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20abr15


Los narcos de la matanza de Iguala controlaban el lucroso tráfico de heroína de Chicago


Como una multinacional eficiente, Guerreros Unidos (GU) plantaba, comerciaba, ganaba y mataba en grande en México y Estados Unidos. Contra su reputación de poca capacidad de planificación, la organización guerrerense llegó a controlar una lucrativa cadena comercial de heroína que se extendía desde los plantíos de amapola en la sierra de Guerrero hasta las calles de Chicago. Ahí, el cartel que asesinó a los estudiantes de Ayotzinapa sembró decenas de miles de dosis de una potente droga que han contribuido a la peor epidemia de muertes por sobredosis que haya visto esta región estadounidense en décadas.

Entre 2013 y 2014, una sola célula del cartel logró llevar a la ciudad de los vientos al menos 183 kilogramos de heroína de alta calidad, con un valor en la calle de hasta 11 millones de dólares. Los transportó en paneles ocultos de autobuses de pasajeros que hacían viajes entre su feudo, en Iguala, y Aurora, un suburbio de Chicago, bajo los nombres 'Agencia de Autobuses Volcano' y 'Autobuses Monarca Zacatecanos', de acuerdo a una copia de la queja judicial 14CR705 interpuesta por la administración antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) en el distrito norte de Illinois, en poder de MILENIO/EL MUNDO.

Sorprendentemente, la célula chicaguense de Guerreros Unidos fue coordinada por solo ocho operadores de la banda criminal, un puñado de mexicanos con celo empresarial que hicieron de la tercera ciudad más importante de Estados Unidos una fuente millonaria de ingresos para financiar sus actividades ilícitas en México, incluso durante las semanas previas y posteriores a la masacre de los normalistas de Ayotzinapa, en septiembre del año pasado. Cuando la banda fue desarticulada, en diciembre, ganaba decenas de miles de dólares por transacción.

"Este caso nos ha mostrado que Guerreros Unidos tiene una presencia importante en Chicago", confirmó Dennis Wichern, agente especial de la DEA a cargo de la división Chicago. "Creo que como todos los carteles que operan en México, los GU han resultado ser buenos en hacer lo que hacen, que es traer drogas a Estados Unidos".

-¿Cómo explicar que una organización como Guerreros Unidos, que parece rural, haya llegado hasta acá?

"Después de 27 años de ser agente de la DEA he aprendido que a veces todo depende de a quién conoces, tus conexiones aquí y allá, los liderazgos de tu organización. Alguien conocía a alguien. Y así es como comenzó".

Contactos importantes

Alguien conocía a alguien: La saga de la célula más exitosa detectada hasta el momento a Guerreros Unidos en Estados Unidos comenzó en agosto de 2013, casi un año antes de que la organización saltara a la atención nacional e internacional con el asesinato en masa de estudiantes de la escuela Raúl Isidro Burgos en Cocula.

Fue entonces cuando, a cargo de Pablo Vega Cuevas, el 'Transformer', una célula de GU se estableció en Chicago. Ahí, "trabajó con varias fuentes para importar grandes cantidades de heroína y cocaína de México a Illinois y coordinó la distribución y la recolección de las ganancias en Chicago a nombre de Guerreros Unidos", según se define en la causa judicial, parte inicial de un juicio penal que arrancará en los próximos meses. Será el primero que emprenda el Departamento de Justicia de Estados Unidos contra el cartel guerrerense.

El caso llegó a oídos de la DEA gracias a un informante que accedió a proporcionar detalles de las operaciones internas de la célula. Durante un año, desde el 20 de agosto de 2013 y hasta el 8 de diciembre pasado, agentes antidrogas contaron con su colaboración y mantuvieron vigilancia constante sobre las comunicaciones de Vega y sus colaboradores. Eran llamadas telefónicas que se hacían desde Chicago y sus suburbios a números telefónicos en México, muchos con la clave de larga distancia (733). Es la de Iguala.

Las llamadas y los mensajes de Blackberry interceptados muestran al éxito que tuvo la célula criminal, que logró inundar Chicago con heroína mexicana de alta pureza. El negocio era redondo: hubo transacciones en las que Vega logró vender su droga en 600.000 dólares de golpe, dinero que era enviado de vuelta a México para comprar más narcóticos. En una operación particularmente prolífica, el transformer llegó a coordinar el transporte de hasta 26 kilogramos de la droga en un solo embarque.

Las escuchas telefónicas están salpicadas de frases que hablan de una bonanza. En una, Vega advierte que es tanta la heroína que está recibiendo que ya se le acumula en distintas bodegas. Es del 5 de junio de 2014, unos días después de que un autobús turístico salido de Iguala llegara a Chicago cargado a tope con varios paquetes de droga.

El 'Transformer' habla con uno de sus lugartenientes y usa el muy guerrerense término primo para ordenarle recoger mercancía con un valor de millón y medio de dólares:

"Primo, ¿puedes llamar a uno de los muchachos para que podamos entregar los 26 floreros y no se nos junten?".

