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19ene21
Marruecos supedita su relación con España a que emule a EEUU en el Sáhara Occidental
Marruecos supedita su buena relación con España a que el Gobierno haga un gesto en la línea trazada por EEUU, que el mes pasado reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, según indican fuentes diplomáticas conocedoras de la relación bilateral. A cambio de ese reconocimiento, Marruecos aceptó establecer relaciones diplomáticas con Israel.
El Sáhara Occidental fue hasta 1975 una colonia que España entregó ese año a Marruecos, los dos tercios, y a Mauritania, un tercio. El Frente Polisario, considerado el representante de la población saharaui, inició entonces una guerra que obligó a Mauritania a retirarse de su porción del territorio, de la que se adueñó Marruecos. En 1991, Rabat y el Polisario alcanzaron, gracias a una mediación de la ONU, un acuerdo que prevé un alto el fuego y un referéndum de autodeterminación de la población saharaui que no se ha celebrado a causa de las trabas puestas por Marruecos.
El ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita, dio el viernes pasado una rueda de prensa en la que instó veladamente a España a seguir la senda de EEUU o, por lo menos, a respaldar la propuesta de solución marroquí, consistente en otorgar al Sáhara una autonomía, pero bajo soberanía marroquí.
Bourita se pasó de sopetón del árabe al francés sin que ningún periodista le hubiera formulado una pregunta en ese idioma durante la rueda de prensa. El ministro se dirigió a la prensa al término de una conferencia virtual, convocada conjuntamente por la diplomacia norteamericana y marroquí, en apoyo a la propuesta de Rabat de otorgar al Sáhara una autonomía limitada.
"Europa debe salir de su zona de confort y seguir la dinámica de EEUU" que reconoce "la soberanía de Marruecos sobre su Sáhara y respalda la autonomía", declaró Bourita en francés, dirigiéndose así al conjunto de la UE. "La posición estadounidense debe de interpelar a Europa", añadió el ministro, que copresidió la reunión con David Schenker, secretario de Estado adjunto para Oriente Próximo de EEUU.
"Una parte de Europa debe de ser atrevida, porque tiene una cercanía con ese conflicto", prosiguió en una clara alusión a España. Después, ante el corresponsal de la agencia EFE, fue más directo: "Hay que preguntarle [a España] por qué no estuvo ahí", recalcó. "Numerosos observadores han constatado que España brilló por su ausencia, lo que lamentó un buen número de diplomáticos marroquíes", subrayó el diario digital 'Le 360', el más afín al palacio real. Francia fue el único país europeo que participó en la conferencia.
Marruecos ya aplazó a febrero, invocando razones sanitarias, la cumbre bilateral con España prevista para el 17 de diciembre, cuya convocatoria había sido solicitada por su jefe de Gobierno, Saaedine el Othmani, y anunciada en Twitter. El mes próximo, tampoco se celebrará esta reunión entre los dos gobiernos.
Hubo dos razones para, en la práctica, cancelar la cumbre hispano-marroquí. La delicada salud del rey Mohamed VI, que padece una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y tiene poca actividad, aunque el 22 de diciembre sí recibió a una delegación norteamericano-israelí encabezada por Jared Kuschner, consejero del presidente Donald Trump.
El palacio real marroquí vincula además la convocatoria de la cumbre a que la diplomacia española haga un gesto con relación al Sáhara. A ojos de Rabat, la posición de España es importante, porque es la antigua potencia colonial. El último dictamen jurídico, redactado en 2002 por Hans Corell, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Jurídicos, considera incluso que España es aún la potencia administradora del territorio, aunque no pueda ejercer. Si España cambiase su postura, podría arrastrar a buena parte de la UE, según creen las autoridades marroquíes.
La negociación entre Rabat, Washington y Tel Aviv para que Marruecos estableciese relaciones con Israel a cambio de que EEUU reconociese su soberanía sobre el Sáhara --ha sido el primer país occidental en hacerlo-- y abriese un consulado en Dajla (antigua Villa Cisneros) empezó a finales del verano pasado.
Fue a partir de entonces cuando se incrementó con fuerza la emigración marroquí hacia Canarias --la mayoría de los 23.000 irregulares que desembarcaron en el archipiélago en 2020 son marroquíes--, que zarpaba sobre todo desde las costas de la antigua colonia que las fuerzas de seguridad dejaron prácticamente de controlar. Algunos diplomáticos españoles se preguntan si Rabat abrió el grifo de la emigración clandestina masiva desde el Sáhara --algo inédito hasta entonces-- para empezar así a presionar a España.
