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23mar22
La ANC abandona a ERC y JxCAT y apuesta por ir a elecciones con lista propia
La Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), una de las entidades de corte soberanista con mayor presencia en las calles durante la última década, tiene entre sus objetivos preparar una candidatura al margen de los grandes partidos independentistas para concurrir a las próximas elecciones autonómicas. El próximo año también prevé una ofensiva para acosar al Govern de Pere Aragonès y al Parlament por ser "instituciones cautivas y sometidas". Su intención es retomar el 'procés' en la situación en que estaba el 1 de octubre de 2017 y provocar un conflicto grave con el Estado.
"Que la ANC se convierta en un partido y se presente a las elecciones no es una opción. Desde este momento, nos planteamos el impulso de una lista cívica, independiente de partidos, para defender la voluntad de los electores independentistas a las próximas elecciones al Parlament de Cataluña y materializar la independencia. Será preciso determinar los mecanismos democráticos necesarios para la composición de la lista cívica y, en cualquier caso, deberá ser ratificada por los socios", dice la ANC en su hoja de ruta, que desde este martes hasta las 12 de la noche del miércoles puede ser votada telemáticamente por los afiliados de la entidad.
Hasta ahora, la ANC había dejado, oficialmente, libertad de voto a sus militantes, aunque exigía que votasen alguna opción independentista. En el futuro, tendrá su propia lista, como ya hizo en las municipales de 2019, a las que concurrió con la candidatura Primàries. Pero ahora está desencantada de los grandes partidos soberanistas, a pesar de su escoramiento los últimos años hacia JxCAT: "Se ha acabado la falta de respeto a la voluntad de los electores. A ellos les sale gratis. Deberemos hacer un uso inteligente de nuestro voto, adaptándolo a los diferentes procesos electorales".
No obstante, trabajará por el Consell per la República, el 'chiringuito' de Carles Puigdemont ubicado en Bélgica. "En el exterior, es claro que necesitamos un organismo político, con legitimidad democrática y fuera del alcance de las garras del Estado, que asuma la coordinación estratégica del movimiento de liberación nacional. El Consell per la República (CxR) podría cumplir la función de autoridad nacional, pero es preciso que dé pasos decididos para convertirse en el Consejo de la República Catalana (CdRC) en el sentido de convertirse en organismo de representación institucional, transversal y ampliamente reconocido por todo el independentismo y que se coordine con la mayoría independentista con representación en el Parlament". Esa posibilidad, de momento, es lejana, puesto que ni ERC ni la CUP consideran el Consell que preside Puigdemont un órgano legitimado para representar al conjunto de la ciudadanía de Cataluña.
Estrategia de confrontación
Por eso, la ANC propone a Puigdemont un pacto. "El Consell per la República (CxR) ha de contar con la sociedad civil organizada y con la ANC en particular para 'prepararnos' de manera organizada y colaborativa para disputar el poder al Estado, tanto desde el exterior como desde el interior del territorio. El documento 'Preparémonos' es un punto de partida, pero se ha de desarrollar y concretar: no es buena idea fijar toda la atención en la 'fase decisiva' sin preparar cómo, cuándo y con quién", explica.
En esa estrategia, la ANC reclama su protagonismo. Quiere que el conjunto del independentismo, y el CxR en particular, asuma su decálogo de principios y acciones de política institucional, que significa la asunción "del mandato del 1-O" y el aumento de la confrontación institucional con el Estado, el impulso del llamado "debate constituyente como ejercicio de democracia avanzada en Cataluña", la potenciación del espíritu crítico de la población, el incremento de las acciones de denuncia y movilizaciones contra los incumplimientos de los partidos independentistas y de las instituciones catalanas, el impulso de la citada lista cívica a las próximas elecciones y la exigencia de "medidas de regeneración democráticas en nuestras instituciones y partidos políticos".
