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25ago11
La reforma de la Constitución subleva al PSOE y amenaza con romper la disciplina de voto
El goteo de voces críticas en el seno del PSOE contra la reforma de la Constitución para fijar un techo de gasto impulsada por José Luis Rodríguez Zapatero ha dejado paso a un vendaval de descontento que amenaza con dividir en dos a los socialistas y romper la disciplina de voto del partido.
Ex ministros como Josep Borrell, Juan Fernando López Aguilar o Jordi Sevilla; diputados como Antonio Gutiérrez, José Antonio Pérez Tapias, Manuel de la Rocha y Juan Antonio Barrio de Penagos; barones regionales como Tomás Gómez y Guillermo Fernández Vara; alcaldes como Ángel Ros (Lleida); un amplio sector del Partido Socialista de Catalunya (PSC) y hasta el propio Alfredo Pérez Rubalcaba y su equipo de campaña han expresado en las últimas horas, en público y en privado, su malestar hacia una reforma para limitar el gasto público que no comparten ni en el fondo ni en la forma.
Para tratar de controlar el incendio, Rubalcaba ha asumido personalmente las riendas de la negociación con el PP del proyecto de ley de reforma constitucional, tras asegurar ayer que no va a suponer "en ningún caso" recortes sociales. Pero cuando faltan cinco días para que se inicie la tramitación parlamentaria del proyecto que el PSOE y el PP siguen discutiendo contrarreloj, la amenaza de una rebelión en las filas socialistas para forzar un referéndum ha dejado de ser una mera hipótesis. Sobre todo después de que un destacado sector del PSC, encabezado por su portavoz parlamentario, Joaquim Nadal, el alcalde de Lleida, Ángel Ros -uno de los dirigentes con más peso en el partido-, y la corriente crítica Esquerra Socialista haya cuestionado abiertamente la decisión de Zapatero.
"Cuesta mucho de entender que ahora sea fácil lo que durante tantos años ha sido difícil", afirmó ayer Nadal a través de su cuenta en la red social Twitter, en alusión a la incumplida promesa electoral de Zapatero de modificar la Carta Magna para acabar con la discriminación de la mujer en la sucesión a la Corona o transformar el Senado en una Cámara de representación autonómica. "¿Quién ha levantado la veda establecida con la Constitución?", se preguntaba el dirigente del PSC. Ros, por su parte, advirtió de que la reforma constitucional no puede hacerse a costa de "hipotecar el futuro de Cataluña" ni de "reducir su autonomía financiera". Y envió un recado envenenado a los 25 diputados del PSC en el Congreso: que voten la próxima semana pensando, sobre todo, en el autogobierno catalán.
Un "enorme error"
Mucho más radical fue el mensaje de Esquerra Socialista, una corriente crítica del PSC con gran implantación en las bases del partido, que llamó directamente a la rebelión contra Zapatero de todos los diputados socialistas en el Congreso para "obligarlo a rectificar su enorme error" y forzarlo a convocar un referéndum en el que los ciudadanos ratifiquen o rechacen una reforma constitucional "impuesta por Alemania y la derecha europea". Esquerra Socialista considera que la decisión de Zapatero "condicionará el programa electoral" de Rubalcaba y "tendrá repercusión directa" en los presupuestos destinados a sanidad, educación, servicios sociales o pensiones.
La aprobación del proyecto de ley de reforma constitucional está virtualmente asegurada -PSOE y PP suman 321 de los 350 escaños del Congreso, y son necesarios 210 votos para que el proyecto salga adelante-, pero el riesgo de que una parte de los diputados socialistas se salte posteriormente la disciplina de partido y reclame un referéndum no está, ni mucho menos, conjurado. El Gobierno y el PP no quieren ni imaginar ese escenario, que haría imposible la reforma de la Carta Magna antes de las elecciones generales del 20-N. Pero si el 10% de los miembros del Congreso (35 diputados) o del Senado (26 senadores) exige que se celebre una consulta popular en los 15 días posteriores a la aprobación del proyecto de ley, Zapatero estaría obligado a convocarla.
Los diputados de la oposición -salvo el PP- sólo suman 29 escaños, insuficientes para forzar un referéndum. Pero al menos cuatro diputados socialistas ya han amenazado con romper la disciplina de voto. El más explícito fue Antonio Gutiérrez, que aseguró ayer que votará en contra de la reforma de la Constitución. El ex secretario general de CCOO, que ya votó en contra de la reforma laboral del Gobierno, reveló, además, que no repetirá en las listas del PSOE para la próxima legislatura: "Francamente, así no quiero continuar".
El malestar en el PSOE, lejos de ser testimonial, crece día a día y amenaza con desbordarse. Josep Borrell, ex presidente del Parlamento Europeo y ex candidato socialista a La Moncloa -tras vencer a Joaquín Almunia en las primarias-, lo dijo ayer muy claro: "No votaría a favor" de la reforma, que definió como "un sacrificio ritual a las exigencias de la señora Angela Merkel". En su opinión, la modificación constitucional para alcanzar el déficit cero supone "renunciar a un instrumento de la política económica que en algún momento puede ser útil o incluso necesario" debido a las "circunstancias cambiantes de la economía".
[Fuente: Por José L. Lobo, El Confidencial, Madrid, 25ago11]
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