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26sep05


Encuentro con un líder talibán en la frontera paquistaní.


No era la primera vez que me iba a encontrar con un talibán, pero el lugar de la reunión me ponía muy nervioso. Avanzábamos por entre medio de las callecitas del bazaar Andarshar de Peshawar, en la frontera paquistaní-afgana, y allí los extranjeros que buscan información no son bienvenidos. Mi contacto, un periodista paquistaní, me dice que es seguro, que no va a pasar nada en un lugar tan público. Pero siempre puede ser una trampa. A Daniel Pearl, el periodista de The Wall Street Journal decapitado en Karachi por buscar información sobre Al Qaeda lo habían citado en un mercado como éste. Cuando llegamos al lugar, detrás de la mezquita de Mahabat y frente a la plaza de Shinwari, apareció una escalera muy pronunciada y la invitación a entrar a un salón polvoriento iluminado por rayos de sol que entraban a través de una ventana de madera trabajada finamente. Un lento ventilador de techo le daba un aspecto aún más lúgubre al lugar. El portavoz de los talibanes estaba sentado en un rincón bebiendo té verde.

—Tenemos cinco minutos. ¿Qué quiere saber? —me dijo a modo de presentación y tras un breve "salam aleikum" y de murmurar que su nombre era Abdullah Khan, que es para esta zona de Pakistán como un Juan Pérez en el mundo hispano.

¿Cuántos son? ¿Son todos afganos o hay paquistaníes? —fui preguntando mientras el hombre de ojos negros, mediana edad, barba pronunciada y un turbante oscuro, iba respondiendo con cierta parsimonia que uno nunca sabe si es emanada de una sabiduría ancestral o de una pipa de hashish.

—Somos miles y miles. Estamos en todos lados. Los americanos y los europeos nunca pudieron controlar nuestro territorio. Somos incontrolables. Ya lo aprendieron en la historia los griegos, los mongoles, los británicos y los rusos, pero los americanos son muy estúpidos y nunca aprenden de la Historia. Estamos en todos lados, las fronteras no marcan nada acá.

—¿Van a volver a tomar el poder en Kabul?

—Ya tenemos el poder en Kandahar y muy pronto lo vamos a tener también en Kabul y el resto de Afganistán.

—¿Dónde está el mullah Omar, su jefe máximo que escapó cuando comenzó el bombardeo estadounidense?

—En las montañas, cerca de Allah. Y va a volver muy pronto a tomar el poder.

—¿Cuál es la conexión de ustedes con Al Qaeda y Osama bin Laden?

—Osama bin Laden es un hermano que nos ha ayudado mucho y nos sigue ayudando. Junto a él hay otros árabes que vinieron aquí a combatir a los soviéticos y se quedaron con nosotros. Son muy bienvenidos.

—¿Ustedes son parte de Al Qaeda?

—Nosotros somos talibanes afganos.

Abdullah Khan apura el último sorbo de té y uno de los tipos que está a su lado dice que el tiempo se terminó. No hay apelativos. Me levanto y salgo nuevamente al griterío del mercado. Estoy desconcertado y aturdido. No pude anotar nada, no me dejaron. La condición para la entrevista es que no llevara cámaras ni anotara nada. Compro una libretita en uno de los negocios del bazaar y anoto con detalles todo lo que recuerdo de la breve conversación con este representante de los talibanes.

Caminamos rápido para meternos en una moto-taxi que el chofer maneja con los pies (literalmente) y donde me resulta muy difícil acomodarme. El olor terrible que emanan el chofer y la motito hacen el viaje aún más insoportable. Tenemos que llegar al hotel Pearl Continental, donde nos esperan nuestro chofer y una botella de agua mineral. Hace mucho tiempo que un periodista occidental no puede entrevistar a un líder talibán. Había sido una gran oportunidad de escuchar en directo lo que todos sospechan en Asia Central. Los talibanes que impusieron en Afganistán por 5 años el más rígido de los regímenes coránicos que haya visto el mundo en el último siglo y que dieron cobijo a Osama bin Laden y sus campos de entrenamiento de la red terrorista Al Qaeda, se están reagrupando y pueden volver a desestabilizar la región.

Tres días más tarde aparece la prueba de lo que dijo Khan. El diario paquistaní en inglés The News del 11 de setiembre informa que en South Waziristán, una región de la zona tribal autónoma entre las fronteras de Paquistán y Afganistán, se realizó una reunión de talibanes a la que asistieron entre 10.000 y 12.000 lugareños. Fue en el poblado de Shinkai, en el medio de las montañas. Hablaron el líder tribal Maulana Merajuddin y el comandante Baitullah Mahsud, que acababa de firmar un trato de no agresión con el Ejército paquistaní. "La Jihad, la guerra santa, es obligatoria para todos los musulmanes, que deben combatir hasta las últimas conse cuencias a los enemigos del islam", dijo Merajuddin según la crónica del periodista Sailab Mahsud, uno de los pocos testigos en ese lugar vedado para extranjeros.

Del otro lado de la frontera, el afgano, ese mismo día se producía un enfrentamiento entre talibanes y fuerzas de EE.UU. que dejaron al menos 30 muertos y 60 heridos. Las elecciones parlamentarias afganas, una semana más tarde, no aparecen como la solución.

Del lado paquistaní las cosas no están mucho mejor. La coalición de partidos islamistas Muttahida Majlis-e-Amal avanza en las elecciones locales y hace aumentar las dudas sobre el futuro de la dictadura militar de Pervez Musharraf. Ya atentaron cinco veces contra su vida. El 27 de agosto condenaron a la horca a cinco militantes por uno de esos intentos. Dos de los condenados eran soldados y se teme que el Ejército haya sido infiltrado por los extremistas islámicos. La dictadura, que viola los derechos civiles y humanos de los paquistaníes, al mismo tiempo pareciera ser un muro de contención posible a un avance de los islamistas. Pero se trata de una clásica dictadura unipersonal. Musharraf se encargó de deshacerse de cualquier posible sucesor y su desaparición crearía un caos en el país.

Nosotros logramos salir del caos del baazar Andarshar y una hora más tarde, de Peshawar. Estoy aliviado. Logré salir de la entrevista con el portavoz talibán sin mayores problemas. Islamabad, a 180 kilómetros, aparece como una isla de tranquilidad y modernidad. Pero nadie sabe por cuánto tiempo esto va a continuar así.

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 26sep05]

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small logoThis document has been published on 23Nov05 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes.