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24jul06
Virginia Vallejo conoció a fondo la clase dirigente colombiana de los ochenta.
La diva de Pablo Escobar Gaviria habló y, como en sus tiempos de vedette de la televisión colombiana, dejó atónito al país. “Lo único que Santofimio no hizo fue apretar el gatillo”, fue la expresión con que Virginia Vallejo definió el papel cumplido por el polémico ex senador tolimense en la telaraña criminal que segó la vida de Luis Carlos Galán. De paso, Vallejo puso a temblar a muchos que se sentían a salvo de los recuerdos de estas amargas horas.
Hoy, protegida por el gobierno de los Estados Unidos y dispuesta a revelar sus secretos a la justicia norteamericana, la diva vuelve a ponerse de moda para confirmar un secreto que hace 25 años no pasó de ser un rumor: Virginia Vallejo García fue la amante del capo. “Todos los fines de semana Pablo Escobar le mandaba su avión privado desde Medellín para recogerla en Bogotá”, lo confirmó el confeso narcoterrorista John Jairo Velásquez Vásquez, más conocido como Popeye.
Sin embargo, como sucede con la mayoría de hechos de violencia de la década de los años 80, apenas los colombianos comienzan a enterarse de quién era quién durante los tiempos de auge y caída del capo de capos. “He oído que Virginia Vallejo es la novia del reconocido y encumbrado narcotraficante Pablo Escobar. ¿Eso es cierto?”, preguntó un lector anónimo a El Espectador en junio de 1984. Todo el mundo sabía que sí, pero nadie se atrevía a confirmarlo.
Lo mismo que aconteció con el propio Escobar. Cuando fue elegido a la Cámara de Representantes por Antioquia, en marzo de 1982, muchos políticos, periodistas y estrellas de la farándula, entre otros, eran beneficiarios de su riqueza o se hacían los de la vista gorda para evitarse problemas con el capo.
Y al primero que se atrevió a señalarlo con nombre propio, el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, inicialmente lo dejaron solo en su cruzada y después fue asesinado el fatídico 30 de abril de 1984.
Dos colombianos más que quisieron emular a Lara Bonilla corrieron la misma suerte. Don Guillermo Cano Isaza recordó en las páginas de El Espectador los antecedentes criminales de Escobar desde 1976, y fue acribillado en la noche del 17 de diciembre de 1986. El coronel Jaime Ramírez Gómez, director de la Policía Antinarcóticos, lo persiguió con heroísmo, desmanteló sus laboratorios y le incautó sus bienes. También fue asesinado por la mafia, en noviembre de 1986.
Y así fueron estos tiempos. De muchos mártires y magnicidios, pero de mayor impunidad e hipocresía. Siempre se dijo que Pablo Escobar y el senador Alberto Santofimio Botero eran muy cercanos, quizás demasiado. Pero no pasó de eso: otro chisme de pasillos políticos. Entre tanto, Santofimio fue precandidato a la Presidencia de la República y director del Partido Liberal, entre otros honores políticos. Sólo cayó en desgracia cuando fue procesado en el expediente 8.000.
Años 80 de violencia y silencio podría ser el nombre para definir esta época. Los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela no eran reconocidos como capos, sino como grandes empresarios. Otros mafiosos eran los dueños de los equipos de fútbol profesional. Los dineros calientes permeaban la política a sus anchas. Ríos de dinero fácil enriquecieron a muchos que pasaron de agache. Apenas ahora se empiezan a descubrir los hilos secretos del narcotráfico.
Por eso, después de la sorpresa por las explosivas revelaciones de Virginia Vallejo respecto a la intervención de Alberto Santofimio en el crimen de Luis Carlos Galán, se han venido acumulando tímidas voces que confirman como la diva de los años 80 “siempre fue una mujer ambiciosa, de familia bien, pero obsesionada por los lujos y el poder”. Eso la llevó a los brazos de Pablo Escobar Gaviria y después a los de otros poderosos. Por eso tiene ahora muchas historias por revelar.
Pero, ¿cómo se relacionaron Virginia Vallejo y Escobar? Ella le dijo a El Nuevo Herald que los presentó un amigo común: Aníbal Turbay Bernal. Sin embargo, Turbay ya no puede desmentirla, porque paradójicamente murió el pasado 12 de mayo. No obstante, otro conocido de los dos lo ratifica: “Aníbal era pareja de Virginia Vallejo, quien para ese momento ya llevaba dos matrimonios a cuestas. El primero con Fernando Borrero y el segundo con David Stivel”.
Y agrega la fuente, que solicitó la reserva de su nombre: “Aníbal invitó a Virginia a Medellín a la inauguración de un centro comercial y en la noche hubo una fiesta en la casa de Pablo Escobar. Allí se conocieron. Entonces empezaron a salir y se enamoraron. Desde entonces, Escobar le pagaba lo que ella quisiera: viajes, ropa y lujos. Pero Pablo no era tonto, como todos los narcos; él sabía que a las mujeres lindas y famosas les encanta el dinero. Por eso la complacía, pero la mantenía a raya”.
