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15abr13
Luis Morcillo declara ser el asesino de Santiago Brouard
Han pasado casi tres décadas y finalmente la verdad sale a la luz. El hombre que apretó el gatillo y acabó con la vida del pediatra y ex dirigente de Herri Batasuna, Santiago Brouard, en la tarde del 20 de noviembre de 1984, se confiesa en una entrevista que es el resultado del trabajo del Máster de Investigación de EL MUNDO, dirigido por Antonio Rubio.
"Cuando Santiago Brouard salió de su consulta le pegué dos tiros y después lo rematé en el suelo". Éstas son las escalofriantes revelaciones de Luis Morcillo, autor material de un crimen que fue reivindicado por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL).
Morcillo, que vive aislado intentando pasar página en su conciencia, explica cómo la orden de matar a Brouard la recibió del entonces comandante de la Guardia Civil Rafael Masa, quien pudo haber transmitido a su vez los designios del que era director de la Seguridad del Estado, Julián Sancristóbal.
Acompañado por Rafael López Ocaña, ejecutó la acción y en pago por ello recibieron del Ministerio del Interior la cantidad de 7,5 millones de pesetas.
"Cuando Santiago Brouard salió de su consulta le pegué dos tiros y después lo rematé en el suelo. Salí corriendo, con Rafael López Ocaña, y dejé la pistola en un hueco de la escalera". Este es un relato en primera persona de Luis Morcillo, el asesino del pediatra Santiago Brouard, ex dirigente de Herri Batasuna. El atentado contra una de las cabezas más lúcidas de la izquierda abertzale se cometió en Bilbao el 20 de noviembre de 1984, sobre las 18.20 horas, y fue reivindicado por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL).
Veintiocho años después del asesinato de Brouard, EL MUNDO ha localizado a uno de los autores materiales de esa acción de los GAL, Luis Morcillo. Granadino de origen y "compadre" del ex comandante de la Guardia Civil Rafael Masa, mano derecha de Julián Sancristóbal que por aquellas fechas era director de la Seguridad del Estado, ya ha cumplido 73 años y vive en un pueblo, apartado de toda aquella actividad que le convirtió en un capo de los GAL y más tarde del narcotráfico.
El encuentro entre Luis Morcillo y EL MUNDO se produjo a comienzos de abril, antes de que el asesino confeso de Brouard fuera operado de cataratas, y en presencia de un hombre que estuvo directamente relacionado con los GAL.
Morcillo, acompañado de un café con leche en vaso largo y con diez pastillas que va tomando una tras otra pausadamente, arranca su discurso con una petición de clemencia: "Ante todo quiero pedirle perdón a la familia de Santiago Brouard. Estoy totalmente arrepentido".
Y continúa, tras haber ingerido seis de las diez pastillas, con una confesión directa: "Yo fui el ejecutor, pero se me mandó hacerlo, me obligaron, me forzaron, fue Rafael Masa, mi compadre".
Hay que recordar que los asesinatos de Santiago Brouard (Bilbao, 20 noviembre de 1984) y de Juan Carlos García Goena (Hendaya, 24 julio de 1987) fueron reivindicados por los GAL en el periodo de guerra sucia que se llevó a cabo durante los gobiernos socialistas (con un total de 28 víctimas) y que, además, son los dos únicos atentados de ese grupo parapolicial que hasta ahora, 28 y 25 años después, se mantienen sin autoría material e intelectual.
Morcillo, tras tomarse todas sus pastillas, comienza a dar cuenta de dos pastelitos rellenos de cabello de ángel y empieza a relatar el cómo y el porqué de aquel atentado: "Yo tenía mucha amistad con mi compadre, Rafael Masa, y me forzó en varias ocasiones a hacerlo con Rafael López Ocaña (condenado en 1993 a 33 años por el asesinato de Brouard) y compañía". El asesino confeso desgrana poco a poco aquellos hechos: "Masa me dijo que si no lo hacíamos su jefe lo echaba. Su jefe, seguramente, era Julián Sancristóbal, que era con quien trabajaba en el Ministerio del Interior".
Ahora relata el encargo que le hizo su compadre: "Por lo que más quieras Luis, sube tú y organiza eso como sea, pero hazlo ya de una puta vez, porque me van a echar del Ministerio".
El atentado se ejecutó el 20 de noviembre de 1984, nueve meses después de que los Comandos Autónomos Anticapitalistas (escisión ácrata de ETA) asesinaran al senador socialista Enrique Casas en San Sebastián. Todas las investigaciones periodísticas apuntan a que en esa acción funcionó el ojo por ojo y diente por diente que esgrimió Felipe González en 1983 tras llegar al poder.
