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06may12
En Estados Unidos la caída de los precios del gas aumentan la crisis de la industria nuclear
Hace dos años, 15 eléctricas estadounidenses tenían planes para construir 29 reactores nucleares con una inversión de 90.000 millones de dólares (68.500 millones de euros).
Ayer Japón cerró su última nuclear. Y, en EEUU, sólo 3 de esos reactores han logrado aprobación administrativa y están en camino de ser construidos. Otros 18 aguardan la licencia, pero las eléctricas que los han planeado no se van a construirlos. Simplemente, quieren tener la autorización legal para decidir en el futuro qué hacer. El 'renacimiento nuclear¡ de George W. Bush y Barack Obama --una de las pocas cosas que unían a ambos presidentes-- se ha acabado antes de empezar. Incluso Dominion Resources, una empresa que ya posee cinco centrales en Virginia y varias térmicas de carbón en Nueva York, está construyendo una central de ciclo combinado.
¿Qué ha pasado?
En Japón, la catástrofe de Fukushima. En EEUU, la llegada del gas natural. De hecho, en la primera economía mundial se están construyendo en este momento 258 plantas eléctricas de diversos tipos basadas en el gas natural.
Así, el gas natural --es decir, la economía-- y no el medio ambiente es lo que amenaza con pulverizar a la energía nuclear en EEUU y, posiblemente, también en otros países, como China.
Las cifras son irrebatibles. Esta semana el precio de esta fuente de energía rompió el suelo de los 2 dólares por BTU (siglas de Unidad Térmica Inglesa, que es lo que todavía usa EEUU para medir la energía, y que en el resto del mundo ha sido sustituido por el julio). Esa cifra, en sí misma, no quiere decir nada. Así que mejor comparémosla con lo que cuestan otras fuentes de energía por BTU en ese país:
- Petróleo 'Brent' (del Mar del Norte): 20,76 dólares;
- Petróleo 'West Texas Intermediate' (de Texas): 17,69 dólares;
- Energía nuclear en EEUU: 9 dólares;
- Carbón de los Apalaches (del Este de EEUU): 2,52 dólares;
- Carbón de la Cuenca del Río Powder (del Oeste de EEUU): 0,57 dólares.
La pulverización de la energía nuclear por el gas natural es notable porque la primera está muy subsidiada. Desde 2005, el Estado federal --equivalente más o menos a la Administración central española-- garantiza el 90% de la financiación para construir una nuclear. Gilbert Metcalf, de la Universidad Tufts, estima que en total el 49,4% del coste de la generación de electricidad nuclear corre a cargo del Estado. En las térmicas de gas no hay ayudas públicas. Pero la diferencia de costes es abrumadora. Una nuclear cuesta unos 1.500 dólares por kilovatio de potencia, como admite la propia industria de la energía atómica. Una térmica de gas natural, 400.
Hay matices, sin embargo. Una nuclear dura entre 40 y 60 años, y nadie sabe dónde va a estar el precio del gas entonces. De hecho, el gas en EEUU ha caído en un 88% desde los más de 15 dólares que llegó a marcar en enero de 2005 y se ha desenganchado del precio del petróleo, debido a la expansión del fracking, así que ¿cómo sabemos dónde va a estar en 2019? Georgia ha aprobado la construcción de dos reactores sobre la base de que la energía nuclear saldrá entre 750 y 4.600 millones de euros más barata que el gas. Eso sí: a lo largo de un plazo de medio siglo, lo que al final deja el ahorro bastante limitado y para un momento en el que ningún regulador o político estará en activo (o, simplemente, vivo).
La estabilidad de la energía nuclear y el tremendo coste de sus plantas hacen que en gran parte del mundo en desarrollo todavía se mantengan los planes de expansión de esta fuente de energía. Porque una nuclear trabaja durante dos años sin parar, y no tiene problemas de abastecimiento, ni necesita gasoductos. Además, el uranio no se destina a usos industriales o a calefacción, como el gas natural, con lo que una central nuclear no tiene que competir con esos sectores. Bill Gates, por ejemplo, sigue apostando por la energía nuclear, en la que ha trabajado con la japonesa Toshiba, 'mini reactores'.
Así que ahora Estados Unidos tiene demasiado gas. Eso puede ser un problema. La producción de gas en ese país se destina a Tanto que algunos gigantes del sector, como la canadiense Encana o la estadounidense Chesapeake (la segunda mayor productora de gas) están recortando dramáticamente sus inversiones porque, con dos dólares por BTU, no les es rentable seguir abriendo pozos. La opción es exportar e inundar el mundo con gas natural estadounidense, pero eso no es fácil por las regulaciones. Unas regulaciones que en gran medida obedecen al deseo de las eléctricas de tener gas natural barato y sobreabundante y no tener que recurrir a la energía nuclear.
Si EEUU, finalmente, empieza a exportar gas natural y otros países, como China o Argentina, con enorme potencial en esta fuente de energía, la desarrollan, puede ser, verdaderamente, un golpe muy duro para la expansión de la energía nuclear en todo el mundo, sobre todo si los países emergentes deciden que el gas es, verdaderamente, una fuente de energía fiable desde el punto de vista económico y político.
[Fuente: Por Pablo Pardo, El Mundo, Madrid, 06may12]
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