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03jul16


Tercer intento por desenterrar la fosa de Lorca


Se removió la tierra pero no estaban allí. Ni Federico García Lorca, ni el maestro granadino de Pulianas, Dióscoro Galindo, ni los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, fusilados todos en la madrugada del 16 de agosto de 1936. No había rastro de ninguno.

La expectación mediática se apagó y los trabajos se paralizaron. En dos ocasiones se ha violentado la paz de la tierra en busca del poeta y sus compañeros, sin resultado. Pero habrá más.

El tercer intento por encontrar la fosa en la que se pueden encontrar los restos de Lorca está a la espera de recibir el permiso del ayuntamiento granadino de Alfacar, que ha solicitado un informe técnico antes de autorizar los trabajos.

El historiador Miguel Caballero y el arqueólogo Javier Navarro, con apoyo de investigadores de Argentina y el Reino Unido, vuelven a la carga. Los promotores del nuevo intento señalan que su objetivo "no es desenterrar los cadáveres. Nos mueve el interés científico por excavar unas fosas que tienen un gran valor histórico. Por aportar luz a lo que sucedió en Granada en aquellas trágicas jornadas".

Ante quienes piensan que se trata de otro intento a ciegas, Caballero señala que "posiblemente estamos ante la fosa más documentada de España".

"Respeto a la familia Lorca pero ellos tienen que respetarnos a nosotros", manifiesta Nieves García Catalán, hija adoptiva del hijo de Dióscoro Galindo que ha aportado el ADN necesario por si se produce el hallazgo. "Yo sí quiero encontrar a mi abuelo. Se lo debo a mi padre", añade. La CNT, como "familia política" de los banderilleros, también se ha sumado al proyecto. "Se trata de una fosa muy simbólica ya que en ella se encuentran dos anarcosindicalistas que participaron en la resistencia tras el golpe de Franco; un maestro, la profesión más perseguida por los fascistas y, finalmente, García Lorca, asesinado por poeta y homosexual", aseguran desde la central sindical.

En realidad, se trata de un regreso a los trabajos que realizaron entre noviembre de 2014 y febrero de 2015, suspendidos por las adversas condiciones meteorológicas. La excavadora que abría la tierra tuvo que trasladarse para limpiar la autopista A-92, afectada por una intensa nevada. La maquinaria pesada nunca volvió a las inmediaciones del Peñón del Colorado, un paraje a medio camino entre Alfacar y Víznar, donde ya el suelo se había abierto en busca de respuestas.

Caballero y Navarro han aprovechado estos meses para "delimitar aún más la zona" en la que están convencidos de que se encuentran los restos de Lorca y sus compañeros. Con la ayuda del georradar aportado por Francisco García, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia, se ha acotado una superficie de 10 metros por 28, ubicada al oeste de lo que al inicio de la guerra fue campo de entrenamiento de los falangistas granadinos. Allí existían "tres pozos que el antiguo propietario del terreno abrió en busca de agua para su ganado y cuya presencia ha sido confirmada por el georradar", asegura García. Pozos que se utilizaron, según algunos testigos presenciales, como fosas comunes para el enterramiento apresurado de buena parte de los 1.500 fusilados en Granada al inicio de la Guerra Civil. Una de las provincias españolas donde la represión alcanzó cotas inimaginables.

El paraje se encuentra a unos 800 metros del parque García Lorca de la localidad de Alfacar, que en 2009 fue escenario de la primera búsqueda de la fosa de Lorca, iniciada en medio de la expectación general y finalizada en profunda decepción. El lugar había sido señalado por Ian Gibson, hispanista experto en la figura del poeta de Fuente Vaqueros, gracias al testimonio de Manolo, el Comunista, un ex miembro del PCE que cambió de bando y trabajó como enterrador a las órdenes de los falangistas. Este personaje aseguró que había sido testigo presencial de la muerte de Lorca y señaló el emplazamiento de la fosa. El historiador Miguel Caballero desmonta su testimonio: "El Comunista no había sido testigo de nada porque no estaba allí cuando asesinaron a Lorca. Hablaba de oídas".

Caballero y Navarro se basan para sus estudios en los testimonios de decenas de personas relacionadas con la muerte del poeta, recogidos por el periodista y escritor falangista Eduardo Molina Fajardo. Es la conocida como versión falangista del asesinato de Lorca. También se apoyan en el testimonio del general Fernando Nestares García-Trevijano, hijo del capitán José María Nestares que estaba al mando de lo que se conoció como La Colonia, el conjunto de edificios a donde eran trasladados desde Granada los que iban a ser fusilados.

A La Colonia llegó García Lorca la noche del domingo 16 de agosto, a las pocas horas de su detención en casa de la familia Rosales, sus amigos falangistas que le habían acogido después de que sufriera un primer intento de arresto en su domicilio de la Huerta de San Vicente. Allí coincidió con el maestro Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Galadí y Arcollas, a los que no conocía de nada.

Tras un intento de que los cuatro confesaran antes de morir, se les trasladó en camión hasta la zona que los falangistas utilizaban como campo de instrucción. El método de ejecución era siempre el mismo. Se les ponía de espaldas al pelotón de ejecución. En el piquete, integrado por tiradores de élite procedentes de la Guardia de Asalto republicana y voluntarios, se encontraba un pariente lejano de Lorca, Antonio Benavides, quien posteriormente se ufanaría da haberle metido "dos tiros en la cabeza al cabezón". Galadí, que era un valiente, prefirió morir mirando de frente y gritando viva la República. Federico no falleció como consecuencia de los disparos del pelotón, quizá nerviosos porque conocían quién era, y fue rematado por Benavides.

Es en este paraje, ubicado frente al cortijo Los Llanos de Corbera, situado a unos 500 metros del barranco de Víznar, donde Caballero y Navarro van a reanudar los trabajos. El capitán Nestares concretó a Molina Fajardo la ubicación del lugar gracias al testimonio de Manuel Martínez Bueso, un falangista a las órdenes de Nestares: "Llamé a Manolo Martínez Bueso para que vigilara y presenciara la ejecución (…) Me dijo que Federico iba en pijama. Y que les habían matado en el campo de instrucción de las tropas, antes de llegar a Fuente Grande, a la derecha de la carretera según se va a Alfacar, después de pasado el puentecillo...".

El problema es que la zona ha cambiado mucho en estos ochenta años. A finales de 1989 el ayuntamiento de Alfacar inició los trabajos para la construcción de un campo de fútbol y el terreno se allanó con miles de metros cúbicos de arena que ahora hay que retirar. La familia Lorca, que siempre se ha opuesto a los intentos de búsqueda de los restos del poeta, sospecha que el paraje puede ser realmente el lugar donde se encuentre la fosa. Al menos así lo dio a entender la hermana del poeta, Isabel García Lorca, en una carta al entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, en 1997, con la que consiguió que se abandonara el proyecto del campo de fútbol, "una actuación que es una verdadera afrenta a la memoria de lo que allí sucedió".

Con fondos propios, unos 36.000 euros, obtenidos a través de donaciones llegadas del exterior y una campaña de crowdfunding, los investigadores esperan ponerse cuanto antes manos a la obra con la intención de localizar la tumba "por interés científico, ya que en caso de que se encuentre alguna evidencia, serán las familias las que tengan la última palabra", aseguran.

"Si no hubiera sido asesinado junto a Federico, probablemente mi abuelo nunca hubiera tenido nombre y apellido como tiene ahora. Hubiéramos tenido que buscarlo de otra forma", señala Nieves García Catalán.

[Fuente: Por Adolfo S. Ruiz, La Vanguardia, Barcelona, 03jul16]

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