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12sep13


Los cuatro miedos por los que Bernanke no quiere reducir todavía los estímulos


"El Comité decidió esperar para tener más pruebas de que la recuperación será sostenible antes de ajustar el paso de sus compras". La Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, se apoyó en esta frase para justificar el pasado miércoles que, por ahora, es mejor mantener los estímulos para afianzar la reactivación económica. Es decir, seguirá dedicando 85.000 millones de dólares al mes a la compra de deuda en el mercado dentro de su tercer programa de aquisición de activos (QE3). Pero, al mismo tiempo, en esa afirmación, la entidad presidida por Ben Bernanke dejó entrever sus miedos, que aún los tiene. Son principalmente cuatro; un póquer de amenazas de las que Bernanke, en la recta final de su mandato, no se fía.

1. Deflación

El primer motivo por el que Bernanke tiene miedo de retirar los estímulos demasiado pronto es la amenaza deflacionista. Es decir, teme que el virus de la deflación -caída de los precios- se inocule en la economía estadounidense... como ya lo hizo en Japón. En este sentido, resulta elocuente -y premonitorio- el discurso que Bernanke ofreció en 2002 en referencia a cómo se podría evitar que la caída de los precios arraigara en EEUU como lo había hecho en Japón. "Para estimular la demanda agregada cuando los tipos de interés han llegado al 0%, la Fed debe expandir la escala de sus compras de activos o, posiblemente, expandir el menú de los activos que compra", defendió entonces.

Y a eso se ha dedicado en los cinco últimos años. Desde finales de 2008, y con los tipos oficiales en el 0-0,25%, la Fed de Bernanke ha comprado activos -deuda pública e hipotecaria- por un valor superior a los 3 billones de dólares mediante tres programas distintos -QE1, QE2 y el actual QE3, vigente desde septiembre de 2012-.

Cinco años y esos más de 3 billones de dólares después, el temor de Bernanke no ha remitido. Más que nada, porque los datos no se lo permiten. "La medida de inflación preferida por la Fed, el PCE subyacente, está exhibiendo una preocupante tendencia descendente", confirma Anthony Doyle, gestor de renta fija en M&G Investments. En julio, esa medida cayó hasta una tasa interanual del 1,2%, por debajo del 1,6% de finales de 2012 y cada vez más lejos del 2% que tiene como objetivo la Fed. Y en este sentido, Bernanke, preocupado como está del riesgo de japonización en Estados Unidos, dejó clara su postura en su comparecencia de julio ante el Congreso: "La Fed es ciertamente consciente de que una baja inflación supone un riesgo para la evolución de la economía e incrementa la amenaza de caer en deflación", advirtió. Y añadió: "Vigilaremos esta situación muy de cerca y actuaremos como sea necesario para devolver a la inflación a nuestro objetivo del 2%".

2. Mercado laboral

En diciembre de 2012, la Fed dejó bien claro que su prioridad, en estos momentos, es reactivar el mercado laboral. Es más, se mostró decidida a ser algo más tolerante con la inflación -permitir que se sitúe por encima del 2%- con tal de que el paro descienda. Y aunque lo está haciendo, está ocurriendo a una velocidad demasiado baja y principalmente porque la población activa está reduciéndose en EEUU. Actualmente, el paro se encuentra en el 7,3%, por debajo del 10% al que llegó en 2009, pero muy por encima del 4,7% en el que estaba antes del estallido de la crisis y del 6,1% en el que se sitúa la media de los últimos 50 años.

A estas comparaciones se suman las débiles cifras de creación de empleo de los tres últimos meses. En este intervalo, la economía norteamericano ha generado, de media, 148.000 puestos de trabajo, cuando el promedio que se venía registrando desde finales de 2011 hasta mediados de este año ascendía a 189.000 empleos. En un contexto en el que, como admite la Fed, el crecimiento no pasa de ser "moderado", se entiende la estrategia de la entidad de esperar a tener unos datos más lustrosos para reducir sus estímulos. "La Fed reiteró que la economía y el mercado laboral tienen que ser lo suficientemente fuertes antes de que contemple una reducción de las compras", subraya Anthony Doyle.