Un cruce de la información judicial estadounidense con las fechas y datos que han salido a la luz tras el caso Ayotzinapa permite deducir que Guerreros Unidos se lanzó a la conquista de Chicago cuando ya tenía una base segura y se había adueñado del Gobierno en Iguala a través de José Luis Abarca, a mediados de 2013. Eran momentos en los que la organización tenía bajo su control directo zonas amapoleras de Guerrero como Tlapa y Chilpancingo y luchaba con Los Rojos en otros puntos de la sierra, como Malinaltepec.

Con una fuente de heroína segura, el grupo criminal se expandió a Illinois justo cuando ese estado vivía un resurgimiento en el consumo de esta droga no visto desde la década de los setenta del siglo pasado. Alguien en la estructura de mando de la agrupación detectó que había clientes potenciales.

Ahí, en una ciudad que Joaquín 'El Chapo' Guzmán llegó a definir como "mi casa", Guerreros Unidos comenzó a competir contra el cartel de Sinaloa por el control de la joya de la corona: la enorme y creciente población de adictos a la heroína en la región de los Grandes Lagos.

La queja judicial, firmada por el agente de la DEA, Adam J. Stachecki, da una idea de cómo Guerreros Unidos logró aprovechar las condiciones locales -una epidemia de adictos-para multiplicar ganancias y fundar un imperio de heroína altamente sofisticado en distintas ciudades de Illinois que, en paralelo al ascenso del cartel, experimentaban un vertiginoso aumento en los casos de sobredosis. Los ecos de esa marejada de heroína aún se resienten ahora.

"En este punto diría que estamos inundados de heroína y que nuestras tasas de sobredosis son astronómicas. Quisiera que la gente entendiera lo que los carteles mexicanos están haciendo aquí", dijo Chelsea Laliberte, directora de Live4Lali, una de varias organizaciones no gubernamentales que han brotado en los últimos años en la región y que están tratando de hacer frente a la crisis de adicción. Su hermano, Alex, murió por abuso de heroína.

Entre otras iniciativas, activistas como ella ahora distribuyen en la calle jeringas con naloxona, un medicamento utilizado para salvar a personas al borde de una sobredosis.

La declaración jurada del agente Stachecki se extiende por más de 130 páginas. En éstas, se detalla paso por paso cómo Guerreros Unidos fue expandiendo sus operaciones, un reflejo estadounidense de su creciente poder en Guerrero. De algunos kilos de heroína que importó en 2013, la organización se graduó a mover varias decenas en 2014.

Del caso se desprende un dato adicional: como una empresa afinada, Guerreros Unidos logró controlar todos los pasos de la cadena productiva de la heroína, desde la siembra, producción y transporte, hasta su distribución a narcomenudistas de Chicago. En cierta medida, el cartel creó una cadena logística que tenía a sus plantíos en un extremo e Illinois en otro.

De una pequeña aldea, a la gran ciudad

Luego de investigarle por más de un año, la DEA encontró que la célula de Guerreros Unidos fundó en 2014 dos líneas de autobuses para llevar a Estados Unidos decenas de kilos de heroína desde Iguala y Guanajuato y repatriar las ganancias obtenidas por su venta. Se trata de 'Agencia de Autobuses Volcano Travel Agency', con sede en Acámbaro y 'Autobuses Monarca Zacatecanos', con supuestas oficinas en media docena de ciudades.

Pese a su conexión con un cartel de la droga, la primera línea de autobuses sigue operando desde Acámbaro, según pudo constatar este diario. "Tenemos salidas a Chicago los miércoles y viernes", confirmó una secretaria contactada vía telefónica. En la página de Facebook en la que se anuncia la empresa, se aprecian solo unas cuantas imágenes de camiones en una calle estadounidense.

La segunda línea, Monarca Zacatecanos, desapareció luego del desmantelamiento de la célula de Guerreros Unidos por parte de la DEA, en diciembre de 2014, cuando Vega y sus cómplices fueron detenidos. La compañía ofrecía "viajes sin escala y trasbordo a Chicago desde Iguala" y desde hace 6 meses no opera, según confirmó un operador turístico en la ciudad de Salina, en Kansas, en donde el camión cargado de heroína solía hacer paradas.

En términos numéricos, lo que la investigación de la DEA deja en claro es que la operación de Guerreros Unidos en Illinois no era tema de improvisación. Entre agosto de 2013 y junio de 2014, el cartel movió 183 kilogramos de heroína, droga que en la calle tendría un valor de entre 8,5 millones de dólares en un cálculo bajo y 10 millones, en uno alto. Es polvo que podía rebajarse cientos de veces, quizá generando hasta el triple de dinero.

La caída de la célula de Chicago de Guerreros Unidos ocurrió en diciembre, dos meses y medio después del asesinato de los normalistas, cuando los gobiernos de México y Estados Unidos lanzaron una ofensiva sobre la organización, responsable de una de las masacres más repudiadas de las últimas décadas. Vega y sus cómplices están siendo acusados de importación de sustancias prohibidas a Estados Unidos. Enfrentan una sentencia que podría ir de 10 a 40 años de prisión.

El negocio de Guerreros Unidos podrá haber comenzado de forma pequeña, pero su impacto forma parte de un fenómeno mayor: la más grande epidemia de heroína que haya visto Estados Unidos en décadas. Para entenderlo, hay que ir a los suburbios de Chicago.

[Fuente: Por Víctor Hugo Michel, Chicago, El Mundo, Madrid, 20abr15]

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