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01nov10
Alto al tráfico de menores haitianos
Las conmovedoras historias de menores haitianos abandonados y explotados en la República Dominicana sacudió las conciencias. El tráfico de niños y adolescentes se realiza abiertamente y desvergonzadamente a lo largo de la frontera entre Haití y República Dominicana, condenando a miles de jóvenes vidas a años de dolor, pobreza y miseria sin alivio. Hay que detenerlo.
La complicidad de los gobiernos dispuestos a ignorar los abusos contra los miembros más vulnerables de la sociedad agrava el ultraje. No es solamente que no actúen, es que les importa un comino.
Como informaron detalladamente Jacqueline Charles, de The Miami Herald, y Gerardo Reyes, de El Nuevo Herald, la acción tiene lugar bajo las narices de policías y guardias a lo largo de la frontera y en pueblos turísticos donde jóvenes haitianas se prostituyen como medio de ganarse la vida.
Estos guardianes de la ley y el orden están demasiado ocupados recibiendo sobornos o haciendo la vista gorda mientras los contrabandistas pasan niños a través de la frontera sin obstáculos y los entregan para que los exploten sexualmente o los sometan a la esclavitud.
Entretanto, gobiernos e instituciones con el poder de tomar medidas efectivas no están dispuestos a responsabilizarse.
El primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive, reconoció que falta voluntad política para hacer algo. El presidente dominicano, Leonel Fernández, no respondió directamente, pero su oficina dijo en un correo electrónico que el gobierno ha intensificado la seguridad fronteriza, las acusaciones y las sanciones contra los contrabandistas.
Sin duda. Hay leyes escritas, pero son un chiste. Un informe del Departamento de Estado norteamericano de este año concluyó que la República Dominicana "no cumple plenamente con las normas mínimas para la eliminación del tráfico y no está haciendo esfuerzos importantes para lograrlo''.
Este escándalo no es nuevo. Hace tiempo, en el 2002, UNICEF divulgó un informe sobre la existencia de una red transfronteriza en la que participaban "traficantes haitianos o passeurs, choferes dominicanos y soldados del Ejército dominicano''. El informe nunca se hizo público en la República Dominicana, donde una conspiración del silencio asegura que el contrabando de niños siga prosperando.
Y ha prosperado, sobre todo después del horrible terremoto de enero en Haití. Una organización no gubernamental llamada ano Sikse Border Network (RFJS en creole), que mantiene un conteo mensual, contó unos 7,320 niños "traficados ilegalmente'' hasta septiembre. En el 2009, la RFJS contó 900 menores por todo el año.
Las organizaciones privadas que con escasos recursos tratan de ayudar a los niños explotados merecen un reconocimiento por su trabajo, pero no dan abasto con el contrabando de menores cuando a nadie más le importa. Sólo los gobiernos, actuando conjuntamente con Naciones Unidas, pueden tomar medidas efectivas persiguiendo judicialmente la actividad criminal y buscando protección para las víctimas.
La República Dominicana no es un país rico, aunque está mucho mejor que Haití. No puede asumir la responsabilidad de albergar a cada niño haitiano que cruce la frontera, voluntariamente o no. Pero sí puede hacer mucho más por detener el horrible contrabando de menores, y sin duda la comunidad internacional puede dar una mano para garantizar a estos niños la oportunidad de tener una vida decente.
[Fuente: Editorial de The Miami Herald, Miami, 01nov10]
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