3. Intereses hipotecarios

Cuando, a finales de mayo, Bernanke sugirió que la Fed podría comenzar a frenar el QE3 en "una de las próximas reuniones", la rentabilidad de los bonos norteamericanos a 10 años estaba en el 1,92%. El miércoles, antes de conocerse la decisión de la entidad, se encontraba en el 2,89% e incluso a comienzos de septiembre llegó a tocar el 3% por primera vez desde 2011. En el caso de las obligaciones a 30 años, el interés había repuntado del 3,13% al 3,87% desde mayo.

Este repunte, consecuente con la posibilidad de que en efecto la Fed pueda empezar a comprar menos deuda en el mercado, trajo consigo un incremento de los intereses hipotecarios. Así, el de las hipotecas a 30 años ha llegado a situarse por encima del 4,5%, algo que no ocurría desde hace dos años, cuando en mayo se limitaba al 3,4%. Y eso, a Bernanke, le preocupa mucho. Y no lo oculta: "En caso de mantenerse, el endurecimiento de las condiciones monetarias observado en los recientes meses podría frenar la mejoría del mercado laboral y la economía". Dicho de otro modo: el presidente de la Fed no se fía de que el enfermo -la economía estadounidense- sea capaz de soportar los efectos secundarios -unos costes de financiación más altos- sin la actual medicina -las compras de deuda- de la institución monetaria.

4. Ajuste fiscal

Bernanke tampoco es ajeno al debate que se cierne sobre Estados Unidos. Una vez más, demócratas y republicanos tienen que debatir un aumento del límite de la deuda pública que puede tener la mayor economía del mundo. El vigente se sitúa en los 16,7 billones de dólares, y el Tesoro estadounidense ya ha advertido de que alcanzará ese tope a mediados de octubre. Si, llegado ese momento, no hay acuerdo, la Administración norteamericana se irá apagando poco a poco para ir reduciendo gastos y ganar tiempo -y recursos- hasta que se alcance el acuerdo.

Consciente de las tensiones que envolverán las negociaciones y de que ya en 2011 un proceso similar desembocó en una rebaja de la calificación de EEUU -Standard & Poor's se lo redujo desde AAA hasta AA+-, Bernanke no se fía de los efectos que este debate puede tener en la economía norteamericana. Sobre todo, si el acuerdo final implica más recortes fiscales. Como apunta Keith Wade, economista jefe de la gestora Schroders, "el presidente de la Fed también expresó esta semana su preocupación sobre los inminentes debates fiscales, la cuestión del límite de la deuda y la posibilidad de un apagón gubernamental". Asumiendo que la Fed aún celebrará dos reuniones más en 2013 -una a finales de octubre y otra a mediados de diciembre-, Bernanke prefirió no actuar esta semana a la espera de la evolución de los datos económicos, pero también del resultado de esas negociaciones.

...Y el quinto puede esperar

La alargada sombra de estos cuatro temores ha eclipsado a un quinto que el propio Bernanke mencionó en mayo, pero que, atendiendo a sus actos, por ahora puede esperar. Es la posibilidad de que la actual estrategia monetaria de la Fed, absolutamente volcada en afianzar la recuperación y luchar contra la deflación, alimente nuevas burbujas o desequilibrios financieros. De hecho, uno de los miembros de la institución, Esther George, lleva todo el año oponiéndose al mantenimiento de los estímulos precisamente por los problemas que pueden generar en el futuro. La historia reciente demuestra lo peligrosas que pueden ser las recuperaciones sin empleos, puesto que, al obligar a la Fed a prolongar los estímulos monetarios durante un largo periodo de tiempo, pueden sembrar el terreno para inflar nuevas burbujas. La amenaza está ahí. Pero no es prioritaria. Hay cuatro que inspiran más miedo a Bernanke.

[Fuente: Por Pedro Calvo, El Confidencial, Madrid, 12sep13]

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