votos apenas se acercó al Partido Colorado. Su crecimiento, por lo tanto, fue insuficiente. Su victoria más resonante la obtuvo en Asunción en alianza con el Partido Encuentro Nacional. Quedó la lección de que dificílmente pueda lograr una victoria en solitario frente al Partido Colorado en 1998. Hasta el momento, la figura la Domingo Laíno es la que sigue apareciendo como el candidato más probable del PLRA.
c) El Partido Encuentro Nacional consiguió resultados magros. El impacto negativo de los mismos se redujo al alcanzar en alianza la victoria en Asunción. En números absolutos estuvo entre el 5% y el 10% de los sufragios a nivel nacional. Ninguna de sus principales figuras ha anunciado aún su candidatura para los comicios generales de 1998.
Esta situación de las fuerzas principales demostró que una alianza es necesaria, pero, por sí sola, insuficiente para producir la alternancia en el Gobierno en 1998. Debe recordarse que liberales y encuentristas se presentaron aliados en 23 localidades el 17 de noviembre y perdieron en 16. Una eventual victoria de la oposición en 1998 dependerá de los candidatos que se presenten, de las estrategias comunicacionales, de las organizaciones electorales y de los recursos económicos.
Se calcula que en 1997 se tendrá casi 1 millón de personas en condiciones de inscribirse al Registro Electoral. Son los nuevos votantes que van llegando. Otro dato significativo es que solamente en Asunción, Central, Alto Paraná e Itapúa estará el 57% del censo electoral. Casi dos de cada tres electores se concentrará en estas cuatro zonas. Asunción, por efecto de los procesos migratorios, perderá peso frente a Central.
Esta configuración electoral nos lleva a observar una mayor preponderancia del voto urbano, electorado menos atado a vinculaciones tradicionales y, por lo tanto, más disputable, insinuándose entonces otro agitado año electoral.
6.Ausencia de una agenda legislativa: el escenario descripto explica -en parte- las dificultades entre bancadas para elaborar un orden de prioridades en la producción legislativa. El Poder Ejecutivo tampoco ha sido pródigo en iniciativas de proyectos de leyes y no hubo un funcionamiento efectivo de los nexos entre los dos poderes. Casi al final de este período faltan leyes fundamentales como el Código Agrario o la nueva Ley del Funcionariado Público, imprescindibles para la reforma del Estado.
7. Hacia dónde vamos? A casi ocho años de la apertura de la transición, el año 1996 reflejó con precisión las fortalezas y debilidades del proceso. Entre las primeras, debe señalarse que, según la forma de resolución de la crisis militar de finales de abril, el sistema político es hoy más estable. El desplazamiento de la figura que se constituyó en la principal amenaza para la transición, disminuyó los riesgos de un corte en la democratización. La transición paraguaya está tutelada desde el exterior, y como país periférico en el orden estratégico, el grado de subordinación a las prioridades de la agenda internacional es alto. En esta coyuntura, la globalización marca la democracia representativa como libreto.
En otros planos, sin embargo, no es la estabilidad la nota predominante. En el ámbito socio-económico es la incertidumbre, la ansiedad y la vulnerabilidad los aspectos que se observan como dominantes. Es interesante introducir aquí el concepto de vulnerabilidad. En toda sociedad se tienen capas o clases sociales integradas al sistema. Son los grupos altos, medio altos y medios. Tienen sus necesidades básicas satisfechas y una minoría de los mismos incluso, vive en la opulencia. En el otro extremo está el mundo de los excluídos, los pobres y los marginales. Ahora bien, de acuerdo a lo expresado por Joaquín García Roca en una publicación del Instituto "Cristianismo y Justicia", vinculado a la Compañía de Jesús, "la vulnerabilidad sería la segunda condición social que se situaría entre la marginalidad y la integración. Lo que es hoy nuevo en los países más desarrollados es el debilitamiento de la zona de integración y el crecimiento de la zona de vulnerabilidad. Esta última tiene los rasgos tanto de la integración como de la marginalidad. En términos aún más concretos, entre la sensación de estar parado y la sensación de haber caído, está la sensación de estar cayendo" (Eco Informativo %. MIAMSI. Diciembre de 1995. Ciudad del Vaticano).
La vulnerabilidad se expresa hoy en la inseguridad ante el deterioro social, el estancamiento económico y la percepción de creciente inseguridad ciudadana. Siete de cada diez paraguayos tienen al menos una necesidad básica insatisfecha. Cerca del 20% de la sociedad sobrevive en la indigencia. Este panorama debe ubicarse en el contexto de una economía estancada.
Es perceptible un aumento de la ansiedad ante la violencia social. Algunos datos revelan que esa percepción tiene base en la realidad. En los primeros seis meses de 1996 se habrían producido más asaltos que en los cinco años anteriores.
8. Escenarios de corto plazo: si se descarta una involución política, las tendencias apuntan a un sistema político caracterizado por los siguientes ejes:
a) Libertades públicas amplias;
b) Afianzamiento de las reglas de la democracia representativa;
c) Continuidad de los altos niveles de corrupción, aunque con mayor combate a la impunidad, considerando el funcionamiento de la libertad de expresión y el desarrollo de ciertos órganos de control como la Contraloría y la Fiscalía, además de la presencia permanente de la Comisión Bicameral de Investigación (CBI) del Congreso;
d) Aceleración del tiempo electoral: hasta 1998 las prioridades reales de la clase política estarán en una nueva y larga campaña electoral. Esto dificulta objetivamente toda política de mediano y largo plazo. Lo urgente prima por sobre lo importante;
e) Deterioro del tejido social con desilusión ciudadana: lejos de los entusiasmos de los primeros meses post-autoritarios, la pauperización de capas amplias de la sociedad, principalmente entre los pequeños productores agrarios, que tiene su correlato en la migración y, por lo tanto, la urbanización de la pobreza, más la falta de perspectivas de cambio llevan a un proceso de deterioro social con apatía cívica, solamente interrumpida en las coyunturas electorales. Un reciente informe del Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos confirma que entre 1991 y 1995 el nivel de pobreza en el sector rural aumentó, y que el 62% de las familias que tienen 4 hectáreas o menos se encuentran en extrema pobreza.