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26dic13


¿Quiere dejar de ser español?


Buscar un país más o menos cool, adaptarse a nuevas costumbres y, por último, dejar de ser español. Todo para después echar de menos el contacto físico, que nos hablen a gritos y, como no, el chorizo. "Bueno, el chorizo sí, aunque no precisamente el de Campofrío", bromea desde Bangkok David Fernández. "No me he sentido muy identificado al ver el anuncio, ni con la marca, ni con la 'Ejpaña' de pandereta, ni tampoco con los personajes", explica este gestor cultural de 31 años, que lleva desde 2006 residiendo en el extranjero, primero en Londres y después en Tailandia. "Me ha resultado más casposo que emotivo, aunque supongo que la distancia ayuda a digerir el desgraciado festín de tópicos ibéricos".

David se refiere a la campaña de publicidad que arrasa en las redes estas Navidades; una campaña que, con su lema "Hazte extranjero", ha generado una enorme polémica. Y el sentimiento es compartido por otros expatriados. En general, a los españoles que viven fuera, sobre todo a los más jóvenes, no parece haberles hecho demasiada gracia el anuncio. "Es un insulto, una mofa, una burla hiriente, que introduce el dedo en la llaga que el sistema económico y la pésima gestión política nos ha causado a millones de jóvenes, forzándonos a vivir en una situación sin alternativa", eleva el tono Jesús, también de 31 años y profesor de Bellas Artes del Perú.

La campaña, dice Jesús a El Confidencial, "apela al ejercicio de la emoción facilona, del patriotismo cañí, en clave de película de Paco Martínez Soria, para hacernos sentir culpables y desdichados, pero poder siempre consolarnos en "nuestra España" gris, oscura y rancia...". Y remata el profesor asegurando que "aceptaría la nacionalidad de otro país si me la ofrecieran, sin pensarlo. España nos ha dado la espalda (por no decir una patada en el culo), así que por qué hacernos sentir culpabilidad por nuestro adulterio patriótico".

Su opinión coincide con la de Clara Rivas, profesora y traductora de 35 años, que lleva ya casi la mitad de su vida fuera, primero en Londres, después en Estambul y actualmente en Etiopía. "Se aprovechan de una situación laboral lamentable y de un paisaje político esperpéntico para vender embutidos. Me parece una instrumentalización fácil y sentimental que pretende convencernos de lo romántico de una patria inexistente", se queja. "Hacerme extranjera tendría sentido si me sintiera 'española' en un primer momento. Ese no es el caso. Siento que las experiencias que he vivido construyen mi identidad, pero éstas no forman parte de eso que llaman un país o un territorio específico", concluye desde Addis Abeba.

El verdadero espíritu de superación

Lo cierto es que quienes tuvieron que abandonar España por motivos laborales se muestran especialmente ofendidos con el anuncio. Es el caso de Jesús Prieto, cineasta de 31 años quien, hasta el recrudecimiento de la crisis económica, había logrado dedicarse a lo suyo. Ahora lleva dos años en Londres, trabajando en un restaurante y estudiando. "Quizás en esta etapa de crisis lo interesante sería poner en evidencia nuestros defectos (que los tenemos, y muchos), y tratar de enmendarlos, para no repetir los mismos errores en el futuro. Ese sería el verdadero espíritu de superación", dice. "Para los que hemos tenido que buscarnos la vida en el extranjero, creo que es especialmente irritante que nos recuerden constantemente lo maravillosos que somos los españoles... tanto que nos hemos tenido que ver en situación de emigrar", remata.

A Miguel Molowny el anuncio le recuerda "a las frases estrella del discurso de Ana Botella". Este ingeniero informático de 39 años afincado en Bolonia lleva once años fuera de España. "No me resisto a aceptar las dinámicas y costumbres del país donde vivo, pero me considero arraigado a mis raíces al mismo tiempo. Yo me veo como un extranjero en Italia". Molowny afirma que no renunciaría a su nacionalidad sin antes meditarlo un poco. "Depende de la situación, y de las consecuencias".

