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22abr10
La banca española se rebela contra Basilea para salvar sus preferentes
Las colocaciones masivas de preferentes realizadas por la banca española el año pasado entre sus clientes minoristas -porque en los mercados mayoristas no se las compraban- corren el riesgo de no servir para nada con las nuevas normas que quiere establecer el Comité Bancario de Basilea. Para evitarlo, la AEB (Asociación Española de Banca) y el Santander a título particular se han rebelado contra este proyecto de regulación. Su oposición va más allá de las preferentes y abarca casi todas las novedades de lo que se ha dado en llamar Basilea III, en especial el coeficiente de liquidez que reducirá la capacidad de endeudamiento de las entidades.
Los bancos y cajas se lanzaron a emitir preferentes en 2009 como una forma rápida y barata de captar recursos propios en un momento en que los mercados exigían una elevación de la solvencia de las entidades después de la debacle del otoño de 2008. Las preferentes son un híbrido entre deuda y acciones, ya que pagan un cupón como los bonos pero no tienen vencimiento (son perpetuas) y el pago de los intereses está ligado a que la entidad tenga beneficios (como las acciones). Hasta ahora estos títulos computaban dentro del ratio de solvencia en el llamado Tier 1, es decir, capital de menor calidad que el core, formado por las acciones y las reservas.
Pero la propuesta de reforma de Basilea III contempla que las preferentes dejarán de computar en el Tier 1 salvo que cumplan un requisito: que el pago del cupón no dependa de los beneficios, sino que quede a discreción de la entidad, es decir, que ésta pueda dejar de pagar intereses aunque gane dinero. Y todas las emisiones colocadas el año pasado están obligadas a dar intereses cuando haya beneficios (e incluso el Banco de España ha autorizado a Cajasur a pagarlos aunque está en pérdidas). Eso protege a los ahorradores que compraron estos títulos pero obligará a bancos y cajas a excluirlos del Tier 1, lo que minará su solvencia.
Eso es lo que explica esta rebelión, en forma de aportaciones a la propuesta normativa de Basilea, que se encuentra en consulta pública. Según la AEB, el tratamiento de las preferentes es "demasiado restrictivo" y deberían flexibilizarse los criterios para que las preferentes de la banca española sigan dentro del capital. El Santander va más allá y se cuestiona si este cambio normativo sobre las preferentes es necesario para preservar la calidad del capital y pide una mayor clarificación de los criterios para estos títulos.
La liquidez, otro caballo de batalla
Las protestas de la banca española van más allá de las preferentes y abarcan casi todas las novedades que pretende introducir Basilea III. Es especialmente destacable la ofensiva contra los nuevos coeficientes de liquidez que va a imponer la normativa, y que van a dañar notablemente a las cuentas de nuestro sector financiero, como ya informó El Confidencial. En esencia, se va a obligar a la banca a mantener en todo momento unos colchones mínimos de liquidez por si se vuelven a secar los mercados, y a respetar una relación entre el plazo de los activos y el de su financiación, para evitar la práctica generalizada de financiarse a corto plazo para invertir en créditos o activos a largo plazo
Los argumentos de la AEB son que estos colchones limitarán la liquidez que se puede prestar a empresas y particulares, elevarán el coste del crédito para los clientes (la financiación a largo plazo es más cara que a corto) y pueden secar los mercados en momentos de estrés, puesto que estos colchones deben estar invertidos en una serie muy reducida de activos (por ejemplo, bonos del Estado) y todo el mundo tratará de comprarlos al mismo tiempo. El Santander considera directamente inaplicable esta medida, y añade que penaliza a la banca minorista -tendrá los mismos requisitos que la de inversión- y que alterará el equilibrio de las entidades, al tener que financiar créditos a corto plazo con pasivos a largo.
Estas exigencias de liquidez obligarán a la banca española a renunciar en buena medida a la financiación a corto plazo del BCE y explican en parte la guerra por captar depósitos que vive el sector, ya que los depósitos sí son considerados financiación estable a largo plazo según Basilea III. Otros elementos a los que se opone la banca española son la exclusión del capital de los créditos fiscales (pérdidas del pasado que ahorran impuestos en el futuro) y la de las participaciones en otras entidades financieras o aseguradoras, porque desincentiva mantenerlas. Asimismo, cree que el exceso de provisión genérica sobre la pérdida esperada debería computar como capital.
[Fuente: Cotizalia, Madrid, 22abr10]
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