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05jul18
Orden al independentismo: no provocar disturbios y obedecer solo a ANC y Òmniu
Alerta en las filas independentistas catalanas. La orden es no provocar follón en los próximos días. Ante la crucial entrevista del ‘president’ QuimTorra con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, del próximo lunes, Cataluña necesita ganar puntos y llegar con cierta ‘superioridad moral’ al encuentro. Pero la situación no es vista de igual manera por unos y por otros. Es más: la llegada de los presos está provocando fricciones entre los que quieren controlar la situación y los que prefieren echar mano de la acción directa y movilizar permanentemente la calle hasta que queden en libertad.
Lo cierto es que en Cataluña vuelven a chocar las estrategias de los comités de defensa de la república (CDR) con las de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, que apoyan al Govern de Quim Torra. Las dos facciones se han convertido en cordiales enemigos, hasta el punto de que el abogado de Carles Puigdemont, Jaume Alonso-Cuevillas, hizo un llamamiento a los más radicales para que obedezcan las consignas que les da el otro bando. “Las familias y las defensas [de los presos y de los fugados] pedimos que solo se sigan las concentraciones coordinadas por ANC y Òmnium. Por la seguridad de los propios presos y la garantía del traslado sin incidentes, que nadie vaya a las vías de acceso ni a las prisiones mientras duren los traslados”, alertaba en la noche del martes, solo seis horas antes de que el traslado se efectuase.
Fue un proyectil directo a la línea de flotación de la estrategia de los CDR y, por extensión, de la CUP. Por eso, la tensión llegó al clímax este miércoles por la tarde. Los canales de comunicación internos de los CDR se prodigaban en críticas al círculo de poder, personificado en PDeCAT, ERC, ANC y Òmnium. “Pensáis que el pueblo no es lo suficientemente inteligente como para pensar y actuar sin que le deis órdenes. El pueblo existía antes que vosotros (abogados de parte y no del pueblo), que la ANC y que Òmnium, y también continuará existiendo cuando ya no estéis. Recordad que al pueblo lo salva el pueblo”.
También las familias hicieron correr un ruego por las redes sociales y los canales internos de comunicación de los independentistas: “Ante la noticia del traslado inminente de parte de los presos y presas a centros penitenciarios catalanes, os pedimos que: es mejor, de momento, no acercarse a las vías de acceso ni a los centros penitenciarios para poder hacer los traslados con tranquilidad y máxima seguridad. En días de incerteza, lo más importante es mantener la calma y siempre velar por el bienestar de los presos y presas”.
Fricciones con los CDR
Pero ni por esas: los CDR van a la suya. Media hora antes de la llegada de los presos, las llamadas por las redes sociales reflejaban la angustia de los organizadores por concentrar a gente en las proximidades de la prisión. “¡Todos los que puedan, que se desplacen!”, “¡Nos necesitan a todos y a todas!”, “Llevad bocinas y utensilios que hagan ruido para que oigan nuestro calor desde dentro de los furgones”, lanzaban por las redes. Al final, un exiguo retén recibió a los presos. “Gracias a los CDR venidos de todas partes, hemos podido gritar bien fuerte a su llegada ¡¡¡libertad!!! Y así hacerles llegar que seguimos en pie”, expresaban después. Solo habían congregado apenas a unas decenas de militantes, pero eso daba lo mismo.
A las siete de la tarde, el propio Quim Torra fue uno de los asistentes a la manifestación ante la prisión de Lledoners. Primero visitó a los presos recién llegados y luego se sumó a la protesta en el exterior. Protesta, claro, que habían convocado ANC y Òmnium. Y no solo fue él, sino que le acompañaron los consejeros de Exteriores (Ernest Maragall), Enseñanza (Josep Bargalló), Salud (Alba Vergès), Territorio (Damià Calvet), Empresa (Àngels Chacón) y Políticas Digitales (Jordi Puigneró). En resumen, más de medio Govern. A la misma hora, el presidente del Parlament, Roger Torrent, visitaba a Carme Forcadell y Dolors Bassa en la prisión de Puig de les Basses, en Figueres. En la manifestación de esa cárcel estaban la consejera de Presidencia (Elsa Artadi), la de Cultura (Laura Borràs) y el de Trabajo (Chakir El Homrani).
