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16abr05
Neus Català, superviviente del campo nazi de Ravensbrück, regresa al escenario del horror.
Pelo corto. Gafas gruesas, los cristales y la montura. Cumplirá 90 años en junio pero el único adjetivo que no casa con ella es el de anciana. Achaques no le faltan, pero parece de roble, condición de quien siempre ha sido luchadora, desde la fundación del PSUC hasta ahora, en que no ceja en el intento de recuperar la memoria de las mujeres que, como ella, pasaron por el infierno nazi del campo de concentración de Ravensbrück (Alemania), donde este fin de semana asistirá a la celebración del 60° aniversario de su liberación.
"En Ravesnbrück se acabó mi juventud el 3 de febrero de 1944". Neus Català llegó a aquel campo después de haber perdido la guerra civil española y de haber continuado la lucha contra el fascismo en la resistencia francesa. Una denuncia a la Gestapo la llevó al campo de exterminio internacional para mujeres tras cinco días de viaje con otras mil detenidas.
Dante no vio nada
"No se puede describir ni por aproximación lo que se siente al traspasar las puertas de un campo de exterminio. No se han inventado palabras para describirlo. Dante no vio nada. En su infierno no pudo imaginar lo impensable".
Después de padecer lo indescriptible, la liberación "para muchos representó una gran alegría. Para mí, nada. No sentí nada. Es muy difícil de explicar. Un vacío total". Luego supo que su marido había muerto. La combatiente no aflojó. Su nueva lucha era por la memoria, la de las españolas que fueron exterminada en el campo. "Para mi es un deber. No sabemos cuantas había. Los ficheros desaparecieron. Sabemos de las deportadas de los países ocupados por los nazis, pero nosotros no hemos podido saber nada porque nuestro Gobierno es el único que no se ocupó de sus ciudadanos. Sólo se preocupó Joan Reventós, embajador en París en los años 80, pero antes, nada. En el consulado estaban los franquistas y aquello era una olla de grillos".
Neus tiene otro recuerdo agradecido para la escritora, también desaparecida --como Reventós--, Montserrat Roig. "Cuando empezó a investigar este tema y a sacar los primeros resultados fue algo impactante, porque había un enorme desconocimiento. Le habían dicho que no había mujeres. Después, gracias a ella, que fue la madre de los deportados, se ha hecho lo que se ha podido".
La libertad
Retorno a la actualidad. La virulenta reacción del PP por la reciente retirada de la estatua de Franco y de otros símbolos franquistas no sorprende a Català. "La derecha no sabe perder. No quiere perder, tiene afán de poder, de dominar, de oprimir".
¿Entonces, esto no tiene remedio? "Yo siempre he dicho que mientras los buenos no salgamos a la calle para superar a los malos, siempre habrá problemas y por eso hemos de luchar y explicar que las experiencias de los hombres se han de guardar para aprender y fortificar. No porque se haya hecho algo bien, uno ya pueda descansar. No, la vida, la libertad, se conquista cada día".
Después de todo lo que ha vivido y todo lo que ha visto Neus, ¿se puede seguir creyendo en la persona? "Sí. Claro que sí. La gente que iba con nosotros, la gente de los sindicatos, esta gente para mí son buena gente, y luego los partidos democráticos, que por poco que hagan también son gente buena. Y Catalunya, aunque sea pequeña, también es buena. La sociedad siempre ha ido a trompicones".
Pero entonces, ¿por qué el hombre no ha aprendido? "No sé. El hombre no aprende de sus experiencias. Por ejemplo, había un deportado que era muy buena persona pero con su mujer no se portaba bien. Yo le pregunté: ¿Y tú has sido deportado? Pero si le estás haciendo a tu mujer el mismo daño psicológico que a ti te hacían los nazis".. ¿Es fácil recordar? "Tengo una película en mi cabeza, en blanco y negro, pero al final, hay flores de colores".
[Fuente: Por Rosa Massagué, El Periódico, Barcelona, 16abr05]
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