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09sep15
A dos de los normalistas asesinados en Iguala les dispararon a quemarropa, informan los expertos
Los normalistas de Ayotzinapa Julio César Nava y Daniel Solís fueron ejecutados a quemarropa, a 10 o 15 centímetros de distancia, reveló el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) en su informe de seis meses de trabajo.
El experto Carlos Beristáin reveló esta información cuando habló de la exigencia de verdad de padres de familia, a casi un año de la desaparición forzada de sus hijos la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre en Iguala, durante la presentación de sus conclusiones en la Normal Rural.
En un emotivo discurso sobre la desaparición forzada, mencionó que a veces la verdad duele, "cuando uno tiene detalles de cómo mataron a una persona, Julio César Mondragón (el joven al que le desollaron el rostro), por ejemplo. Saber los detalles de esa muerte duele".
El experto no dio detalles, pero el informe indica que el normalista originario del Estado de México, conocido como El Chilango entre sus compañeros, fue visto por última vez a las 11:30 de la noche, huyendo de las ráfagas de balas del ataque de tres hombres vestidos de negro y encapuchados, en la calle Juan Álvarez de Iguala.
Según el estudio forense, el estudiante recibió golpes en el cuerpo como parte de la tortura, murió alrededor de la 1 de la madrugada por traumatismo, más golpes en la cabeza, y fue desollado del rostro postmorten. Su imagen con los huesos de la cara y dientes expuestos, con una mano delgada descansando sobre su estomago circuló ampliamente en redes sociales.
Beristáin también denunció que Daniel Solís y Julio César Ramirez Nava "fueron ejecutados a cañón, a menos de 10 o 15 centímetros de distancia de los disparos a quemarropa, eso duele, pero más duele no saberlo, pero más duele saber una mentira o no saber lo que sucedió".
De acuerdo con la versión reconstruida por el GIEI, los dos normalistas llegaron en las dos camionetas Urvan que salieron de la Normal Rural de Ayotzinapa en la noche a dar apoyo a sus compañeros agredidos a balazos por policías municipales.
Aunque en el ataque se habla de ráfagas, llamó la atención que los dictámenes forenses establecen que los estudiantes fueron muertos a poca distancia. Eso explica porqué el cuerpo de Julio César Ramirez tardó dos días en el Servicio Médico Forense, sin ser reconocido por sus compañeros, su rostro estaba destrozado por los impactos de bala.
"Aunque la verdad a veces de rabia, da coraje, da indignación, ustedes (los padres) nos han enseñado que esa indignación la han sabido canalizar, están aquí con las fotografías de sus hijos, juntos, han dejado su casa su familia durante casi un año, sus trabajos y esa es una historia que creemos que tiene que ser contada, la historia de los familiares también es una historia que debe de ser contada y debe de ser escuchada", destacó el experto, especialista en atención a víctimas.
[Fuente: Por Lourdes Chávez, El Sur de Acapulco, Ayotzinapa, Tixla, 09sep15]
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