Sus directrices políticas se basarán en tres ejes: defender la dignidad nacional y la memoria histórica; mantener el compromiso con el mandato del 1-O para implementar la independencia, denunciando la "política autonomista de rendición nacional de quienes ocupan nuestras instituciones", y abocarse a una "estrategia de confrontación", entendiendo esta como "todas aquellas acciones que pretenden socavar los pilares del Estado y hacer que Cataluña se convierta en ingobernable para el Estado español". Las herramientas para ello son "la movilización, la protesta, la desobediencia civil, la no colaboración y, sobre todo, la creación de nuevas alternativas". Y advierte: "Que la lucha no sea violenta no quiere decir que no haya de tener fuerza y capacidad para llegar a todos. Ha de ser contundente. Se ha de sorprender, captar la atención de los medios de comunicación y producir reacciones".
Entre esas acciones contundentes, enumera las movilizaciones masivas del 11 de septiembre y del 1 de octubre, la preparación de otras movilizaciones, acciones y actos de no cooperación, la de protestas "contra las visitas monárquicas, acontecimientos deportivos y otros actos similares que intentan normalizar la ocupación española del territorio nacional" y otras formas de lucha, como la creación y recuperación de grupos.
Recuperar las redes de 2017
La ANC tiene como horizonte liderar el "movimiento popular independentista", que considera el "espacio civil de actividad independentista que no está encuadrado en partidos y que trabaja desde fuera de las instituciones para avanzar hacia la independencia". Entre sus objetivos operativos del futuro próximo se encuentra "organizar un congreso o conferencia nacional para poner las bases y construir sinergias en el movimiento de liberación nacional". "Y aprovechar este evento para presentar, si es posible, la estrategia consensuada derivada del trabajo previo realizado con el impulso de la ANC", añade.
Otro de los fines es establecer vínculos de trabajo secesionista con "otros pueblos del Estado español, con el objetivo de ampliar el apoyo al independentismo". Y, en esa línea, propone recuperar y poner a punto "las redes de colaboración local, como en los preparativos y celebración del referéndum del 1 de octubre".
Un aspecto importante, no obstante, es la declaración de hostilidades ante la labor que realizan tanto el Govern como el Parlament. En su hoja de ruta, prevé "desarrollar un plan de comunicación ágil y valiente que denuncie todo aquello que el Govern y el Parlament no están haciendo para cumplir el mandato de las urnas". La razón de esta estrategia es que, para los dirigentes de la ANC, "el frente político institucional se ha diluido en el autonomismo y ha debilitado tanto la lucha del movimiento independentista en el interior del país como su representación ante el mundo".
Uno de los capítulos de su estrategia lleva por título 'Horizonte 2023', en el que recuerda que "en mayo de 2023 acaba el plazo establecido en los acuerdos de investidura para la mesa de diálogo". En ese mes también habrá elecciones municipales. Y eso quiere decir que el periodo de gracia del Govern de Pere Aragonès se acabará y la ANC se echará a la calle (el actual 'president' pidió a los otros partidos independentistas un plazo de dos años para llegar a acuerdos en la mesa de diálogo con el Gobierno central). "La ANC trabajará y estará a punto para las ventanas de oportunidades que se abran a causa de estos y otros acontecimientos que puedan venir", advierte.
El aviso es directo: "Haremos que esta sea una lucha que vaya de menos a más. Comenzaremos marcándonos pequeños objetivos que nos den las primeras victorias y, progresivamente, abordar objetivos cada vez más ambiciosos hasta situarnos en un escenario de confrontación como el que teníamos en el otoño de 2017. Esta vez, sin embargo, llegaremos con toda la riqueza de los aprendizajes de estos últimos años y conociendo mucho mejor a nuestro rival y sabiendo hasta dónde es capaz de llegar". Las acciones a desarrollar en este campo son "celebrar el Primero de Octubre como el Día de la República Catalana" y declararlo "fiesta nacional", impulsar movilizaciones callejeras, prepararse para un "nuevo embate" contra el Estado e iniciar una gran campaña "estructurada en bloques para visibilizar la falta de proyecto político de España para Cataluña".
[Fuente: Por Antonio Fernández, El Confidencial, Madrid, 23mar22]
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