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25feb20


ERC aceptó aguar la mesa de diálogo para que Quim Torra no incluyese a ANC y la CUP


La mesa de diálogo ha quedado aguada por el independentismo, que ha preferido una configuración de segundo nivel para ganar tiempo hasta que se celebren las elecciones catalanas, todavía sin fecha pero con el compromiso de Quim Torra de convocarlas. La razón, según explican fuentes del Palau, es que estos días en que se mantenía el misterio sobre quién integraría la parte catalana de la mesa de diálogo, Torra pretendía que estuviesen representadas la ANC, Òmnium y la CUP. ERC se negó, pero al final tuvo que aceptar que hubiese miembros que no fuesen consejeros, con lo que una de sus principales victorias, que fuese una mesa "de Gobierno a Gobierno", ha quedado desvirtuada, pero no por Pedro Sánchez sino por los propios partidos soberanistas.

La delegación catalana queda fragmentada, dividida, con múltiples voces y escasa representación de la Generalitat. Enfrente, un Gobierno de coalición que aparece como un bloque y representado al máximo nivel. Torra encabeza una parte de salida y en un momento de debilidad. Pedro Sánchez, en cambio, lidera la otra con una posición más cohesionada y con más cartas que jugar.

Dejar fuera las entidades no fue la única cesión que hizo Torra durante la cocina de la constitución de este órgano de diálogo. También se ha tenido que abandonar la idea del mediador, tal y como ya apuntaba la portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó. Por tanto, ERC preserva la mesa y Torra renuncia a la mayor parte de sus pretensiones.

Fuentes de JxCAT y de ERC apuestan por que los próximos meses serán solo de tanteo entre las partes, porque no se quiere iniciar unas conversaciones con un 'president' como Quim Torra, de capa caída y que además no volverá a presentarse. Por eso, la clave serán las elecciones catalanas, en las que se verá qué línea independentista se impone en el espacio soberanista: la pragmática de ERC, que implica mantener el autonomismo hasta que sea posible volver a echar un pulso al Estado español, o la línea legitimista de Carles Puigdemont, que aboga por una ruptura y por reponer el Govern depuesto por el 155.

La mesa de diálogo ha quedado aguada por el independentismo, que ha preferido una configuración de segundo nivel para ganar tiempo hasta que se celebren las elecciones catalanas, todavía sin fecha pero con el compromiso de Quim Torra de convocarlas. La razón, según explican fuentes del Palau, es que estos días en que se mantenía el misterio sobre quién integraría la parte catalana de la mesa de diálogo, Torra pretendía que estuviesen representadas la ANC, Òmnium y la CUP. ERC se negó, pero al final tuvo que aceptar que hubiese miembros que no fuesen consejeros, con lo que una de sus principales victorias, que fuese una mesa "de Gobierno a Gobierno", ha quedado desvirtuada, pero no por Pedro Sánchez sino por los propios partidos soberanistas.

La delegación catalana queda fragmentada, dividida, con múltiples voces y escasa representación de la Generalitat. Enfrente, un Gobierno de coalición que aparece como un bloque y representado al máximo nivel. Torra encabeza una parte de salida y en un momento de debilidad. Pedro Sánchez, en cambio, lidera la otra con una posición más cohesionada y con más cartas que jugar.

Dejar fuera las entidades no fue la única cesión que hizo Torra durante la cocina de la constitución de este órgano de diálogo. También se ha tenido que abandonar la idea del mediador, tal y como ya apuntaba la portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó. Por tanto, ERC preserva la mesa y Torra renuncia a la mayor parte de sus pretensiones.

Fuentes de JxCAT y de ERC apuestan por que los próximos meses serán solo de tanteo entre las partes, porque no se quiere iniciar unas conversaciones con un 'president' como Quim Torra, de capa caída y que además no volverá a presentarse. Por eso, la clave serán las elecciones catalanas, en las que se verá qué línea independentista se impone en el espacio soberanista: la pragmática de ERC, que implica mantener el autonomismo hasta que sea posible volver a echar un pulso al Estado español, o la línea legitimista de Carles Puigdemont, que aboga por una ruptura y por reponer el Govern depuesto por el 155.

Hasta que esto no esté claro, no será posible definir la estrategia del independentismo en la mesa. Por lo tanto, hace falta ver qué 'president' sale de las urnas en las elecciones anticipadas en Cataluña. Luego será cuando empiece el diálogo de verdad. Mientras tanto, cada parte irá tomándole la medida a la otra. Según el argumentario que repartió la Generalitat, se trata de "una delegación con el objetivo claro de defender la autodeterminación y la amnistía ante el Estado". Precisamente dos puntos que no están contemplado en las bases de dicha mesa. Por tanto, se trata de que la negociación se prolongue sin romper las conversaciones.

Uno de los temas de estos meses de tiempo muerto será la amnistía, según apuntan fuentes de JxCAT y de ERC. Òmnium ya se reunió ayer con Torra para que esta cuestión se plantee durante los contactos con Madrid. Como es un tema sobre el que no se puede llegar a ningún acuerdo es perfecto para marear la perdiz durante estos meses hasta que haya comicios en Cataluña.

Puigdemont aprovecha

Torra y su vicepresidente, Pere Aragonès, ya han anunciado que no irán a todas las reuniones y que solo se presentarán a firmar los pactos más relevantes. Este vacío ha sido aprovechado por Carles Puigdemont, que desde Waterloo ha querido demostrar que controla la mesa. Torra se ha tenido que comer que las entidades soberanistas quedasen fuera. También que no haya relator. Mientras, Pugidemont ha colocado en la mesa a tres de sus estrechos colaboradores: Elsa Artadi, el 'conseller' de Políticas Digitales, Jordi Puigneró, y el antiguo jefe de gabinete de Puigdemont Josep Rius. Por tanto, con Torra y Aragonès fuera de juego, los puigdemontistas quedan como la gran fuerza soberanista en la mesa.

Por parte de ERC, su alineación resulta más fragmentada. El hombre más fuerte es Josep Maria Jové, encausado por el 1-O en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Jové es una persona de la más estrecha confianza de Oriol Junqueras. Mientras, el 'conseller' de Exteriores, Alfred Bosch, es la cuota republicana de la Generalitat, y Marta Vilalta representa al aparato del partido.

Su ventaja, con la clave electoral, es que, según fuentes de JxCAT, Puigneró va a utilizar la mesa no tanto para llegar a acuerdos sino para proyectarse y darse a conocer como futuro candidato a la Generalitat, tal y como quieren en Waterloo. Con esa perspectiva, ni a Puigneró ni a su mentor desde Bélgica les conviene que se rompa la mesa de diálogo. Otro argumento a favor de que en los próximos meses apenas se producirán avances pero se mantendrá abierto este foro de contactos.

El comodín de Aragonès

Todo esto tiene trampa. Por un lado, que Puigdemont cope la mesa de diálogo da pistas de cómo se quiere imponer en lo que se denomina refundación del espacio posconvergente. Carles Puigdemont no va a dar oxígeno a nadie. Y si alguien duda, que mire la mesa que ha formado.

Pero no es el único con bazas ocultas. Pere Aragonès parece que se retira. Pero ya antes de constituir la mesa de diálogo demostró que tiene capacidad para plantarse en Moncloa y mantener una reunión secreta con Pedro Sánchez para garantizar la constitución de la mesa y la investidura del propio Sánchez. Y en cambio esa opción no la tienen ni Puigdemont ni Torra.

[Fuente: Por Marcos Lamelas, El Confidencial, Barcelona, 25feb20]

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