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26jun13


Brufau obtiene holgada mayoría para rechazar la propuesta de Pemex sobre el conflicto con YPF


A las cinco de la tarde, antigua hora taurina, ha convocado Repsol el consejo de administración en el que Antonio Brufau tiene preparada su mejor faena de aliño para rematar con estocada y descabello la llamada 'oferta Pemex' sobre el conflicto con YPF. En realidad, la propuesta va a llegar muy tocada a la reunión del máximo órgano de gobierno de la petrolera porque la multinacional mexicana tampoco está muy dispuesta a reconocer su paternidad responsable después de comprobar el escaso interés que la idea ha suscitado en la comunidad financiera internacional.

Pemex se ha quedado sola en su afán de forzar el acuerdo porque La Caixa se ha desentendido totalmente de la propuesta que, en algunos momentos, parecía estar amparada también por la entidad de crédito catalana. Para evitar cualquier malententido, Isidro Fainé declinó esta mañana su asistencia al consejo de Repsol, delegando su representación en Juan María Nin, el director general de La Caixa y vicepresidente de CaixaBank, que también es consejero de la compañía petrolera.

El plan auspiciado por la multinacional mexicana, y del que dio cuenta El Confidencial el pasado viernes, se resume en la creación de una empresa conjunta a tres bandas con YPF y Repsol para explotar una serie de campos del gran yacimiento de Vaca Muerta. La empresa expropiada en abril de 2012 por el Gobierno argentino tendría la mayoría del capital, un 51%, en la eventual joint venture, mientras que la petrolera española se quedaría con un 47% y su homóloga mexicana actuaría de convidado de piedra con un 2%.

Las valoraciones de los activos transferidos a la futura sociedad instrumental se han establecido con la suficiente imaginación financiera como para que, al cambio, Repsol pueda presumir de haber recibido una compensación de 5.000 millones de dólares. Esta cifra incluye 1.500 millones, parte en un bono y parte en efectivo, que la empresa española debería reinvertir en Vaca Muerta. En definitiva, unas cifras que están muy lejos de cualquier parecido con la realidad y que obligarían a Repsol a volver a Argentina con la cabeza baja, lo que ha sido considerado por los analistas como un 'regalo envenado' para la compañía que preside Brufau.

El máximo responsable de la petrolera española está harto de las tentaciones procedentes del Gobierno que preside Cristina Kirchner, en las que los principales socios de referencia de Repsol han sido utilizados como emisarios ocasionales. Ahora ha sido Pemex, pero no hace muchos meses fue el propio Fainé quien acudió invitado a la Casa Rosada con la intención de buscar una solución de emergencia al conflicto planteado a raíz del expolio de YPF.

Llueve sobre mojado

Fainé evitó finalmente las presiones de los dirigentes argentinos y salió indemne de su labor redentora porque, a la postre, Brufau prefirió no darse por enterado de una oferta que era muy parecida a la que ahora se formula con el sello de Pemex. En febrero el plan consistía también en definir una sociedad mixta con YPF para explotar un tercio de Vaca Muerta. El papel de Repsol se limitaba, eso sí, a un 20% del negocio que sería controlado en un 80% por su antigua filial argentina. Al igual que ahora, Repsol recibiría 1.500 millones de dólares; 400 en efectivo y otros 1.100 en un bono soberano de la República Argentina, en señal de compensación pero con la condición de reinvertir dichos recursos en el proyecto conjunto de Vaca Muerta.

Como se puede apreciar la oferta de Pemex es una versión reducida y corregida de la que Cristina Kirchner planteó a Fainé, pero esta vez la diferencia reside en la actitud de Brufau. Quizá por eso que la multinacional mexicana quiera en última instancia aparecer como un simple mediador y haya preferido ahora que su nombre se retire en el dossier de una propuesta que, en realidad, ha sido elaborada al dictado del Gobierno argentino. Sea como fuere, el presidente de Repsol considera que llueve sobre mojado y desea que el consejo de administración de la petrolera se pronuncie sobre unos planteamientos que obligarían a la compañía española a renunciar de todos los derechos que le asisten por la expropiación de YPF.

Repsol no está dispuesta a desistir de sus acciones legales en busca de un justiprecio razonable. El pleito internacional está tasado por la petrolera española en 10.800 millones de dólares, una cifra que marca el punto de partida de cualquier negociación con el Gobierno de Cristina Kirchner. La posibilidad de una solución amistosa está siempre abierta, pero nunca mediante ofertas que no son de recibo y que atentan contra los intereses de la empresa española y la inteligencia de sus actuales responsables ejecutivos.

[Fuente: Por José Antonio Navas, El Confidencial, Madrid, 26jun13]

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