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17oct12
Los recortes se ceban con los drogadictos
Las crisis económicas son siempre un drama social. La 'tijera' en la ayudas suele cebarse con los más desprotegidos. En Madrid, uno de los colectivos que se está viendo más afectado es el de los drogodependientes. Los recortes en esta área hacen peligrar la red de atención que tanto costó desarrollar.
Madrid en los 80 era una ciudad lúdica, frívola y con mucha "marcha". La droga se veía en la calle. Los efectos de la heroína copaban páginas de los periódicos a través de dramáticas historias de muertes prematuras, de cárcel, de exclusión social. Dos décadas después, esta imagen había cambiado. Se había invertido en la lucha contra la droga; se aprobaron planes nacionales, regionales y municipales para combatirla; se había invertido en prevención.
Al final, Madrid consiguió consolidar una red estable de atención a drogodependientes. Ahora, con los recortes desmedidos, muchos temen su desaparición. Solo en la Agencia Antidroga, organismo dependiente de la Consejería de Sanidad del Gobierno regional que fue creado en 1996, se ha reducido diez millones su presupuesto desde 2010 y las subvenciones han sufrido un recorte de más del 60 por ciento.
En 2007, el dinero que la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid destinaban a subvencionar proyectos sociales sumaba más de ocho millones de euros. Cinco años después se ha quedado en poco más de una octava parte (1,2 millones). Joserra García-Albertos, portavoz de Injucam --federación que aglutina a 44 asociaciones juveniles--, considera que la situación es dramática: "La cosa está peor que mal". Y es que hay entidades que se están viendo obligadas a echar el cierre. Otras a cerrar programas. En todas, la situación es peor que hace un lustro y está empezando a cundir el desánimo. Los mayores recortes se focalizan en las partidas de prevención.
La principal consecuencia, además de la destrucción de empleo, es, sin duda, "la desatención de un colectivo que lo está pasando mal", dice García-Albertos. Y es que en los últimos meses los cierres que se producen en el sector no cesan. Destaca el de la 'narcosala' de Las Barranquillas (a finales del año pasado) o el de la Comunidad Terapéutica El Batán (en febrero). También se sabe que habrá centros que no renovarán su contrato el próximo mes de enero, como el de la calle de Antonio López, gestionado hasta ahora por Proyecto Hombre, o los de las calles de Doctor Santero y avenida de Moratalaz, gestionados por Cruz Roja. "Si cierras un Centro de Atención Integral a Drogodependientes (CAID), evidentemente, volverán los toxicómanos al barrio", sentencia el portavoz de Injucam.
¿Regresará entonces el drama a la calle? ¿Se incrementará la conflictividad social? ¿Qué pasará a medio o largo plazo? La mayor parte de fuentes consultadas coinciden en su respuesta: Madrid, efectivamente, retrocederá a los 80, "sobre todo en los barrios más vulnerables". El sacerdote Jaime Garralda, que lleva toda la vida trabajando contra la drogodependencia, lo tiene claro: "Si esto sigue así volveremos a la época de los atracos, a que 'se vea' la droga. Si al drogadicto le echas, se quedará en la calle. Y en la calle tendrá que robar".
Las administraciones públicas, sin embargo, niegan rotundamente que vayan a quedar enfermos desatendidos y alegan que serán reubicados en otros recursos. "Aunque esto sea así, y la atención no desaparezca completamente, bajará la calidad asistencial", indica Encarnación Pámpanas, portavoz de la Federación Madrileña de Asociaciones para la Asistencia al Drogodependiente y su Familia (FERMAD). "La atención no puede ser igual en un centro que cuenta con 500 que con 1.000 usuarios", añade Pámpanas y pone un ejemplo: "En Carabanchel va a cerrar un taller de mantenimiento con metadona que daba servicio a 30 personas. Son 30 personas que quedarán desatendidas".
Para la secretaria de Políticas Sociales de UGT-Madrid, Ana Sánchez de la Coba, "los recortes están siendo tan bestiales que la gente quedará desatendida, volverá a la calle, habrá más robos y, en definitiva, más conflicto social". "Con todo lo que costó construir la red que teníamos en Madrid, se está yendo al traste", concluye García-Albertos.
[Fuente: Madridiario, Madrid, 17oct12]
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