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22dic17


Ciudadanos toma definitivamente el control del cinturón industrial


Nunca se habían visto tantas banderas en los balcones del cinturón industrial como en este otoño. Jamás se habían colgado tantas estelades ni rojigualdas en la periferia de Barcelona. La crispación ha descendido en las calles y en los bloques de pisos del extrarradio pero sus habitantes quieren terminar con ella de raíz. ¿Cómo? Saliendo a votar en masa por opciones constitucionalistas, con las que más se identifica la Cataluña metropolitana nacida de la inmigración interior, la que llegó del medio rural para convertirse en mano de obra barata en fábricas o en casas de familias burguesas de la zona alta.

Lo opuesto, defendían algunos votantes en los colegios metropolitanos, pasa en zonas del interior como Osona, la Garrotxa, Girona o el Berguedà, partidarias de opciones independentistas con escasas alternativas en la zona más poblada de Cataluña: el Barcelonès y el Baix Llobregat, que suman 3,1 millones de habitantes y casi la mitad del censo electoral del 21-D. El área metropolitana se convirtió en un caladero de votos constitucionalistas.

Los partidos independentistas no comandan las grandes ciudades de las dos grandes comarcas metropolitanas (Barcelona, Santa Coloma de Gramenet, L'Hospitalet de Llobregat, Cornellà, Sant Boi), que se mantienen como un bastión del voto no nacionalista en el que en dos casos (Castelldefels y Badalona) se impuso el PP en las dos últimas elecciones municipales. Hasta hace unos pocos años, esta zona era un auténtico vivero de votos socialistas. Pero el color rojo del área metropolitana de Barcelona continúa su incesante proceso de disolución, en busca de superficie donde enjuagar.

La decepción electoral de los socialistas catalanes en el otrora cinturón rojo es la octava consecutiva desde 2010. El estéril resultado del PSC, liderado en esta ocasión por el experimentado Miquel Iceta, volvió a emerger en la periferia. «Iceta no es la tercera vía, sino la única vía», defendía a primera hora la alcaldesa de L'Hospitalet, Núria Marín. «En esta ciudad no hay fractura, sino sentimiento de pertenencia a España y a Cataluña; nadie mejor que el PSC para representarlo. Queremos volver a ganar en L'Hospitalet», completaba la número dos de los socialistas catalanes. Ése es el contexto metropolitano a 18 meses de las elecciones municipales, una contienda que en los años ochenta sirvió al PSC para hacerse fuerte mientras Jordi Pujol ocupaba la Generalitat.

En tradicionales feudos socialistas como L'Hospitalet, donde no ha habido alcalde de otro color, el rojo ha dejado paso al naranja. Convencidos de que éste era su momento, estimulados por el impulso de las encuestas, la candidata Inés Arrimadas se ha sentido más arropada que nunca durante una estudiada campaña que la ha llevado a imponerse en las dos grandes ciudades metropolitanas donde los neoliberales quedaron por detrás de los socialistas en las autonómicas de 2015: Cornellà y Santa Coloma de Gramenet.

Los grandes bastiones del PSC han sido el objetivo de Ciudadanos. Hace dos años, el partido de Albert Rivera ya desbancó al PSC, por un puñado de votos, del histórico fortín de L'Hospitalet. Fue un hito. Los postconvergentes tienen un concejal en la segunda mayor ciudad catalana (255.000 habitantes), que sigue gobernada por los socialistas pese a que su alcaldesa siente el aliento del líder local de Ciudadanos, Miguel García.

Ex presidente del club de futbol local, García sufrió la agresión de un exaltado y ha denunciado media docena de ataques con excrementos a la sede del partido en la ciudad. Ayer recibió en un colegio electoral a Rivera -empadronado en el municipio- como si el que llegara fuera Adolfo Suárez. «Espero una doble victoria: todos a votar», espoleaba Rivera, en referencia a su deseo de superar a Esquerra en votos y a que el bloque constitucionalista se impusiera al independentista. Su presencia causó revuelo: una mujer salió de la peluquería con las mechas a medio hacer para darle un abrazo, mientras que un conductor detuvo su vehículo para hacerse un retrato con el líder naranja. «L'Hospitalet ya es naranja, y el cinturón también», zanjó.

L'Hospitalet, donde se impuso con claridad el partido de Arrimadas, se convirtió ayer en todo un símbolo de la lucha sin cuartel entre PSC y Ciudadanos por el voto constitucionalista. «Los independentistas nos llaman el frente del artículo 155, pero nosotros nos definimos como el frente de la convivencia», señaló un matrimonio en el que una votó por Iceta y el otro por Arrimadas.

[Fuente: Por Héctor Marín, El Mundo, Madrid, 22dic17]

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