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20oct05


Irún a partir del 36. De la República a la Dictadura.


Ponente: Pedro Barruso (San Sebastián, 1963). Doctor en Historia por la Universidad de Deusto y profesor titular de Geografía e Historia de la UPV. Es autor de varias obras, entre ellas 'Destrucción de una ciudad y construcción de un nuevo Estado: Irún en el primer franquismo'.

Escenario: Sala de conferencias del Centro Cultural Amaia, mañana viernes, a las 19.30 horas.

La recién nacida Asociación Republicana Nicolás Guerendiain inicia su programa de actividades, con una conferencia titulada 'Irún a partir del 36. De la República a la Dictadura', que el historiador Pedro Barruso pronunciará mañana, en el Centro Cultural Amaia. Doctor en Historia y profesor de la UPV, Barruso ha escrito varias obras sobre la historia contemporánea del País Vasco, entre ellas dos estudios dedicados a Irún y Hondarribia. En la actualidad, aborda el proyecto 'Todos los nombres', cuyo fin es crear una base de datos sobre los represaliados del franquismo.

- La Asociación Republicana Irunesa se llama Nicolás Guerendiain. ¿Como historiador, qué le dice este nombre?

- La figura de Nicolás Guerendiain padre está documentada y, de hecho, el libro sobre el republicanismo irunés de Aitor Puche la recoge muy bien. Pero sobre la figura de Nicolás Guerendian, hijo, hay más dudas. Se sabe que fue asesinado al principio de la Guerra Civil, pero su muerte no está aclarada todavía. Tradicionalmente, se ha dicho que fue fusilado en la cantera de Bera de Bidasoa. Sin embargo, la asociación que lleva su nombre ha recabado datos de la familia que indican que fue capturado en Santander y que lo mataron requetés de Irún. Es una muerte que está en la nebulosa, al igual que ocurre con la de otras muchas personas.

- En los últimos años, se está dando un fuerte movimiento, que trata de recuperar esa parte oculta de la historia. Usted participa ahora en el proyecto 'Todos los nombres' ¿Puede explicar en qué consiste?

- Es un proyecto que se está llevando a cabo en toda España para crear una base de datos sobre los represaliados del franquismo. En Gipuzkoa, partimos con 6.000 nombres documentados, pero creo que van a ser muchos más. Espero que para mediados de 2006, la base de datos pueda estar en internet. Es un proyecto ambicioso y muy laborioso, porque sólo es posible trabajando a nivel local, con documentos y testimonios que nos permitan afirmar a ciencia cierta qué fue lo que pasó con las personas. Durante mi visita a Irún, por ejemplo, he quedado con gente de la ciudad, porque es la que conoce lo que ocurrió y con la que puedo cruzar datos. Es la única manera de avanzar. No admitimos nombres sin cotejar o sin documentar. Sería contraproducente.

- ¿Está encontrando dificultades en su investigación? ¿Hay, todavía, miedo a hablar o a recordar?

- Sí, hay miedo y hay muchos problemas. Hay una ingente cantidad de documentos y a veces el papel te desborda. No sabes por dónde empezar ni tienes medios materiales ni humanos para abordar la investigación en el tiempo que desearías. Luego, hay gente que no quiere recordar. Es un mecanismo de defensa. Hay personas que quieren olvidar esos tiempos, aunque puedo asegurar que quedaron muy grabados, porque tengo testimonios de gente muy mayor que recuerda todo perfectamente. Pero la memoria, voluntariamente, sepulta algunas cosas. También el tiempo corre en nuestra contra, porque cada vez quedan menos testigos. Por esa razón, siempre reclamo un poco de apoyo institucional.

- ¿Lo reclama porque no lo ha encontrado?

- Hemos encontrado un interés institucional sesgado. Yo dirigí el equipo de investigación para fundamentar las peticiones de indemnización presentadas a raíz del decreto de reconocimiento de las víctimas del franquismo, por parte del Gobierno vasco. Solamente se sacó una parte y se obvió otra parte. Pienso que el tratamiento ha de ser mucho más global. No es una cuestión económica, ni material es una cuestión de reconocimiento y de recuerdo.

- ¿Como historiador, cree necesario ese reconocimiento?

- Yo creo que sí. Es necesario, primero, por una cuestión de mera humanidad, para saber qué pasó con todas esas personas y dónde están. En segundo lugar, por un mero interés histórico. Es una necesidad costosa y no es políticamente rentable, pero es imprescindible.

- En su conferencia de mañana, va a hablar del Irún de la República a la Dictadura ¿Cómo era el Irún republicano?

- Era una ciudad liberal, republicana, bastante vital desde el punto de vista político y social y próspera. Luego se destruyó por completo. El incendio arrasó lo que era el Irún de los años 30 y se construyó una ciudad nueva, que salió de sus cenizas y que generó la gran ciudad que conocemos ahora.

- Usted ha publicado varios libros sobre esta comarca. ¿De dónde viene su interés por la zona?

- Tengo lazos familiares con la ciudad. Mis abuelos se fueron del Irún ardiendo y todavía tengo familia paterna en Irún. Yo me he criado en Txingudi. Es una relación sentimental y también de amistad con los archiveros de la zona, que son buenos difusores de la cultura y que me han ayudado mucho en mis trabajos.

[Fuente: Diario Vasco, Bilbao, 20oct05]

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