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07sep07
Barones de la droga y asesinos buscan el voto
Los activistas de campaña llaman simplemente a su candidato "Manolo". Usan sombreros de cowboys y delantales médicos blancos, mientras caminan por los barrios pobres de la pequeña ciudad guatemalteca de Jutiapa, cerca de a frontera con El Salvador, repartiendo medicinas y atendiendo a los enfermos. Hacen buenas acciones y dicen que Manuel Castillo, un miembro del Congreso guatemalteco, hará lo mismo.
Quieren que los habitantes de la ciudad elijan a Castillo como su próximo alcalde. El candidato mismo es muy cauteloso y tiene buenas razones. "Duerme en diferentes lugares cada noche", dice un activista. Se pide a sus visitantes que dejen el número de sus teléfonos celulares y se les dice que "Manolo lo llamará".
Se cree que el obeso Manolo es el jefe del cartel de Jutiapa, una banda de contrabandistas de cocaína y automóviles. La Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA), le he puesto el ojo desde hace años y su visa de ingreso a ese país fue revocada.
Hace dos años, el Partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), una de las fuerzas políticas más grandes de Guatemala, lo expulsó debido a sus supuestas conexiones con la mafia de las drogas. Pero esto no le importa a Manolo, que se postula ahora como candidato independiente.
"Plata o plomo"
Los pecados capitales rara vez han frustrado carreras políticas en Guatemala. Entre los candidatos a las elecciones presidenciales, parlamentarias y municipales de mañana, domingo, hay políticos que tienen vínculos con asesinatos, tráfico de drogas, robo de autos y contrabando de armas.
Efraín Ríos Montt, 81 años de edad, un ex dictador y líder de secta, que ha sido acusado de genocidio por masacrar a decenas de miles de indígenas mayas en los años 80, tiene también una buena posibilidad de ganar una banca en el Congreso guatemalteco. Los alcaldes, concejales municipales y miembros del Parlamento son más o menos inmunes a procesamientos criminales.
En las pocas ocasiones en que se lleva a juicio a un político, al juez se le somete por lo general a una elección entre "plata o plomo". El enviado especial de Naciones Unidas Philip Alston dice que "Guatemala es un país ideal para los asesinos".
Un total de 49 activistas políticos ya han sido asesinados durante la campaña. El año pasado, cerca de seis mil guatemaltecos tuvieron una muerte violenta. Casi 11 años después del fin de una guerra civil que costó más de 200 mil vidas, el pequeño país centroamericano se está hundiendo nuevamente en una orgía de violencia.
El acuerdo de paz, que contemplaba una reducción en el tamaño de las fuerzas militares y la desmovilización del movimiento guerrillero, nunca se ha implementado plenamente. Incluso para Centroamérica, una región conocida por sus altas tasas de homicidio, Guatemala es una pesadilla.
Muchos ex oficiales militares han formado empresas de seguridad. Hay 120 mil policías privados en el país y es común ver a hombres cargando armas automáticas. Forman escuadrones de la muerte y cazan a niños sin hogar y a criminales jóvenes. Otros trabajan para la mafia de las drogas.
Guatemala es el conducto más importante para las drogas destinadas a México y Estados Unidos. Expertos estiman que hasta el 90% de la cocaína colombiana pasa a través del país, donde la mafia controla las regiones fronterizas. "El crimen organizado ha infiltrado al gobierno", dice Juan Carlos Marroquín. Marroquín, un ex periodista y hoy el principal asesor del político de centroizquierda Álvaro Colom, quien encabeza las encuestas en la elección presidencial junto al general en retiro Otto Pérez Molina, del derechista Partido Patriota.
Triada electoral
A Marroquín lo protegen dos guardaespaldas: el año pasado un grupo de hombres abrió fuego de noche contra su auto y su casa con una subametralladora. Marroquín podría ser el ministro del Interior de Colom, pero las posibilidades de éste han disminuido, ahora que el temor a la violencia ha dado impulso a los conservadores.
De acuerdo a las encuestas, el general Pérez Molina, con su campaña de "mano dura", igualó a Colom en la intenciones de voto. Molina ha dicho que su primer acto oficial será declarar un estado de emergencia y fortalecer a la policía. Sus activistas promueven al candidato con eslóganes como "Todo hombre necesita una esposa, un caballo y un arma".
"Pérez Molina está incitando a la violencia de manera de mostrarse como el salvador de la nación", dice Rigoberta Menchú, ganadora del premio Nobel de la Paz y también candidata a la presidencia. Vistiendo una túnica maya habla desde un camión bajo la lluvia, en la plaza del mercado, en Jutiapa. Sólo un puñado de leales seguidores ha venido a escucharla.
Un auto pasa cerca, emitiendo eslóganes para el candidato narcotraficante Manolo, pero la pequeña y rotunda mujer sigue imperturbable. Cómo indígena, no tiene posibilidad de ganar esta elección, pero tiene planes para el futuro. Su modelo es Evo Morales, el primer Presidente indígena de Bolivia, quien también ganó la Presidencia sólo después de varios intentos. "Los mayas han despertado", dice ella. "Ya no somos la masa electoral irreflexiva de la oligarquía".
En cambio, el candidato Castillo rara vez es visto en público. Sus pocas apariciones de campaña se producen sin aviso previo. Es cuidadoso, después de haber sido implicado en el asesinato de tres parlamentarios salvadoreños y sus choferes, muertos a balazos e incendiados hace cinco meses cerca de Ciudad de Guatemala.
El día del crimen, el hombre detrás de los crímenes llamó supuestamente a Castillo varias veces a su celular. Luego los homicidas fueron a su vez muertos, presumiblemente por asesinos a sueldo.
[Fuente: Por Jens Glüsing de Der Spiegel, Diario La Nación, Santiago de Chile, 07sep07]
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