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08jul11
Brasil en la FAO: un esperado cambio de posición
Brasil es hoy claramente lo que antes era la Argentina en el sector agropecuario mundial: el granero del mundo. Esto es un resultado, combinado, de sus aciertos y de nuestros gruesos errores.
Por ello, Brasil es ya el mayor exportador del mundo de azúcar, café, etanol, jugo de naranja y soja.
Duplicó, además, su producción de granos en una década y hoy, después de abastecer su consumo doméstico, exporta sus excedentes de maíz y arroz. En la actualidad, sólo es dependiente de sus importaciones de trigo.
Como país, con una clara visión de sus intereses y de su propio futuro, Brasil impulsó estratégicamente la candidatura de un ex ministro de Lula da Silva para el cargo de director de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, según sus siglas en inglés). Y tuvo éxito.
Graziano da Silva, de 61 años, derrotó –en la segunda votación– al candidato español, el ex canciller Miguel Ángel Moratinos, al que José Luis Rodríguez Zapatero, después de desplazar de su gobierno, apoyó con gran intensidad en la FAO. Da Silva triunfó por 92 votos a 88 de Moratinos, en una típica elección que enfrentó al norte con el sur. El brasileño reemplazó al senegalés Jacques Diouf, quien, con una gestión anodina, condujo a ese organismo durante 20 años.
Da Silva ha sido ministro de Agricultura de su país y se lo tiene como ejecutor del programa Hambre Cero, que –desde 2003– sacó de la miseria a unos 30 millones de brasileños durante la gestión de Lula da Silva. Tiene, además, una importante experiencia en la propia FAO, desde que fue su responsable para América latina.
Además, el brasileño derrotó a otros cuatro candidatos, propuestos por Irak, Irán, Indonesia y Austria, quienes quedaron en el camino y no llegaron siquiera a participar en la rueda final de la votación.
Graziano da Silva dirige ya el organismo mundial, dotado de un presupuesto de más de 1.500 millones de euros y con más de 3.600 empleados distribuidos por todo el mundo.
Los biocombustibles.
Una de sus primeras declaraciones tiene que ver con un esperado cambio de posición de la FAO respecto de los biocombustibles, sobre los que pidió “no demonizarlos”.
Después de todo, el mundo utiliza una quinta parte de la producción total de caña de azúcar en producir biocombustibles y Brasil es el líder indiscutido en ese capítulo.
Una nueva óptica sobre un tema en el que hasta ahora la FAO venía sosteniendo que su producción era preocupante, porque –se decía– contribuye a aumentar los precios de los cereales, en especial los del maíz.
Brasil es, queda visto, una máquina de generar éxitos que redundan en beneficio de sus intereses. La designación de Da Silva en la FAO parece ser uno más.
Por esto es de presumir que la visión del sur sobre los mercados de las materias primas agropecuarias, las restricciones a la exportación, la seguridad alimentaria, el proteccionismo agrícola y el uso de semillas genéticamente modificadas resonará ahora con más fuerza que antes.
[Fuente: Por Emilio J. Cárdenas, La Voz del Interior, Córdoba, 08jul11]
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