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02mar18


El Govern captó 'mossos' como espías en un piso franco y tras recabar datos personales


Los Mossos d'Esquadra trataron de destruir en la incineradora de Sant Adrià de Besòs miles de documentos comprometedores. El levantamiento del secreto de esta parte de la causa que se encuentra en manos de la Audiencia Nacional ha desvelado el contenido de todas las cajas que querían quemar los hombres del mayor Josep Lluís Trapero. Entre ellas se localizó el acta de la declaración de un agente de la policía autonómica que explica con detalle las técnicas que empleaban emisarios del Govern para tratar de captar espías para el servicio secreto catalán, el conocido como Cesicat. Las citas incluían una visita a un piso franco a disposición de los colaboradores de la organización.

"Su trabajo consistiría en realizar seguimientos a políticos, búsqueda de información mediante sus herramientas informáticas, hacer escuchas telefónicas a políticos y otras personas de interés que tengan la posibilidad de perjudicar los intereses de la Generalitat de Catalunya", reza literalmente el acta levantada que se encontraba en la caja 21 de las 36 que los agentes transportaron para quemas horas antes de la aplicación del 155 y en la que el 'mosso' que fue tanteado detalla cómo se produjo la aproximación y qué le ofrecieron.

El agente denunció los hechos ante la Consejería de Interior. Explica en una extensa declaración que mantuvo una serie de reuniones con una persona que se identifica como Xavier Termers y describe paso a paso esos encuentros. En septiembre de 2014, esa persona le abordó y tras hacerle saber que conocía detalles de la "mala experiencia profesional" que había tenido en la comisaría en la que estaba destinado, le explicó "que le pasaban teléfonos de gente que les podría interesar para ser seleccionada" para pasar a formar parte de los servicios de información.

El 'entrevistador' le dio abundantes signos de que conocía su vida personal: sabía que tenía un hermano, el nombre de su expareja, que tenía una perra, el gimnasio que frecuentaba y hasta el nombre de su madre. Le ofreció "trabajar para ellos" tras la firma de un contrato y una cláusula de confidencialidad. Le ofreció un bolígrafo Parker a modo de presente de "un superior del cuerpo" que tenía mucho interés en que pasara a formar parte de las filas del Cesicat.

Si trabajaba para ellos disfrutaría de un teléfono para recibir el respaldo de los servicios jurídicos de la Generalitat, "700 euros mensuales con dinero no declarado" y un lugar de trabajo 'peculiar', un piso franco –en la calle Numancia 77, cerca de la estación barcelonesa de Sants– donde realizar sus trabajos. El material que le ofrecieron también era poco habitual, "un programa informático con el que podían realizar mediante teléfonos móviles escuchas de sonido, obtención de imágenes y SMS". "Más vale que me tengas como amigo que como enemigo", le dijo el tal Xavier antes de mostrarle una especie de carné plastificado que supuestamente correspondía al Cesicat y un borrador del contrato que debía firmar que, según le dijo, le remitirían por Facebook. El borrador contenía los logotipos de la Generalitat, el Departamento de Interior y los servicios secretos.

Utilizar la violencia

El 'mosso' grabó la conversación completa, plagada de amenazas veladas. El sujeto le recordó, por ejemplo, la experiencia de un compañero del cuerpo que no quiso "colaborar" y que estaba fuera de la policía autonómica como represalia. Le explicó también que para realizar su nuevo trabajo, debería emplear material como las defensas extensibles que portan los agentes de paisano. "Había que utilizar la violencia para conseguir información", le indicó, haciendo referencia al uso de torturas como poner una toalla empapada de agua en la boca de una persona y continuar echando agua para atragantarla.

En una segunda cita, Xavier acudió con una segunda persona, identificada como Daniel y que había sido contratado por sus conocimientos informáticos y de química. Le describió su labor para animarle a integrarse en la organización. También le condujeron a la casa ya mencionada. El santo y seña de los miembros del grupo de espías era "un llavero en forma de cartucho" que se le entregó en este encuentro y que, según le explicaron, llevaban todos los miembros del grupo.

[Fuente: Por José María Olmo y Beatriz Parera, El Confidencial, Madrid, 02mar18]

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