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14feb15


Juan Luis Cebrián, el hombre que fagocitó a los Polanco, pone a Prisa al borde del precipicio


En 1947, se puso en marcha el conocido como Reloj del Apocalipsis para representar lo cerca que se encuentra la Humanidad de su destrucción. De este modo, cuanto más se acercan sus dos manecillas a la medianoche, más riesgo existe de que se extinga la especie. Actualmente, está parado en las 23.57, una hora similar a la que marcaría en el Grupo Prisa, en caso de que este aparato imaginario se utilizara para medir lo cerca del desastre que se encuentra esta empresa. Son varias las causas que se pueden buscar para explicar el imparable deterioro de esta compañía de medios de comunicación, pero si en los últimos años hubiera que buscar un responsable último de esta crisis, el más señalado sería Juan Luis Cebrián.

El pasado 30 de enero, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) publicaba un hecho relevante que simbolizaba el fin de una era. En este anuncio, se comunicaba la salida de Prisa del Consejo de Administración de Mediaset y, por tanto, la pérdida definitiva de su voz y voto en el ámbito de la televisión española. El grupo que en su día aguantó las embestidas del aznarismo y su Vía Digital, manteniendo a flote Canal Satélite Digital, perdía su última gota de poder en el negocio. La compañía que armó Canal Plus y Cuatro (aunque este último acabara siendo considerado como un premio de consolación) veía desvanecerse toda su influencia en el sector audiovisual, a la espera de que Competencia certifique la operación por la que venderá Digital Plus a Telefónica.

Analistas del sector coinciden en que el principio del fin del imperio televisivo de Prisa puede fecharse en diciembre de 2007, cuando Cebrián planificó una OPA para que la compañía de los Polanco se hiciera con el 100 % del capital de Sogecable. Su visión estratégica capituló ante su "megalomanía", puesto que la operación se lanzó cuando los títulos de esta plataforma audiovisual batían su récord histórico en bolsa. La empresa se valoró en 3.800 millones de euros, lo que elevó la deuda del grupo hasta niveles estratosféricos.

El desastre de la 'guerra del fútbol'

En esa época ya se habían desatado las hostilidades de la primera 'guerra del fútbol', que enfrentó a Prisa y a Mediapro. Es decir, a una emergente productora audiovisual catalana que contaba con excelentes amigos dentro del Gobierno de Rodríguez Zapatero; y a un grupo de comunicación de los Polanco que veía cómo su influencia en este nuevo PSOE no era, ni de lejos, la que tenía en tiempos de Felipe González, cuando entre la prensa de derechas existía el chascarrillo de que El País era una prolongación del BOE.

El conflicto surgió cuando Jaume Roures decidió negociar la compra de los derechos de emisión del fútbol con cada equipo, lo que Cebrián consideró como un incumplimiento del contrato de explotación que habían firmado entre ambas partes. Entonces, inició una batalla judicial en la que obtuvo la razón por parte del juzgado de primera instancia y de la Audiencia Provincial de Madrid.

Pero recientemente el Tribunal Supremo se la ha quitado y, por tanto, le ha ahorrado a Mediapro abonar una cantidad de 320 millones de euros que se daba por supuesto que caería en Prisa. El conflicto en el que Cebrián invirtió tantos recursos económicos y tantas páginas de su principal diario caía del lado de su rival; y todo parece indicar que ahora deberá hacer frente a varios millones de euros que le reclamará Roures, en concepto de daños y perjuicios por todos estos años de litigios.

La decadencia de El País

Son muchos los síntomas que reflejan la decadencia económica del Grupo Prisa desde que Juan Luis Cebrián accedió a su trono y, con habilidad, consiguió mermar poco a poco el poder de los Polanco. Basta con observar que, mientras en 2008 las acciones de la empresa rondaban los 10 euros, actualmente se cotizan a 0,26 céntimos de euro. Su valor ha disminuido a un ritmo similar al que ha descendido la tirada de El País, que en la última década ha menguado de un modo alarmante.

Su apuesta informativa tampoco parece la más acertada, como señalan a este medio redactores del propio periódico; y en la redacción de Miguel Yuste arrecian las críticas a Cebrián y a su director, Antonio Caño, por el acercamiento editorial al Gobierno. Critican que este giro se consumara justo en el momento en que la deuda de Prisa fue refinanciada a través de una operación en la que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, jugó un papel protagonista.

Periodistas veteranos del propio periódico reconocen que el volumen y la repercusión de las exclusivas de El País "no tiene ni pinta de comparación" actualmente con el de hace unos años; y lamentan que cada vez sean más frecuentes los episodios que "dejan en evidencia" el periodismo que se presenta en su papel y en su web. Citan como ejemplos cercanos la noticia "no contrastada" sobre el currículum de Juan Carlos Monedero; o la cuestionable encuesta que se lanzó pocas horas después de que Pedro Sánchez destituyera a Tomás Gómez, en la que el PSOE remontaba hasta convertirse en la primera opción política de los ciudadanos consultadas.

Un frenazo en Latinoamérica

El otro gran proyecto de Juan Luis Cebrián que no funciona al ritmo deseado es el de la expansión de los negocios por Latinoamérica, como se evidencia en la última cuenta de resultados presentada por la compañía. En el tercer trimestre de 2014, Prisa facturó en este subcontinente 460 millones de euros, una cantidad que resultó un 12 % inferior a la del año anterior.

Tal y como explicó la empresa, este descenso se debió a la volatilidad del cambio. Sin embargo, ni mucho menos está previsto que remonten durante el presente ejercicio, en el que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido pesimista con respecto a las previsiones de crecimiento de las economías de la región.

Todos estos factores han situado al imperio que maneja Juan Luis Cebrián en una posición extremadamente delicada. Parece claro que la supervivencia del grupo pasa por adoptar políticas de un carácter diferente a las actuales. Pero no se atisba en el horizonte ningún cambio de rumbo. Un periodista con varias décadas de experiencia en Prisa expresaba hace unos días a este periódico su temor de que la situación llegue a un punto límite y, entonces, se escuche a quien tomó este tipo de decisiones decir aquello de "¡huid, huid, que viene el coco!", como afirman algunos historiadores que dijo el general Silvestre cuando se vio rodeado por los rifeños y sin provisiones en la batalla de Annual.

[Fuente: Por Rubén Arranz, Vozpópuli, Madrid, 14feb15]

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