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27feb06
La crisis energética impulsa las operaciones de fusiones y adquisiciones en la industria nuclear.
El Gobierno francés ha renunciado a la privatización parcial de Areva, pivote de su estrategia en la industria nuclear. El presidente francés, Jacques Chirac, promete el desarrollo de reactores de cuarta generación antes del 2020. La noticia coincide con la compra de la estadounidense Westinghouse por la japonesa Toshiba. El nuclear gana puntos
El viento sopla a favor de la industria nuclear, impulsado por la crisis energética. La adquisición por Toshiba de la rama nuclear de Westinghouse, por valor de 5.400 millones de dólares (4.500 millones de euros), es un síntoma. Para todo el mundo, Westinghouse es una marca norteamericana, pero la verdad es que a finales de los noventa -con la energía nuclear en horas bajas- su división especializada fue vendida a la British Nuclear Fuels (BNFL), empresa pública que pagó 1.100 millones de dólares. El gobierno laborista tenía como objetivo integrarla para mejor privatizar el conjunto. Pero el ejecutivo inglés no quiso o no pudo concretar aquella intención y ahora acaba de enajenarla a los japoneses, por un precio cinco veces superior al de compra.
La irremediable crisis petrolera ha reabierto el expediente de la energía nuclear en tres frentes: 1) hay 450 reactores en funcionamiento en una treintena de países, y se prevé duplicar el parque antes del 2050; 2) el lobby nuclear, rico y muy activo, ha perdido el temor a enfrentarse a los movimientos ecologistas, y 3) el mercado que está en el candelero es China, donde el debate, si existe, no trasciende. Pekín dedicará 45.000 millones de euros a la construcción de 30 a 40 reactores en los próximos quince años.
Japón, donde la energía nuclear sí es discutida, tiene 59 reactores en funcionamiento, lo que significa que el mercado está saturado para los fabricantes locales. Toshiba, Mitsubishi, Mitsui y Marubeni buscan su futuro fuera del archipiélago, y China es la mejor opción, por tamaño y por cercanía. El giro que está dando el mercado mundial explica que Toshiba elevara la puja hasta triplicar el precio por Westinghouse, derrotando así a Mitsubishi y General Electric, que como ella pretendían acceder a la tecnología de reactor de agua a presión, opción preferida de Pekin frente a la de agua en ebullición que usan sus reactores actuales.
Para aplacar las reticencias, Toshiba ha prometido mantener la autonomía de Westinghouse y ceder el 49% a otro u otros socios. Se dice que un beneficiario pudiera ser el grupo estadounidense Shaw, especializado en servicios de ingeniería nuclear, movida con la que buscaría obtener apoyo político en Washington frente a las autoridades chinas, con el argumento de mantener el empleo en Pittsburgh.
China tiene un problema energético que se agrava con el tiempo. Es el segundo consumidor de electricidad del mundo, con un ritmo de crecimiento del 15% anual, pero es débil en capacidad de generación. Sus recursos de carbón están en el norte y los hidroeléctricos en el oeste, mientras que el desarrollo económico se asienta en el sudeste. El programa previsto añadirá 40 millones de kilovatios a la capacidad instalada, pero incluso con esta adición la energía nuclear representaría en el 2020 el 4% del consumo (1,8% actualmente). Es inminente la adjudicación de contratos para suministrar cuatro reactores, por 7.000 millones de euros, con sólo dos candidatos en liza, ambos de tercera generación: el nuevo AP1000 de Westinghouse y el EPR de la empresa francesa Areva, líder del mercado mundial.
Un reactor es la parte más espectacular de un ciclo que incorpora elementos convencionales, entre ellos turbinas de vapor. En esta categoría, Areva ha seguido la pauta gubernamental, asociándose con Siemens en detrimento de Alstom, obligada a buscar su propio camino. Como cada vez que se pone de manifiesto un desencuentro francofrancés, vuelve ahora a hablarse de una posible alianza francoalemana, que llaman una EADS nuclear, con aspiraciones globales.
[Fuente: La Vanguardia, Barcelona, Esp, 27feb06]
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