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22oct12


Nuevo Gobierno georgiano aboga por normalizar relaciones con Abjasia y Osetia del Sur


El presidente georgiano Mijaíl Saakashvili, que sufrió una abrumadora derrota en las elecciones legislativas, empezó a hacer concesiones al ganador de los comicios, el líder opositor Bidzina Ivanishvili.

Al aplicar esta táctica, las autoridades preveían que Ivanishvili cometería algún error con una mayor probabilidad que en caso de que tuviera que jugar en la defensa.

Finalmente los partidarios del presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, han hallado la oportunidad de lanzar una contraofensiva. Amenazaron con celebrar acciones de protesta multitudinarias en respuesta a la declaración de Ivanishvili de que Georgia debe participar en los Juegos Olímpicos 2014, que se celebran en la ciudad rusa de Sochi.

De acuerdo con la manera de pensar anterior, un viaje oficial de los representantes de Georgia a Sochi era posible solo en caso de que Rusia cesase la "ocupación" de Abjasia y Osetia del Sur. Por eso las declaraciones de Ivanishvili fueron la continuación lógica del nuevo rumbo proclamado por sus partidarios respecto a las repúblicas autoproclamadas de Abjasia y Osetia del Sur.

Dinamo de Sujumi como símbolo de reconciliación

Al ganar las elecciones parlamentarias, la coalición opositora Sueño Georgiano, liderada por Bidzina Ivanishvili, proclamó un cambio de rumbo con respecto a Abjasia y Osetia del Sur. En el marco de este es posible cualquier aproximación sin reconocimiento de la independencia de las repúblicas caucásicas.

Paata Zakareishvili, representante del flanco liberal en la coalición de Ivanishvili y postulado para el cargo de ministro de Reintegración de Georgia, confesó en una entrevista concedida a RIA Novosti que ahora Tbilisi debe garantizar a los ciudadanos de Abjasia y Osetia del Sur lo que estos intentaban conseguir luchando contra Georgia y derramando sangre.

"[Garantizar] su seguridad, prosperidad, desarrollo sostenible, la seguridad de sus hijos, su identidad. Si llevan con orgullo los pasaportes rusos que cuestan mucho, ¿por qué estos pasaportes no pueden ser georgianos si se les ofrece más oportunidades para el desarrollo?"

En la historia ya hubo intentos de mejorar las relaciones entre Georgia y las repúblicas autoproclamadas. El ex presidente de Abjasia, Serguéi Bagapsh, que fue elegido para este cargo en 2003 a pesar de que su candidatura no convenía a Moscú, estaba dispuesto a alcanzar acuerdos informales con Tbilisi.

En virtud de estos, las partes tomarían medidas necesarias para que el río Inguri, antigua frontera natural entre la autonomía y el resto de Georgia, dejara de ser la línea del frente. En vez de una discusión inútil del estatus de Abjasia, las partes empezarían a realizar programas conjuntos en el ámbito económico o humanitario.

Mientras, un evento como la participación del club de fútbol Dinamo de Sujumi en el campeonato de Georgia simbolizaría las nuevas relaciones reales entre Tbilisi y Abjasia.

Las autoridades de Georgia podrían demostrar a sus ciudadanos que Abjasia había devuelto al seno de Georgia, aunque de manera no oficial. Abjasia, por su lado, podría hablar con la comunidad internacional no solo por medio de Rusia, que representa su propia visión del desarrollo de los acontecimientos. Mientras, ninguna de las partes asumiría obligaciones formales en virtud de estos acuerdos.

Pero el presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, no quiso arriesgar y no solo porque no le gustara buscar fórmulas de compromiso. Según sus asesores, el mandatario georgiano rechazó esta propuesta porque, en todo caso, Moscú no habría permitido a Bagapsh a realizar esta iniciativa.

En esto había una pizca de verdad y después de que las negociaciones secretas con Tbilisi acabaran con nada, Bagapsh se vio obligado a cambiar de imagen y luchar por considerarse en Abjasia como el político más prorruso.

Ganó esta lucha, pero después de la corta pero intensa guerra entre Rusia y Georgia por Osetia del Sur de 2008 y el reconocimiento de la independencia de Abjasia por Rusia, los abjasos no podían entender cómo su república independiente había podido convertirse, de hecho, en una provincia de Rusia, algo que nadie pedía. La muerte de Bagapsh en un hospital de Moscú, se convirtió en símbolo de la imposibilidad de encontrar salida de esta situación.