Apenas fueron unos centenares de ciudadanos los que acudieron a la llamada de las ‘marchas de la libertad’ (los organizadores hablan de miles, sin concretar más, aunque dando a entender que el cómputo es suma de las dos concentraciones), pero también se dio por bueno. O al menos se resta importancia a la desidia que parece haberse apoderado de la ‘revolución de las sonrisas’. En realidad, lo que hay es una falta de movilización que ya ha hecho saltar las alarmas en el independentismo. A día de hoy, toda la propaganda soberanista descansa en algunos grupos 'hiperventilados' dispuestos a llegar hasta la extenuación. Pero los militantes que hace unos meses estaban al pie del cañón ya no responden con tanta alegría y presteza a las llamadas independentistas.
Ataques a Puigdemont
Existe una preocupante división en un sector que es cainita por naturaleza. En las filas de los CDR, por ejemplo, hay resquemor por la utilización política que se está haciendo de los presos y de la situación: “Los presos han sido y serán la excusa perfecta para no hacer nada. Hay muchas complicidades alrededor, mucho chantaje. Y me temo que los familiares han sido utilizados. Después nos pedirán que no hagamos nada para obstaculizar la libertad provisional, etc.”, se dolía este miércoles un independentista.
De hecho, ya ha habido tensiones muy fuertes, hasta el punto de que un sector soberanista pone en duda el liderazgo de Carles Puigdemont y de su círculo de confianza, a quienes acusan de manipuladores. Los militantes que se habían apuntado al colectivo Querellants per la República (encargados de presentar una querella contra el juez Pablo Llarena y los magistrados Alberto Jorge Barreiro, Miguel Colmenero y Francisco Monterde) habían transigido con el abogado de Puigdemont, Jaume Alonso-Cuevillas, en retrasarla hasta mediados de julio, aunque nadie sabía por qué el letrado quería que no se presentase el 28 de junio, como estaba previsto. “Estos abogados llevan ya demasiado tiempo diciéndonos lo que tenemos que hacer en lugar de dedicarse a hacer su trabajo. Nosotros no podemos poner querellas, ni reunirnos, pero él sí puede salir en todos los medios cagándose en Llarena, cosa que seguro que beneficia mucho a los presos”, protestaba otro miembro de los CDR en un canal interno de los independentistas.
Este miércoles, Cuevillas se puso en contacto con el colectivo para pedirles una reunión urgente con el fin de solicitar otro aplazamiento en la interposición de la querella. Por lo que dijo a sus interlocutores, se quejó de que podía interferir en las defensas y arguyó también que no sabía “si se podía volver a reactivar la de Bélgica”.
Para los radicales, “Cuevillas ya preparó el terreno con eso del defecto de forma de la orden de Bélgica, y que no sabía si se reactivaría. Solo con ese comentario ya tiene excusa para seguir con el chantaje”. Y otro miembro de los CDR remachaba en otro canal interno: “Después de que Alemania se pronuncie, saldrá con una nueva excusa para seguir posponiendo la querella (y de forma rastrera, como es habitual en él y usando a su ejército de voceros). Y así, indefinidamente. Ojalá me equivoque, pero verás”. Y otro le respondía: “Tienes toda la razón, pero ya hemos vivido un primer ataque [el que obligó a retrasar la querella prevista para el 28 de junio] y espero que otros para obligarnos de nuevo a aplazarla hasta que a algunos les convenga”. La guerra (interna) independentista está servida.
[Fuente: Por A. Fernández, El Confidencial, Barcelona, 05jul18]
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