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07feb18


Dos años para borrar una enfermedad del planeta


Oriol Mitjà tuvo claro ya en los albores de su carrera profesional que sus esfuerzos no irían dirigidos al primer mundo. Quizás por eso, este especialista del Hospital Clínic de Barcelona, de 38 años, se formó como infectólogo y dirigió todos sus esfuerzos a combatir las enfermedades que se ensañan con los más pobres. Guiado por esa vocación, Mitjà aterrizó en 2010 en Lihir (Papúa Nueva Guinea), una pequeña isla perdida en la inmensidad del océano Pacífico donde sus habitantes conviven con la miseria y el pian, una enfermedad bacteriana altamente contagiosa. Afecta sobre todo a niños de entre 5 y 15 años, y se caracteriza por producir úlceras cutáneas que pueden causar deformaciones óseas graves.

Llegó a la isla con un plan ambicioso: erradicar la enfermedad en 2020 con una única pastilla de azitromicina, un antibiótico de modesto coste muy usado en Occidente para curar otitis. El médico catalán adquirió renombre mundial gracias a ese hallazgo, ya que el pian era una enfermedad invalidante con un difícil tratamiento en las islas del Pacífico.

Adiós en 2020

Ahora, ocho años después, este joven investigador, que desarrolla sus trabajos en el Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona -impulsado por la Fundación La Caixa- mantiene ese objetivo inicial aunque replantea la estrategia. Un estudio, dirigido por él y publicado en «The Lancet», demuestra que el actual tratamiento antibiótico validado por la OMS sigue siendo eficaz pero es «insuficiente» y concluye que para que desaparezca definitivamente esta dolencia infecciosa del planeta en 2020 será necesario administrar más de una ronda de tratamiento antibiótico masivo y controlar de cerca posibles resistencias.

En 2012, Oriol Mitjà estableció que una sola dosis de azitromicina era suficiente para curar la enfermedad en niños, lo que sentó las bases de la estrategia de la OMS para erradicarla en 2010. Ahora, la investigación publicada en «The Lancet» demuestra que para lograr ese objetivo deberán administrarse entre dos y tres rondas de tratamiento en intervalos de entre 6 y 12 meses.

Los autores llegan a esta conclusión tras una campaña de administración masiva del antibiótico en Lihir, que llegó al 84 por ciento de la población. Se administró una sola dosis de azitromicina a la población y cada seis meses se hizo un seguimiento serológico y molecular de la muestra para detectar los casos activos de la enfermedad.

«El antibiótico se mostró altamente efectivo pero no logramos el objetivo inicial», señala el investigador principal. En los primeros 18 meses, la prevalencia de esta infección, causada por la bacteria «Treponema pallidum pertenue», disminuyó drásticamente (pasó del 1,8 por ciento al 0,1 por ciento), aunque empezó a resurgir al cabo de 24 meses y a los 42 meses subió al 0,4 por ciento. La mayoría de casos eran personas que no habían tomado el tratamiento masivo, aunque también se dieron algunos importados de otras regiones.

En esta primera experiencia, que duró 42 meses, los investigadores identificaron, por primera vez, cinco casos de resistencia, curiosamente en niños que vivían en el mismo poblado. «Todos presentaban una mutación que hacía que la bacteria que causa la enfermedad fuera resistente a la azitromicina y eran miembros de una misma familia o amigos, lo que nos conduce a pensar que se contagiaron de la misma cepa resistente», dice el investigador, quien señala que esas resistencias «no invalidan la estrategia antibiótica, ya que se resuelven administrando penicilina».

Gracias a la experiencia se evidenciaron, según explica Mitjà, dos problemas en la estrategia: «uno de cobertura» y «otro de resistencias». «El primero se resuelve tratando a todas las personas que residen en las áreas endémicas de pian porque los casos latentes si no se tratan acaban manifestando la enfermedad». En cuanto a las resistencias, la investigación apunta la necesidad de establecer mecanismos de detección de la mutación y cuando ésta se confirme aplicar la penicilina. «La idea es dar la primera ronda de tratamiento a las personas que tengan la infección activa y si al cabo de unos meses vemos que pese a tomar el antibiótico mantienen las úlceras, realizarles un test de diagnóstico para saber si presentan la mutación. Si es así, se les administra la penicilina y ya está», apunta el investigador.

Tres euros por persona

Su nuevo proyecto para reforzar las dosis actuales de antibiótico y poder así ganar la partida final a la enfermedad, presupuestado en 400.000 euros -solo están pendientes de financiación unos 100.000-, arrancará en abril de este año en la provincia de Nueva Irlanda (Papúa Nueva Guinea) y cuenta con una donación de 500.000 dosis de azitromicina gracias a la aportación de Kern Pharma. Respecto a cuántas rondas de tratamiento serán necesarias, el científico catalán precisa que «no sabemos si serán necesarias dos o tres tandas recordatorio. Lo sabremos aplicando modelos matemáticos y observándolo en la muestra. Este proyecto busca, precisamente, identificar cuántas rondas son necesarias para alcanzar el objetivo de eliminación».

Oriol Mitjà recuerda que con una inversión de solo tres euros por persona se garantiza la desaparición de la enfermedad, tiene un mecanismo de acción similar a la sífilis -de ahí que se conozca como sífilis de los niños-, aunque no se contagía vía sexual sino por contacto con la piel. «Un euro y medio sería para las pastillas y el otro euro y medio para su distribución», aclara. El pian provoca 100.000 nuevos casos anuales y es una enfermedad endémica en 14 países.

«Este proyecto refuerza una de las líneas prioritarias del plan estratégico de la Fundación: la investigación. En este caso, se centra en la contribución de científicos que, como Oriol Mitjà, dedican su vida a luchar contra las enfermedades infecciosas y preservar uno de los bienes más apreciados: la salud», indicó ayer el director corporativo de investigación y estrategia de la Fundación Bancaria La Caixa, Àngel Font. Por su parte, el director general del Hospital Clínic de Barcelona, Josep Maria Campistol, recordó que este proyecto reafirma el compromiso de la institución por la salud internacional, la investigación en enfermedades infecciosas y el impulso de proyectos de cooperación.

La nueva investigación liderada por Mitjà, que tendrá una duración de 24 meses, cuenta con el impulso de la Fundación Bancaria La Caixa, y la colaboración de Nautilus Minerals, Newcrest Mining, ISDIN, Kern Pharma, la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament (ACCD), la Fundació Barberà Solidària-Ajuntament Barberà del Vallés y el Hospital Clínic de Barcelona. También ha recibido aportaciones de Dauss Abogados, Club Rotary Mataró, Voluntaris per Arenys de Munt y muchos otros dona

[Fuente: Por Esther Armora, ABC, Madrid, 07feb18]

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