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02sep09
70 años del "mejor poema" de Neruda
El 3 de septiembre de 1939, 2.365 republicanos españoles desembarcaron en Valparaíso. Su viaje a bordo del Winnipeg, un barco fletado por el poeta Pablo Neruda, fue uno de los capítulos más destacados del exilio español tras la Guerra Civil. Esta semana, cuando se cumplen 70 años de su travesía, algunos de los poco más de 200 pasajeros del Winnipeg que siguen vivos, rendirán homenaje al poeta que les ofreció una vida nueva en Chile.
La noche del 2 de septiembre de 1939, el Winnipeg, un viejo carguero francés, atracó en el puerto de Valparaíso.
La mayoría de los 2.365 republicanos españoles que viajaban en él pasó aquella noche en cubierta, con la mirada puesta en los cerros iluminados de la ciudad.
Pero la historia del Winnipeg comienza meses antes, en el invierno de 1939, en los últimos coletazos de la Guerra Civil Española.
Con el ejército republicano en retirada, miles de republicanos, cerca de 500.000 según las cifras oficiales de la época, cruzaron la frontera entre Francia y España camino del exilio.
"La mayoría de estos refugiados fueron confinados en campos de concentración, cercados por alambradas en un invierno especialmente frío, en pésimas condiciones higiénicas y mal alimentados", comentó a BBC Mundo el profesor chileno Jaime Ferrer Mir, hijo de uno de los pasajeros del Winnipeg y autor del libro "Winnipeg: el barco de la esperanza".
Roser Bru, que tenía 16 años en 1939, viajó en el Winnipeg. En los últimos días de la guerra, su padre, diputado en el parlamento catalán, tuvo que huir de Barcelona ante el avance de las tropas franquistas.
"Al huir a Francia dormimos en una casa en el campo. Al abrir los ojos estaba nevando. Después fuimos a Perpignan y a Montpellier. En Francia ya estaban todos preparados para la Segunda Guerra Mundial y nosotros no teníamos papeles", recordó en conversación con BBC Mundo.
El encargo
Las noticias de la derrota republicana y de las condiciones deplorables de los exiliados españoles llegaron a oídos de Pablo Neruda.
El poeta, que había sido cónsul en Barcelona y Madrid, se encontraba en Chile, donde acababa de dirigir la campaña electoral de Pedro Aguirre Cerda, recientemente elegido presidente del país.
"Neruda fue a hablar con Aguirre Cerda y le pidió que lo nombrara cónsul para la emigración española hacia Chile. Y el presidente le hizo un encargo: 'Sí, tráigame millares de españoles, pescadores, vascos, castellanos, extremeños…Tenemos trabajo para todos'", relató Ferrer.
También para Chile eran momentos difíciles y, tras el terrible terremoto de Chillán, en el que murieron más de 30.000 personas, el país necesitaba mano de obra.
Neruda en París
Y con este encargo, Neruda viajó a París.
Allí, el poeta entró en contacto con el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), que comenzó a enviar cartas a aquellos que escapaban de la guerra.
Para llevarlos a Chile, Neruda necesitaba un barco y así es como entró en escena el Winnipeg.
El viejo carguero de la Compañía Francesa de Navegación había servido para transportar tropas en la Primera Guerra Mundial. Aunque ya no estaba acostumbrado a largas distancias ni a tripulaciones de más de 20 personas, en sus bodegas se instalaron literas para más de 2.000 personas.
Preparativos
Poco a poco, los pasajeros fueron acudiendo al puerto fluvial de Trompeloup, cerca de Burdeos. Algunas familias se reencontraron después de años de separación.
"Ésa fue la primera vez que vi a Neruda y a la 'Hormiguita', Delia del Carril, su mujer, que después fue bien amiga mía. Es la imagen que conservo”, rememoró Roser Bru.
José Balmes sólo tenía 12 años en aquel momento, pero no olvidó los muelles junto al Garona:
"Recuerdo que había una casona un poco antigua en la parte del estuario y allí Neruda inscribía a la gente y a veces Delia le corregía y le decía: 'No Pablo, esto está mal escrito'. Yo me pasaba los días dibujando a los pasajeros".
Con el tiempo, Balmes se convertiría en uno de los referentes de la pintura chilena del siglo XX y en 1973 el destino lo devolvería a Francia de nuevo como exiliado, esta vez huyendo del Chile posterior al golpe de Pinochet.
El viaje
Finalmente, el 4 de agosto de 1939, el Winnipeg zarpó rumbo a Valparaíso con 2.365 pasajeros a bordo.
En el barco, dentro de los límites de medios y espacio, se crearon pequeñas rutinas que hicieron más llevadero el viaje.
"Durante la travesía, mi hermana y yo nos ocupábamos de los niños más chicos. Íbamos todo el día de arriba abajo y después dormíamos en la bodega. Allí oías cómo venían las olas. Era como estar adentro mismo de un mar, de una ballena”, recordó Roser Bru.
Un mes y miles de kilómetros más tarde, el Winnipeg llegó a Valparaíso. Pero era de noche y la tripulación tuvo que esperar.
"La bahía estaba iluminada entera y los catalanes decían ‘pero si esto es igual a Barcelona’. Mis padres y yo nos subimos a cubierta y no nos movimos hasta el amanecer", señaló Balmes.
Desembarco y bienvenida
A la mañana siguiente, el 3 de septiembre de 1939, los refugiados españoles del barco de Neruda desembarcaron en Chile.
"La gente nos tiraba rosas y nos daba la bienvenida. Nosotros imaginábamos que aquello era imposible. En la estación de Santiago se calcula que había 70.000 personas esperándonos. Eso es algo que jamás uno va a olvidar", aseguró Balmes.
Para Jaime Ferrer, una anécdota refleja lo que significó aquel momento para muchos de los exiliados:
"Uno de los pasajeros que entrevisté para mi libro me preguntó: '¿Con cuanto dinero crees que llegué a Chile?'. Y dijo: 'con un franco. ¿Y sabes que hice con él? Lo arrojé al mar, para partir de cero'.”
70 años después
La realidad es que la mayoría de los pasajeros del barco comenzó una nueva vida en Chile y jamás regresó a vivir a España.
"Uno, con tantos años, tiene dos tierras. El origen y el exilio, que te da esa otra pertenencia y empiezas a ser de otro lado. Ahora también soy chilena", reconoció Roser Bru.
Esta semana, 70 años después de aquel desembarco, la Fundación Neruda y la Agrupación Winnipeg recordarán al poeta chileno y a los exiliados que rescató de la miseria y de una Europa a las puertas de la Segunda Guerra Mundial.
""En el Palacio de la Moneda se rendirá un homenaje a Neruda y a los españoles que llegaron en el Winnipeg y algunos de ellos arrojarán tierra española sobre la tumba de Neruda en Isla Negra”, apuntó Ferrer.
Cuando apenas sobreviven 200 de los pasajeros, las palabras de Neruda sobre el Winnipeg siguen resonando: "Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie".
[Fuente: Por Pablo Esparza, BBC Mundo, Londres, 02sep09]
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