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13sep08


Lehman Brothers (1844-2008)


El silencio que reina en algunos departamentos de Lehman Brothers es helador. “Los directores de Tesorería en Nueva York ya han optado por no ir a trabajar”, dijeron a El Confidencial fuentes próximas al banco de inversión. “No hay negocio, nadie quiere contratar con ellos”. El trágico panorama de estos días es radicalmente diferente a la efervescencia que vivía hace poco más de medio año el banco de inversión más antiguo de los Estados Unidos. Efervescencia como culmen de un crecimiento imbatible que ha caracterizado a la entidad a lo largo de sus 164 años de existencia.

El batacazo de esta semana ha sido especialmente doloroso para un banco que no ha hecho más que crecer y superar con éxito obstáculos imposibles desde que nació como tienda de ultramarinos en la Alabama de 1844. Hasta hace poco más de un mes, Lehman era la cuarta financiera más grande de Wall Street por valor de mercado. Ha sobrevivido a todas las crisis económicas de los siglos XIX, XX y XXI, y ha sabido aprovechar los profundos cambios que ha experimentado la economía norteamericana durante todo este tiempo para impulsar con éxito su negocio financiero.

En el 2007 y por cuarto año consecutivo, la “Financiera más Admirada” según la revista Fortune, registró niveles récord en su beneficio neto por acción; en el 2006, ocupó el primer puesto en el ranking anual de Barron’s 500 -que mide el rendimiento de las corporaciones más importantes de Estados Unidos y Canadá-; y en el 2005, Standard & Poor’s, la agencia de calificación de riesgo, subió el rating de la deuda de Lehman a largo plazo de A+ a A, citando su efectiva diversificación de las ganancias y su buena gestión del riesgo.

Pero la euforia ha sido la principal enemiga de la previsión. Mientras otros bancos se anticipaban al tsunami financiero que estalló en el verano del 2007, Lehman seguía disfrutando de la abundancia acumulada en el transcurso de casi dos siglos de victoria. Tras el esplendor, sin embargo, los activos basura se multiplicaban como un cáncer. Lo acontecido esta semana ha sido la crónica de casi una muerte anunciada. Casi.

Buscando desesperadamente a un comprador

Este fin de semana será crucial para la salvación o la quiebra de Lehman. La Reserva Federal y el Tesoro de EEUU comenzaron el jueves a buscar a contrarreloj un comprador para el banco ante el derrumbe de su cotización en bolsa. Los nombres que más suenan son los de Bank of America (sólo o con varios fondos) y Barclays, pero parece que está costando bastante más encontrar a alguien dispuesto a ‘comerse el marrón’ que en el caso de Bear Stearns, comprado por JP Morgan con la mediación de la Fed en marzo.

Lehman Brothers, que estaba en el ojo del huracán desde hace semanas (y que el lunes veía dimitir a su histórico máximo responsable en Europa y Asia, Jeremy Isaacs), se hundió un 45% el miércoles tras anunciar el fracaso de las conversaciones para dar entrada en su capital a la entidad coreana KDB, que era la gran esperanza de salvación del banco.

El derrumbe se interrumpió el miércoles pasado pese a anunciar unas escalofriantes pérdidas trimestrales de 3.900 millones de dólares. Sin embargo, el mercado acogió inicialmente con optimismo el anuncio de una batería de medidas para enderezar su rumbo: recorte del dividendo por un importe de 450 millones, la venta masiva de activos tóxicos inmobiliarios y la de algunas unidades como la gestora Neuberger Berman, que cuenta con el 70% de los 280.000 millones de dólares de patrimonio gestionado del banco.

Pero la alegría duraba poco. El jueves volvía a desplomarse más del 40% después de que Moody’s anunciaba que rebajaría su rating si no encontraba un socio financiero más fuerte. Además, su rival Merrill Lynch echaba más leña al fuego diciendo que Lehman podía venderse por el precio de una cción. La situación estaba fuera de control, lo que obligaba a las autoridades a tomar cartas en el asunto para buscar un comprador. Y en ésas estamos.