Algo parecido opina Óscar Rodríguez, ingeniero de 39 años, que ahora trabaja en Portugal para la Agencia Europea de Seguridad Marítima y que ha pasado una década en el extranjero. "No hago ningún esfuerzo consciente para afirmar mi identidad pero soy extranjero por definición (...) Si fuese por necesidad o me reportara algo concreto no veo por qué no cambiaría de nacionalidad. No lo vería como una traición o una pérdida de identidad", dice.

Ricard Valero, director creativo afincado en San Francisco (Estados Unidos), tampoco tendría problemas en renunciar al pasaporte español si fuese necesario. Arranca su valoración del anuncio desde una óptica profesional. "Me gusta el concepto de que alguien pueda irse pero no hacerse. Creo que no es necesariamente cierto, pero lo parece y tiene una buena base para construir una historia con la que identificarse", dice. "Sin embargo, no me gusta que el spot se acaba construyendo a base de clichés y lugares comunes que empiezan a cansarme", continúa.

"La gente no se va para poder decir que es de un país 'molón', sino porque no le quedan más opciones. De hecho la única cosa que amenaza con 'quitarnos nuestra manera de disfrutar de la vida' es lo que está sucediendo en nuestro país, no fuera de él (...) El sentido del humor no es español, Chiquito de la Calzada sí. Luchar aunque no se tengan fuerzas no es español, es humano", insiste Ricard, que lleva una década fuera, principalmente en Italia y Estados Unidos.

Como los periodistas o los publicistas, los arquitectos se encuentran entre los profesionales más golpeados por la crisis. Javier Poveda, de 33 años, se fue de España en 2008 para crecer profesionalmente . Pasó por Arabia Saudí y actualmente se encuentra en China. "Uno no puede ser otra cosa distinta de la que es. Ni yo me puedo 'hacer extranjero', ni otros pueden dejar de 'ser españoles'. Sobre el anuncio, cree que "la realidad hay que mirarla de frente, de nada sirve hacerse el orgulloso".

Regresar a casa y sentirse extranjero

También hay quien reconoce que, como cualquier persona que abandona su país, echa de menos las costumbres propias de su tierra. Es el caso de Borja García Perona, un emprendedor de 35 años que dejó la piel de toro con el objetivo de crecer personalmente y ampliar sus miras. Probó fortuna durante un año en EEUU, cinco en Italia y otro año en Chile. Hasta que, al final, pudo regresar. "En el fondo el mensaje que quiere transmitir es correcto", comenta, "el condicionamiento que tenemos los seres humanos durante los primeros 20 o 25 años de nuestra vida nos marca el carácter y las costumbres para el resto de ella. Cuando estás en el extranjero echas de menos algunas de esas costumbres y otras no tanto. Lo que ocurre es que aquellas que echas de menos te pesan mucho".

"Mi experiencia es que he mantenido muchas de mis costumbres españolas, pero también he añadido otras de los países donde he vivido que han enriquecido mi vida y por las que, en cierta manera, a veces me siento extranjero en España", añade. "Podría aceptar la nacionalidad italiana, por la simpatía que siempre me ha causado ese país, tan lleno de contrastes y de alegría. Pero no me gustaría renunciar a mi propia nacionalidad".

Como Borja, muchos de los que han regresado critican el abuso de los tópicos y subrayan que en España hay, como en todos sitios, gente preparada y grandes profesionales. "Sentirse orgulloso de nuestra manera de vivir pese al contexto en el que vivimos es como una anestesia. Hay que eliminar de una vez ese estereotipo porque hay españoles muy preparados que, al no encontrar aquí su hueco, optan por 'hacerse extranjeros'", concluye Eva Garrido, de 27 años, quien regresó hace tres meses a España tras residir en China e India y busca trabajo de periodista.

[Fuente: Por A.V., Washington, El Confidencial, Madrid, 26dic13]

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