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01dic05
La CIA sin amigos europeos.
El escándalo de los vuelos de aviones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) por países europeos y la existencia de cárceles furtivas en la región, pone en entredicho la alianza de Washington y la Unión Europea (UE).
La Comisión Europea (CE) debió pronunciarse ante el aluvión de versiones sobre la posibilidad de que la CIA instalara campos de concentración en sus naciones para torturar a sospechosos de terrorismo, en violación de acuerdos vigentes.
Pero ello también pudiera convertirse en una vía indirecta para, de cierta forma, hacer ver a Washington que debe detener la violación abierta de los derechos civiles, bajo el pretexto de la lucha antiterrorista.
El diario británico The Guardian citó registros aéreos de la Administración de Aviación Federal para informar sobre 80 vuelos en el Reino Unido de aviones fletados por la CIA y un centenar en Alemania.
Se calcula que ese órgano de espionaje norteamericano realizó unos 300 vuelos secretos en Europa, con escalas, además, en naciones como España, Noruega, Suiza y Portugal.
La preocupación por ese escándalo llevó al comisario europeo de Justicia, Libertad y Seguridad, Franco Frattini, a anunciar la posible aplicación de sanciones para los estados que albergaron esos centros de detención.
Frattini evocó los puntos seis y siete del Tratado de Niza, firmado a principios de este siglo en esa urbe francesa por los entonces 15 miembros de la UE y las naciones aspirantes.
El funcionario italiano recordó que la medida podría aplicarse por igual a los 25 miembros del bloque regional y a los estados candidatos a integrar la UE, como Rumania y Croacia, que esperan hacerlo en 2007, o Turquía.
Las versiones sobre la realización por aviones al servicio de la CIA de los referidos vuelos, amenazan con dificultar nuevamente los nexos trasatlánticos.
Estados Unidos interpreta a su antojo la Convención de Derechos Humanos de Ginebra, pues por un lado la utiliza para justificar bombardeos, como ocurrió en Yugoslavia en 1999, y por el otro, la ignora cuando se trata de las torturas.
Además, al involucrar a sus aliados, o al menos sus territorios, en los abusos cometidos contra los arrestados, la Casa Blanca pasa por alto todo código de ética en los nexos con la UE, a la cual lleva a revisar acuerdos internacionales.
En ese sentido, el Partido Socialista europeo consideró inaceptable la falta de reacción de los gobiernos del bloque regional sobre la existencia de dichas cárceles y demandó una investigación.
De quedar dudas sobre el resultado de esa pesquisa, la bancada socialista sugirió que la Eurocámara organice su propia indagación sobre la utilización de países europeos, sin importar la opinión de sus gobiernos, para realizar torturas.
Washington parece querer demostrar que cuando se trata de su proclamada lucha contra el terrorismo no existen muchos amigos, con quienes se cuenta poco en la toma de decisiones delicadas, como en el caso de las cárceles secretas.
[Fuente: Prensa Latina, Redacción Central, 01dic05]
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