¿De dónde viene la crisis? El problema es la elevada exposición inmobiliaria del banco, sobre todo en el sector comercial -32.600 millones de dólares- y menos en el residencial -17.200 millones-. Casi toda esta exposición son créditos y activos (edificios, participación en centros comerciales, etc.), no derivados de crédito, ni titulizaciones, ni CDOs. Aunque la mayor parte de esos créditos no son morosos, Lehman tiene que valorarlos al precio de mercado (el famoso mark to market) y en muchos casos el tipo de interés al que se concedieron esos préstamos es inferior al coste de financiación actual del banco. En el tercer trimestre, las provisiones por esta valoración fueron de 6.400 millones de dólares, que se comieron todo el beneficio ordinario y provocaron esas pérdidas de 3.900 millones.

Las prisas por salvar Lehman responden al desplome de la cotización y al riesgo de que los clientes huyan del banco y de que sus acreedores le corten el crédito. Y, al igual que ocurría con Bear Stearns, la participación del Tesoro y la Fed en la operación trata de evitar un efecto dominó que arrastre al conjunto del sistema financiero por su exposición directa a Lehman o por el riesgo de contrapartida en su operativa como broker. Aunque su situación de liquidez es más sólida que la de Bear, como certifica Standard & Poor’s (tiene 40.000 millones en caja), la espiral en la que ha entrado le aboca sin remedio a la venta.

El gobierno no puede salir al rescate

El problema es que Lehman no puede ser rescatado directamente por el Gobierno, por dos razones: primero, porque Bush acaba de gastarse 140.000 millones de dólares (como mínimo, porque seguramente será mucho más) en salvar a Fannie Mae y Freddie Mac, con una economía al borde de la recesión y con un déficit público galopante; y segundo, porque en este caso no hay un interés social de salvar el mercado hipotecario que justifique una medida tan intervencionista y contraria a la cultura norteamericana.

Así que la única opción es repetir la jugada de Bear Stearns. Aunque el valor de Lehman tras el derrumbe en bolsa apenas supera los 2.000 millones de dólares, los potenciales compradores quieren que el Gobierno les dé una garantía contra potenciales pérdidas derivadas de la operación, al igual que hizo entonces con JP Morgan (en aquel caso, el Ejecutivo se comprometió a absorber pérdidas potenciales de hasta 29.000 millones). Y ése parece ser el principal escollo para alcanzar un acuerdo: aunque no sea el comprador, la Administración Federal es muy reticente a conceder este tipo de avales por el peligroso mensaje que está lanzando de que va a rescatar a cualquier entidad con problemas.

Las contrapartidas son el riesgo moral de estas operaciones –las autoridades salvan a los bancos que se han hinchado a ganar dinero con prácticas excesivamente arriesgadas-, así como los daños para los accionistas –cuyos títulos ya no valen prácticamente nada- y los titulares de bonos –que no saben su podrán recuperar su dinero-.

Según el Wall Street Journal, el objetivo de las autoridades norteamericanas es anunciar un acuerdo antes de la apertura asiática del lunes (en la madrugada del domingo al lunes en Europa). Estas prisas reducen notablemente el número de potenciales compradores, puesto que quedan excluidos los bancos con grandes diferencias horarias como los japoneses (se ha hablado de Nomura) o que tienen que obtener una aprobación de su regulador para una operación de este tipo.

Las entidades con tamaño y capacidad suficientes para absorber Lehman son un grupo muy reducido. En EEUU, aparte de Bank of America, aparece Goldman Sachs, que desmintió estar interesado el jueves. En Europa sólo el británico Barclays aparece en las quinielas, puesto que BNP Paribas, HSBC, Deutsche Bank –que ayer cerró la compra de Postbank- y Santander no parecen tener interés. Si no se encuentra un comprador individual, el Tesoro y la Fed podrían optar por trocear Lehman y venderlo en pedazos a un consorcio, al estilo de ABN Amor: banca de inversión, gestión de activos y negocio inmobiliario (a precios de ganga, claro).

El Financial Times anunciaba ayer por la tarde que un consorcio formado por Bank of America, el fondo de capital riesgo JC Flowers 8que ya intentó comprar Northern Rock) y el fondo soberano chino CIC estudia presentar una oferta. En todo caso, todos los expertos insisten en que la clave está en que el Gobierno ofrezca algún tipo de protección contra posibles pérdidas.

[Fuente: El Confidencial, Madrid, Esp, 13sep08]

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