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30dic12


España volverá al precipicio en 2013 para refinanciar otros 230.000 millones


El famoso precipicio fiscal de EEUU, el reto presupuestario al que se enfrenta el presidente Barack Obama antes de concluir el año, puede ser fuegos de artificio en comparación con lo que tendrá que afrontar el equipo de Mariano Rajoy a lo largo de 2013 para cumplir con las obligaciones financieras del Reino de España. Además del previsible desajuste de las cuentas públicas de cerca de 50.000 millones, a lo largo de los próximos doce meses el Tesoro deberá refinanciar los vencimientos de bonos y letras por importe de casi 160.000 millones de euros, una exigencia que pondrá a prueba la verdadera solvencia del país (prima de riesgo) y la necesidad de un rescate global por parte de Bruselas.

Las magnitudes infunden respeto dentro del Ministerio de Economía. De acuerdo con una reciente estimación del FMI, los 230.000 millones que pedirá España al mercado, en caso de sumar la más que probable emisión de un segundo Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) de otros 20.000 millones durante 2013, representa algo más del 20% del PIB nacional. La tendencia es perversa. Esta cantidad representa un 12% más de dinero respecto a los 205.000 millones captados por el Tesoro en 2012, incluidos los 18.000 millones del primer FLA, una prueba resuelta a comienzos de noviembre, aunque con emisiones de letras y bonos a corto y medio plazo (media del 3,42%), dado que no hay mercado para el largo plazo.

En este contexto, el nuevo año depara a España un esfuerzo superior al que tuvo que realizar en el turbulento 2009, año en el que el Tesoro, con un déficit público disparado hasta el 11,2%, tuvo que apelar al mercado para conseguir 209.000 millones. Esas cifras récord siguen presentes si nos referimos al peso de la deuda pública en los presupuestos de 2013 (más de un 90% del PIB); al coste de los intereses, tasados en 38.000 millones para ese año, una partida superior a la de desempleo o personal de la Administración; o al indomable déficit, que este 2012 habría cerrado en torno al 7% y no con dos puntos más de no haber tenido que asumir el coste del rescate bancario.

Los principales agentes económicos del país contemplan como una prueba de fuego trascendental el desempeño del Tesoro en las emisiones de deuda, sobre todo por la capacidad para generar certidumbre al conjunto de la actividad económica. Sin embargo, como demuestran las estimaciones del FMI en relación al PIB, sólo Japón (60%), Estados Unidos (26%) e Italia (23%) están por delante de España en necesidades de financiación. Sin embargo, aún existe una posibilidad latente de ser rescatados. Este riesgo, de momento, ha sido al mismo tiempo un factor defensivo, ya que forzó al BCE en el verano de 2012 a comprar deuda a corto de manera ilimitada para evitar ese auxilio financiero.

En principio, el gesto del gobernador Mario Draghi bastó para despejar dudas sobre la actuación del BCE respecto a la asistencia de España e Italia, que durante semanas vivieron al borde del precipicio con la prima de riesgo por encima de los 600 puntos. Los inversores apostaron por la caída de los dos países, que estuvieron a las puertas de quedarse sin capacidad de financiarse en el mercado, situación que de facto ocurrió pero que fue corregida por las compras indiscriminadas del BCE. Precisamente, esa política ha sido la reclamada por el presidente español ante sus socios europeos, sobre todo con la canciller alemana Angela Merkel, reticente a empeñar al BCE en tareas ajenas a controlar la inflación.

En una reciente presentación, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) reconocía la dificultad existente durante 2013 para refinanciar la inmensa bola de 230.000 millones y al mismo tiempo enfrentarse al plan de ajustes, la parte más dura, que aún queda por llevar a cabo. Como explicó el subdirector del organismo, Ignacio Ruíz-Conde, para cumplir con los objetivos de déficit todavía faltan tocar las partidas de gasto más importantes y que afectan a Sanidad, Educación y Administraciones Públicas, pilares que durante el primer año de mandato del Gobierno del PP han quedado relegados ante otras prioridades, como la reforma del mercado laboral o la reestructuración del sistema financiero.

El pasado viernes, en su comparecencia ante los medios, consciente de que los efectos del primer paquete de medidas no han tenido consecuencias positivas inmediatas, Rajoy pidió comprensión y solidaridad antes de adelantar que las cosas van a seguir empeorando. "No hay que engañarse, 2013 será un año muy duro, especialmente la primera mitad, la economía seguirá en recesión", llegó a declarar, un arranque de sinceridad que le llevó incluso a negar que España llegue a los seis millones de parados. "Intentaremos que eso no sea así; aún quedan momentos duros, confiamos en que en la última parte de 2013 podamos dar buenas noticias". Tras varios meses de calma, volvemos a estar cerca del precipicio.

[Fuente: Por Carlos Herranz y Agustín Marco, El Confidencial, Madrid, 30dic12]

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