Territorio sin la línea del frente

Sin embargo, el modelo propuesto por Bagapsh podría producir una verdadera revolución y no solo en Georgia y Abjasia.

El mundo, que siente vergüenza por su imperfección y que está irritado por las exigencias de mejorarse, vuelve las espaldas a los Estados que lograron la independencia. Los países que forman parte de este mundo son incapaces de tratar a estos Estados como a sus iguales, a pesar de que entienden perfectamente que Alto Karabaj o Abjasia nunca volverían al seno de Azerbaiyán o Georgia respectivamente.

Algunas repúblicas pueden tener suerte gracias al desarrollo de los acontecimientos en la historia, como Kosovo. Otras pueden recibir la independencia porque se ubican en la periferia del mundo, como el Sudán del Sur.

La situación con Abjasia y Alto Karabaj no es así. El reconocimiento de su independencia pondrá fin a la Paz de Westfalia, a la que nadie se apresura a renunciar.

Pero la historia y sus leyes se escriben por si mismas, mediante una acumulación materialista de los indicadores. El modelo que tratan de reanimar hoy por hoy los opositores georgianos, de hecho, establece los pasos hacia una transición hipotética a una nueva calidad.

Los principios son simples y evidentes. Solo es necesario reconocer francamente que lo que desapareció ayer no renacerá mañana. La soberanía ejercida dentro de las fronteras originales de un país es un mito necesario solo para que nadie impida gobernar este país dentro de su territorio.

Desde hace mucho un Estado soberano no contiene sus fronteras sino un territorio que no está dividido por los prejuicios o líneas del frente. Esto es suficiente para sustituir a un Estado anterior.

Solo en este caso los guardias fronterizos y francotiradores abandonarán el río Inguri y entonces las pocas posibilidades de los que fueron expatriados de Abjasia hace 20 años no serán nulas. Abjasia podría sentar el primer precedente entre los países que no tuvieron suerte con el reconocimiento de su independencia.

El precedente se aplaza

Para que un proyecto revolucionario se haga realidad, al menos debe ser formulado. Tanto Sujumi como Tsjinval empezaron a prestar una atención hacia este, aunque es todavía muy frío y cauteloso.

A juzgar por todo esto, la atenuación de la política georgiana para reintegración de Abjasia y Osetia del Sur sirvió de señal de ataque para los partidarios de Saakashvili. Es posible que esta sea la dirección principal de la ofensiva lanzada contra el Sueño Georgiano.

Por otro lado, no se puede excluir que Ivanishvili, y no por casualidad, promueva esta iniciativa políticamente peligrosa a través de los liberales, que aunque se adhirieron a su coalición siguen siendo ideológicamente distintos.

Las perspectivas de esta idea no están muy claras tampoco, porque se trata de un evidente desafío lanzado a Moscú. Georgia no disimula que la normalización de sus relaciones con Abjasia y Osetia del Sur contribuirá a la reducción de la influencia rusa en las repúblicas, a las que se les ofrece una ventana alternativa a Europa que anteriormente fue cerrada herméticamente por las autoridades georgianas.

Además, Tbilisi puede hacer lo que le exigía Rusia durante los últimos cuatro años: dar garantías de seguridad a Abjasia y Osetia del Sur. Hoy en día, Georgia no considera a estas repúblicas como partes con las que se puede sostener negociaciones e insiste en la suscripción del respectivo acuerdo directamente con Rusia. Y esto le permite dar largas.

Pero si los acontecimientos se desarrollan a un ritmo tan rápido, en teoría es posible que Tbilisi y Sujumi lleguen a un acuerdo inesperado para Moscú.

Por ejemplo, Georgia puede convencer a Abjasia de que sus intenciones no son agresivas y esta última puede interesarse por los beneficios de los que gozan en su territorio los militares rusos, que provocan una fuerte irritación de los abjasos.

Pero son solamente hipótesis. La irritación de Abjasia respecto a Rusia no se convertirá en breve en simpatías hacia Georgia. Los factores políticos subjetivos serán más fuertes que las premisas objetivas para cambiar la situación.

En general, el precedente histórico vuelve a aplazarse, aunque la participación del Dinamo de Sujumi en el campeonato de fútbol en Georgia suscitaría un mayor interés de la comunidad internacional hacia este evento.

[Fuente: Por Vadim Dubnov, Ria Novosti, Moscú, 22oct12]

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The Question of South Ossetia
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