Los socialistas del País Vasco quisieron cobrarse la muerte de su compañero Casas, que había sido secretario de Organización del PSE-PSOE, secretario general del PSE-PSOE de Guipúzcoa y miembro del Parlamento Vasco entre 1977 y 1984 (Ver el libro Origen del GAL. Guerra sucia y crimen de Estado, Antonio Rubio y Manuel Cerdán, Editorial Temas de Hoy, 1997).
Morcillo, ya sin pastillas sobre la mesa y tras comerse sus pastelitos, cuenta cuánto le pagaron por aquella acción que después se atribuyeron los GAL: "Me dieron 7,5 millones de pesetas y de esa cantidad tuve que darle 2,5 millones a Rafael López Ocaña. Es decir, que me quedaron 5 millones [30.000 euros]".
Al parecer, y según relata, en el asesinato de Brouard se produjo una estafa interna y alguien del Ministerio del Interior se quedó con una parte importante del dinero que estaba destinado a sufragar el atentado: "Después me enteré de que se libraron 25 millones de pesetas [150.000 euros] para el tema de Brouard, pero yo sólo me llevé cinco". Él sospecha de Rafael Masa.
Morcillo, que se ayuda de un bastón para caminar por sus múltiples dolencias, reflexiona sobre la acción que llevó a cabo en 1984 y sobre la reacción que tendrán los allegados de Brouard tras su confesión y su petición de perdón: "Si yo fuera la familia de Brouard no entendería que después de tantos años el que disparó pidiera perdón, pero quiero decirles que yo sólo apreté el gatillo del arma, lo demás lo hicieron otros".
La confesión se produce después de que en 2003 la Audiencia Provincial de Vizcaya juzgara a José Amedo, Rafael Masa y a él mismo. La Fiscalía solicitó 25 años de cárcel para cada uno de ellos. Pero, mediante sentencia del 25 de junio, se resolvió que los tres quedaban absueltos por falta de pruebas. En esa misma sentencia se recogía que en el atentado contra Brouard había un móvil político, la implicación de "terceras personas" y se resaltó que "hay testigos que han hecho inviable el recto hallazgo de la verdad".
Cinco años después del asesinato, en marzo de 1989, la Guardia Civil detuvo en Alpedrete, cerca de Madrid, a Rafael López Ocaña, el compañero de Morcillo en el atentado contra el ex dirigente de HB. Y de manera automática el compadre, comandante de la Guardia Civil y ex mano derecha del ex director de la Seguridad del Estado, se presenta en la casa de Morcillo y le dice: "Tenemos que irnos de España, han detenido a López Ocaña y van a por ti".
La huida, según la narración que hace Morcillo a EL MUNDO, se produjo a finales de marzo de 1989: "Masa me dijo que nos íbamos ya, hacia Lisboa, y que le habían dado 18.000 dólares para el viaje". En el aeropuerto de la capital portuguesa, Morcillo tuvo que pagar, con los 18.000 dólares que le habían facilitado vía Interior, su billete y el de su compadre, que lo acompañó hasta Venezuela para que no tuviera problemas en su recorrido.
Tras una estancia de un mes en Venezuela, Morcillo se desplazó a Colombia por indicación de su protector. Y allí, el asesino de Brouard se puso en contacto, también por indicación de Masa, con uno de los abogados del jefe del cártel de Cali, el narcotraficante Rodríguez Orejuela: "El abogado de Rodríguez Orejuela, que se llamaba García de apellido, me ayudó y me dio protección. Más tarde me colocaron en su aparato de seguridad y trabajé para ellos".
EL MUNDO ha podido saber que Morcillo, durante el tiempo que estuvo en Colombia, se dedicó al cobro de morosos de la droga que servía el cártel de Cali. A su vuelta a España, en 1996, se dedicó a temas relacionados con el narcotráfico. Como consecuencia, fue detenido en julio de 1997 con un alijo de 100.000 pastillas de éxtasis. Precisamente, el caso Brouard se reabrió tras su arresto.
En marzo de 1999 también fueron detenidos el ex policía José Amedo, Rafael Masa, que había ascendido a teniente coronel de la Guardia Civil, y el ex director de la Seguridad del Estado, Julián Sancristóbal. Todos fueron imputados por su supuesta participación en el asesinato. Finalmente, en junio de 2003, se sentaron en el banquillo de los acusados. Y todos fueron absueltos por falta de pruebas. Hoy, Luis Morcillo reconoce, en exclusiva para EL MUNDO: "Yo fui el asesino material de Santiago Brouard y fui inducido y pagado por Rafael Masa".
Se da la circunstancia de que tanto Morcillo como Masa no podrán volver a ser juzgados por el asesinato, según el derecho fundamental non bis in idem recogido en la Constitución. Ese precepto establece que una misma persona no puede ser juzgada dos veces por un mismo hecho.
[Fuente: Por Antonio Rubio, El Mundo, Madrid, 15abr13. Antonio Rubio es director del Máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización de la Universidad Rey Juan Carlos y Unidad Editorial]
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