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20oct10


Londres afronta los mayores recortes en tiempos de paz para atacar el déficit


La era de la austeridad llega oficialmente a Reino Unido. Los conservadores llevaban anunciándola prácticamente desde antes de hacerse con el poder y hoy George Osborne la bautizará con la "Revisión Integral de Gasto", un tijeretazo de 83.000 millones de libras que pretende saldar el histórico déficit a final de la presente legislatura. El del año pasado ascendió a 155.000 millones y en este ejercicio se espera que llegue a los 149.000 millones de libras. El pasado mes de junio, cuando presentó el Presupuesto de emergencia, el chancellor ya advirtió de que se aproximaban tiempos difíciles. Pero entonces no facilitó muchos detalles. Será hoy cuando los británicos sepan cómo les afectarán las medidas.

Se trata de la mayor concentración de gasto desde los programas de David Lloys George a principios de los años 20. Sin embargo, David Cameron no ha parado de repetir que es la solución "correcta, justa y necesaria" y, para neutralizar los ataques laboristas, la estrategia pasa por no tocar las áreas que éstos habían marcado como intocables: hospitales, escuelas primarias, cooperación internacional e Interior. En las bancadas tories existe cierto nerviosismo por miedo a recordar demasiado a los tiempos de Thatcher, pero Osborne se siente confiado. No ha escuchado las voces que le pedían un "plan B" y el apoyo de última hora de los líderes empresariales de 35 de las mayores empresas de Reino Unido le han dado aún más fuerza.

No se puede decir lo mismo de Nick Clegg, el viceprimer ministro del Gobierno de coalición. El líder de los liberal demócratas ha visto cómo su formación ha caído en picado en las encuestas, castigada por aquellos que les consideran una simple marioneta de los conservadores. Los recortes le han pasado factura y los suyos no le perdonan que haya tragado con asuntos tan escabrosos como la subida de las tasas universitarias. Si su baja popularidad continúa, corre el riesgo de perder en mayo el esperado referéndum sobre la reforma electoral, el objetivo que su partido ha perseguido durante años y uno de los precios que se puso a la coalición. Cameron y los suyos ya han manifestado públicamente que votarán en contra.

Ambos partidos saben que se avecina un periodo conflictivo con el electorado. Hay mucha tensión, porque el Ejecutivo se prepara para exprimir el Estado del Bienestar y la principal cornada, ya confirmada, a los llamados benefits no ha estado exenta de polémica. Primero, porque no aparecía en el manifiesto electoral tory. Segundo, porque deja situaciones un tanto ridículas. A partir de 2013, el Gobierno retirará las ayudas por hijos a las familias en las que uno de los cónyuges tenga ingresos anuales superiores a 43.875 libras, aunque sólo entre un sueldo en casa. Curiosamente, si entre la pareja suman 87. 750 libras seguirán recibiendo la retribución. Más de 1,2 millones de hogares se verán perjudicados. La meta es ahorrar 1.000 millones de libras.

Cortar el grifo a quienes no trabajan

Entre otras medidas, el Ejecutivo también quiere modificar el sistema que evalúa las pensiones de discapacitados y poner coto a las ayudas públicas con valor superior al salario medio de una familia británica. En Reino Unido, tocar estas pagas es casi un sacrilegio, pero lo cierto es que muchos expertos consideran que la cultura de los befenefits ha ido demasiado lejos. Tal y como está planteado el sistema actual, 130.000 personas perderían 90 peniques de ayudas estatales por cada libra que ganarían con un empleo. Alrededor de 1,7 millones de personas, perderían 70 peniques. A día de hoy, existen 4,8 millones ciudadanos en edad de trabajar que viven en hogares con todos sus miembros en paro.

Para hacer frente a la situación, el Gobierno está decido a cortar el grifo a aquellos que rechazan las ofertas de trabajo. Los pasos se dirigen hacia el modelo que a finales de los 90 implantó en Estados Unidos la administración de Bill Clinton. La base es la siguiente: si quieres seguir recibiendo dinero, tienes que contribuir de alguna manera a la comunidad. El método ya ha sido copiado en Canadá, Australia y algunos países de Tercer Mundo. Para el llamado Estado de bienestar el Ejecutivo emplea 194.000 millones de libras, una cifra muy significativa si se compara con los 40 millones de libras que se dedican a Defensa.

Austeridad en Defensa

Precisamente el departamento de Liam Fox ha sido uno de los más conflictivos para David Cameron. Y no sólo por los problemas con el ministro, rival en el pasado por el liderazgo conservador, sino por las tensiones con Washington. Y es que, a los ajustes, se suma la revisión de ayer de la estrategia en Defensa y Seguridad, la primera en doce años. Entre otras cosas, se da de baja al portaaviones HMS Ark Royal, buque insignia de la Marina Real. Se trata del único portaaviones británico totalmente operacional. Botado en 1985 debía pasar a desguace en 2014. Pero el Gobierno ha adelantado los trámites y la decisión se traduce en que Reino Unido no podrá hacer despegar cazas desde el mar hasta 2019 o incluso 2020, fecha en que estará en funcionamiento uno de los dos nuevos portaaviones en construcción.

La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, ha llegado a expresar públicamente su preocupación por las consecuencias del programa de austeridad en las operaciones militares actuales. En un principio, Defensa se enfrentaba a unos recortes de entre el 10 y 20% -nada comparado con el 40% de otros ministerios- pero, tras muchas negociaciones, Fox ha conseguido reducir la cifra a un 8%, no sin ayuda de dirigentes militares que emprendieron una campaña coordinada de presión mediática.

Con los nuevos ajustes, el departamento de Justicia ha sido uno de los peor parados. Tendrá que afrontar previsiblemente recortes del 30%, lo que obligará irremediablemente a una reducción de la capacidad de gestión de los centros penitenciarios y, con ello, del margen de presos.

Con todo, el plan de hoy no sólo es la gran prueba para el Gobierno de coalición, sino también para Ed Miliband. El nuevo líder laborista ha elegido a Alan Johnson como responsable de Tesoro en el Laborismo. A priori, el ex ministro del Interior no era el idóneo para el puesto debido a su falta de experiencia. Él mismo ironizó con que lo primero que haría sería conseguir un manual de "Economía para Principiantes". Ed Balls era el aparecía en todas las encuestas, pero Miliband se decantó por uno de los pesos pesados de la formación. Necesitaba conseguir el respeto y unidad dentro de sus filas, que aún le miran con recelo pensando que debería haber sido su hermano David quien se tendría que haber hecho con el cargo.

Cuando estaba en el poder, el Laborismo quería hacer frente al déficit con un equilibrio basado en 67% de recortes y un 36% de subida de impuestos. El nuevo líder se decanta ahora más al 50-50. Es consciente de que su plan alternativo no es creíble, no gozará de autoridad.

[Fuente: Por Celia Maza desde Londres, Cotizalia, Madrid, 20oct10]

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