Hasta diciembre, Marruecos no aceptó repatriaciones de sus inmigrantes llegados a las islas. Tras una visita a Rabat, a finales de noviembre, del ministro Fernando Grande-Marlaska, sí empezó a hacerlo, pero con cuentagotas: entre 60 y 80 a la semana, acompañados cada uno por un par de policías españoles en aviones de Royal Air Maroc. El Ministerio del Interior sufraga los billetes de todos ellos y las PCR a las que se someten antes de viajar.
Desde los tiempos en que José Luis Rodríguez Zapatero era presidente del Gobierno, los sucesivos ejecutivos españoles han secundado bajo cuerda la propuesta marroquí de autonomía pese a su escasa credibilidad. La oferta de Rabat, formulada en 2007, no se asemeja ni de lejos a la autonomía de la que gozan las comunidades en España y no prevé además garantías internacionales que obliguen a respetarla.
Decenas de activistas saharauis están encarcelados en el Sáhara y en Marruecos, y otros muchos están sometidos a la censura o a restricciones, lo que no crea un clima propenso para la instauración de una autonomía aceptada por la población indígena. Los informes de las ONG de derechos humanos sobre el Sáhara son demoledores para las autoridades marroquíes.
Las autoridades españolas, sobre todo las socialistas, han tomado estos años iniciativas discretas de ayuda a Marruecos. Luis Planas, embajador de España en Rabat (2004-2010), se ofreció, por ejemplo, a mejorar la propuesta marroquí de autonomía, según revelan los cables de Wikileaks. La diplomacia española saboteó, en 2013 en Naciones Unidas, el intento del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, de ampliar el mandato de la Minurso, el contingente de la ONU desplegado en el Sáhara, para que pudiera vigilar el respeto a los derechos humanos. Los abogados del Estado español han hecho causa común con los de los 'lobbies' marroquíes para enfrentarse en el Tribunal de Justicia de la UE a los del Polisario en los contenciosos sobre la aplicabilidad de los tratados agrícola, pesquero y aéreo al Sáhara Occidental.
En todas sus recientes declaraciones sobre el Sáhara Occidental, la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha insistido en la necesidad de "garantizar el mantenimiento del alto el fuego" en la zona, pero ha omitido recordar que también está pendiente la celebración de un referéndum. En ello sí ha insistido, en Twitter, el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, poniendo así de relieve las desavenencias en el seno del Gobierno.
Rabat aspira, sin embargo, a que la diplomacia española pase del respaldo velado al público, que si no se alinea con EEUU, sí lo haga por lo menos con Francia, que no disimula sus simpatías por la autonomía. Pone así en aprietos al Gobierno de Pedro Sánchez, reacio a modificar la postura de España, pero deseoso de evitar tensiones con el vecino del sur. La presencia de Podemos en el Ejecutivo, muy apegado a la autodeterminación de los saharauis, dificulta también cualquier cambio.
El final de la era Trump ha supuesto una especie de luna de miel entre Marruecos y EEUU. El mismo día en que el Departamento de Estado copatrocinaba la conferencia de apoyo a la autonomía, Trump condecoraba a Mohamed VI con la Legión del Mérito, con el grado de comandante en jefe, "por su visión y su valentía personal de reanudar el contacto con el Estado de Israel". El monarca condecoraba a su vez al presidente norteamericano con el Wissam Al-Mohammadi.
Esta súbita amistad entre la Casa Blanca y el palacio real ha incitado a la prensa marroquí, secundada por parte de la española, a especular con que el Pentágono abriría una base militar en el sur de Marruecos o en el Sáhara y hasta trasladaría hasta allí la de Rota (Cádiz). David Schenker lo desmintió tajantemente en Twitter el 8 de enero. En el Pentágono, se debate más bien sobre trasladar a Rota el Africom, su mando militar para África, cuya sede provisional está hoy en día en Stuttgart (Alemania).
Está por ver si, tras su toma de posesión, el presidente demócrata, Joe Biden, preservará el legado de Trump en el Magreb. Algunos 'pesos pesados' republicanos, como el exsecretario de Estado James Baker o el exconsejero de Seguridad Nacional John Bolton, le han pedido que revierta la decisión de Trump sobre el Sáhara, pero ello implicaría, probablemente, que Marruecos enfriaría su relación con Israel. Por esa razón, es improbable que Biden dé marcha atrás.
[Fuente: Por Ignacio Cembrero, El Confidencial, Madrid, 19ene21]
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