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26jun07
Canada es la primera fuente de inversión extranjera en Cuba.
Es una conquista silenciosa, pero efectiva. Sin decir nada, como de puntillas e ignorando al poderoso vecino de en medio, Canadá se ha ido metiendo en casa de los Castro hasta ganarse su plena confianza y convertirse en huésped principal.
Mientras todo el mundo habla de la relación La Habana-Caracas, el pacífico septentrional país americano, tan capitalista como el que más, se consolida como primera fuente de turismo y de inversión externa en Cuba; como uno de los motores de su desarrollo. Todo un ejemplo de real politik en esta parte del mundo; una toma de posiciones que los acontecimientos convertirán en acertada apuesta o pecado de confianza.
Raúl Castro, vicepresidente en funciones desde que su hermano Fidel cayó enfermo el 29 de julio de 2006, aparecía con una sonrisa de oreja a oreja en las fotos que el jueves abrieron los dos diarios oficiales, “Granma” y “Juventud Rebelde”. A su lado, un señor alto con barba gris pero aspecto jovial y en mangas de camisa sonreía tanto o más que él. Era el presidente de la compañía canadiense Sherrit Utilities Inc., Ian Delaney, con quien el Gobierno cubano acababa de presidir la inauguración de dos grandes unidades de generación eléctrica construidas a medias y la firma de un acuerdo para nuevos proyectos dentro de la empresa mixta Enargas.
El empresario anunció inversiones en la isla por un total de 1.250 millones de dólares en los próximos tres años. Ahora la inversión anual canadiense se estima en unos 1.000 millones de dólares.
Delaney tenía razones para estar contento. La Sherrit posee en Cuba importantes negocios de petróleo, gas, níquel, electricidad y turismo, es decir, en todo lo que aquí importa y da dinero; máxime con lo que los precios del petróleo y el níquel han subido. La corporación canadiense gana con todo ello decenas de millones de dólares cada año. Y controla buena parte de la industria energética del país. Un hecho que invita a pensar si se recuerda la guerra que España dio para evitar que una empresa extranjera (EON) se apoderase de su producción eléctrica.
Pero los dirigentes cubanos que aparecían en las fotos también tenían motivos para celebrar los acuerdos con el señor alto y simpático del norte, y para elogiar “la seriedad y visión de futuro de la Sherrit”, como hizo el vicepresidente Carlos Lage; los proyectos conjuntos le permitieron cantar victoria en la guerra que Cuba libra desde hace decenios contra los apagones. “Ya no tenemos interrupciones del servicio por falta de generación, que ahora supera la demanda máxima”, anunció Lage. Sigue habiendo cortes por problemas en la red, pero La Habana confía en arreglarlos en dos años.
Relación estrecha
Dos de cada cien canadienses, 600.000 en total, visitan cada año Cuba. Aviones de compañías canadienses les transportan casi en masa, en 125 vuelos semanales. Van sobre todo a Varadero y los cayos. Les ponen una pulsera plástica de todo pagado - productos canadienses en gran medida- y a gozar. Son discretos, respetuosos y no suelen causar escándalos. “Van a lo suyo”, dice un directivo hotelero.
La actitud del Gobierno es idéntica. La embajada de Canadá en La Habana tramitó a este diario en respuesta a su solicitud de datos sobre la relación bilateral. Cuando recordamos que no hacía un mes que el viceministro de Exteriores visitó la isla e hizo declaraciones, el diplomático consultado subrayó que no fue la embajada la que dio ni buscó publicidad a la visita.
Canadá es, junto a México, uno de los dos únicos países americanos que mantienen con Cuba relaciones diplomáticas ininterrumpidas desde 1945. También es el primero que (en 1997) entabló con La Habana un diálogo sobre derechos humanos como el que ahora mantiene España, si bien el intento no dio frutos y se fue diluyendo.
Ottawa siempre ha rechazado el bloqueo estadounidense, con voto en contra de la medida ante las Naciones Unidas, e incluso se ha blindado legalmente frente a la legislación del embargo mediante su ley sobre Medidas Extraterritoriales Extranjeras, de 1985.
Canadá, definitivamente, evade a EEUU en lo que a Cuba se refiere. Si la isla vuelve a abrirse a la inversión extranjera (como hizo tras la caída de la URSS) y lo hace de forma decidida, los canadienses le habrán ganado al resto de Occidente.
[Fuente: La Nación, Santiago de Chile, 26jun07]
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