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20abr13


El Corte Inglés, el símbolo de una banca sin dinero, un país sin futuro


En una reciente reunión con el consejero delegado de uno de los mayores bancos del país, el ejecutivo se mostró más que satisfecho porque marzo había sido el mejor mes en el último año en cuanto a concesión de crédito. Una cifra que le enorgullecía porque "la banca vive de dar préstamos", aseveraba con tranquilidad rechazando la creencia generalizada de que las entidades financieras han cortado el grifo a los clientes, ya sean grandes corporaciones, pymes o particulares.

La sensación del directivo era cierta, si se tiene en cuenta que gran parte de esas líneas de financiación otorgadas proceden del Instituto de Crédito Oficial (ICO), el organismo público que no muchos años atrás Pedro Solbes, Miguel Sebastián y Elena Salgado utilizaban principalmente para ayudar a los Florentino Pérez y Luis del Rivero -esos emprendedores de la contabilidad imaginativa- a asaltar Iberdrola y Repsol sin poner un duro de su bolsillo.

Pero la realidad es bien distinta de la que exponía el CEO de ese banco en dicho encuentro off the record. Prueba inequívoca es la información adelantada por este medio esta semana respecto a la emisión de bonos que está preparando El Corte Inglés, que va a tener que recurrir por primera vez en su historia a los mercados de capitales ante el cerrojazo de la banca.

"Si a El Corte Inglés no le prestan, como estarán los demás", expresaron muchos lectores en sus comentarios anónimos, conclusión que coincide, curiosamente, con la opinión de algún que otro banquero especializados en la materia. Sin embargo, más allá de las apreturas que esté pasando o no la empresa española por excelencia por la crisis del consumo, lo cierto es que la sequía del crédito va mucho más allá de una compañía u otra, sea muy grande o más pequeña, cotice en bolsa o no.

Porque, en términos generales, la banca española no tiene dinero para conceder a los clientes. Un ejemplo manifiesto es el reciente préstamo sindicado que ha firmado una empresa que va como un tiro. Se trata de DIA, la cadena de supermercados a bajos precios, que el año pasado ganó un 60% -si, un 60%- más, hasta obtener un beneficio neto de 157,9 millones. Este grupo de distribución, que factura más de 10.100 millones (4.900 de ellos en España), solicitó 200 millones para financiar nuevas aperturas tanto en aquí como fuera de nuestro país.

¿Y qué pasó? Pues que ningún banco español participó en esa operación, a la que sí acudieron entidades como las estadounidenses Bank of America Merrill Lynch y JP Morgan, las francesas BNP Paribas, Crédit Agricole y Société Générale, y las holandesas Fortis y Rabobank. ¿Cuál fue el motivo por el que BBVA, Santander, Caixabank, Sabadell o Popular no entraron en esa transacción? Varios, pero la conclusión es que nuestros bancos no disponen de cash, al menos a los precios a los que los prestan sus competidores internacionales.

La razón es simple. Con el mercado interbancario cerrado por derribo, a las entidades españolas les cuesta Dios y ayuda que los inversores les compren sus bonos, sus cédulas y otros productos colaterales con los captan dinero para hacer frente a los vencimientos de deuda que tienen con usted y conmigo (nuestros depósitos). En el primer trimestre apenas han levantado 13.000 millones de euros, tan solo 2.000 millones más que en el mismo periodo del año anterior pese a que la prima de riesgo ha caído a cerca de la mitad de un ejercicio para otro.

Una cantidad irrisoría y preocupante si se tiene en cuenta que los que consiguen levantar dinero lo hacen pagando un precio (diferencial) mucho más elevado que al que lo consiguen los bancos alemanes, franceses y americanos, especialmente, por lo que cuando pelean por dar un crédito no tienen nada que hacer con sus competidores. Mientras los BBVA, Santander y Caixabank se financian a 350 puntos, los alemanes apenas lo hacen a 150 y los estadounidenses, a menos todavía.

A esa desventaja se suma que los Botín, González y Fainé están hasta arriba de riesgo español, sobre todo porque cada trimestre el Ministerio de Economía les pasa el platillo y les pide una aportación a la causa nacional, ya sea para salvar a las cajas en apuros a través de la Sareb, a las comunidades autónomas a través del FLA o a los proveedores a los que no pagan los ayuntamientos de turno.

Así las cosas, lo cierto es que en España el dinero no fluye ni para DIA, ni para El Corte Inglés ni para Telefónica, que cada semana inventa un nuevo salto de trampolín para financiarse. Ni para Enagás, la empresa más segura del universo. Y ello teniendo en cuenta que estas empresas tienen activos de sobra para vender -fiiales en el caso de la teleco y edificios en el caso del holding de Isidoro Álvarez- o empaquetar con los que hacerse con liquidez con relativa comodidad. Es decir, tienen capacidad para repagar la deuda. Son, a pesar de sus particularidades, unas afortunadas financieramente hablando.

Otras, y algunas están en el Ibex 35, no disponen de esos resortes o los han agotado en una gran proporción, véase ACS y FCC, por lo que la dinámica es satánica. Balances endemoniados a los que se suma que la cuenta de resultados, los ingresos, solo andan al modo cangrejo. Y ya saben que los bancos, ni incluso en los momentos de gloria, suelen prestar a empresas cuyos planes de negocio son regresivos.

En esta coyuntura, las previsiones del FMI, de Funcas o del sursuncorda serán papel mojado mientras el sistema financiero no bombee con normalidad. No ya por el futuro de esas grandes corporaciones, sino por los millones de talleres, carpinteros, tenderos, mueblistas, ingenieros y proveedores de todo tipo que viven a lo largo y ancho de un país con poco futuro. O mucho, pero negro.

Se suponía que con los dos reales decretos de Luis de Guindos -80.000 millones de provisiones o reconocimiento del pecado- la banca volvería a su negocio tradicional. Pero es obvio que no. Temen que tendrán que hacer una penitencia adicional de miles de millones, motivo por el cual prefieren mantener la alforja a buen recaudo en vez de prestarla. Un mal endémico que condena a todo un país y que ha llegado hasta las compañías de más renombre, las que nos dan proyección internacional y crean la Marca España. Otra chorrada más de distracción gubernamental para no hacer frente a los verdaderos problemas que nos aprietan.

Sean felices

[Fuente: Por Agustín Marco, Cotizalia, Madrid, 20abr13]

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