El escritor Alonso Salazar, en su libro La parábola de Pablo, confirma los amores entre la diva y el capo, y sostiene que ella fue “muy útil para él en su labor de parlamentario”. Acto seguido refiere múltiples anécdotas en las que Virginia Vallejo se paseaba oronda por la hacienda Nápoles, “dejando boquiabiertos y envidiosos” a algunos de los más asiduos invitados de Escobar Gaviria: Rodríguez Gacha, Jorge Luis Ochoa, Fidel Castaño, Gustavo Gaviria o Fernando Galeano.
“Me enamoré de él. En alguna época creo que él también me quiso mucho. Yo me enamoré de un filántropo, un hombre adorado por su pueblo”, sostuvo Virginia Vallejo en El Nuevo Herald. No obstante, según Popeye en su libro El verdadero Pablo, Escobar Gaviria, acostumbrado a andar con mujeres bellas entre 16 y 30 años, “se refería a ella con cariño, pero se le salía de vez en cuando una frase: “¡Ya está viejita la pobre!”. Nadie sabe en qué momento se acabaron esos amores.
Como tampoco está muy claro cuál fue la relación entre Virginia Vallejo y Alberto Santofimio Botero. Ella sostiene que recorrió con él y con Pablo Escobar los pueblos de Antioquia y de la Costa Caribe colombiana. Santofimio ha mantenido silencio desde la súbita reaparición de la diva. Otra fuente consultada aseguró que los odios de Virginia Vallejo con el político empezaron por un apartamento que supuestamente aquel le prometió pero que nunca le escrituró.
Lo cierto es que hay múltiples testimonios gráficos de que Virginia Vallejo y Alberto Santofimio hicieron política con el capo de capos y que ambos gozaron de sus favores económicos. Lo que tendrá que explicar la ex presentadora es hasta cuándo. No cabe duda de que antes de entrar en su clandestinidad, hacia agosto de 1983, Pablo Escobar era muy cercano de ambos personajes. Lo que pasó después, hace parte de los interminables secretos de la ofensiva narcoterrorista.
Y precisamente, después del magnicidio de Luis Carlos Galán, en agosto de 1989, empieza a advertirse el ocaso y retiro de la vida pública de Virginia Vallejo y de Alberto Santofimio Botero. La diva hizo sus últimas apariciones en televisión hacia 1991 y desde entonces desapareció como por encanto. A su vez, Santofimio Botero empezó a declinar políticamente y, a los pocos años, estaba procesado y condenado por recibirle dineros a la mafia, pero la del cartel de Cali.
Conocedores de las entrañas del narcotráfico manifiestan que Virginia Vallejo también se pasó a las listas de los beneficiarios de los hermanos Rodríguez Orejuela. Y que los conoció también en muchos de sus secretos. Pero los más cercanos a la vedette recuerdan sus éxitos como vendedora de productos de belleza o sus negocios con antigüedades. Otros dicen que vivió en Santa Marta y que perdió buena parte de su dinero por un negocio equivocado.
Y de repente se perdió su rastro. Ella dice ahora que decidió reaparecer la primera semana de julio porque no podía permitir que el magnicidio de Galán quedara en la impunidad y no se supiera la responsabilidad de Santofimio. No obstante, hay quienes afirman que los acercamientos de Virginia Vallejo con la justicia norteamericana se venían consolidando desde hace meses. Lo único claro es que la diva estaba casi en la ruina y sin poder.
Sus estados económicos actuales lo ratifican. No registra ninguna operación financiera desde 1997, no posee cuentas de ahorros ni préstamos de consumo o hipotecarios, hace varios años canceló el servicio de televisión por cable, no tiene registro alguno de matrículas de vehículos, no aparece como miembro o accionista de alguna compañía, tuvo un apartamento en la calle 80 con carrera sexta en Bogotá, pero lo vendió hace 13 años y no está afiliada a ninguna EPS.
En pocas palabras, está quebrada. Pero con toda la disposición a no dejar de ser famosa. Esta vez a través de los libros o de la película que dejó entrever piensa promover para revelar sus secretos cuando conoció las entrañas de la mafia. Y desde Estados Unidos seguirá acusando a Santofimio, quien a su vez sigue empeñado en hacerle creer al país que conoció a Pablo Escobar y lo acogió políticamente, pero después se alejó y nada tuvo que ver con su barbarie.
Hilos sueltos de un país sin memoria reciente. Años 80 que pasaron como una ráfaga de crímenes sin mayores culpables. Herencia del narcotráfico que sigue arruinando la historia de Colombia. Muchos poderosos de entonces son hoy reos, pero muchas verdades siguen ocultas. Primero fue Popeye, ahora es Virginia Vallejo. Ambos protagonizan como conversos. Sus verdades a medias pretenden que la sociedad concrete lo que faltó hace 20 años: verdad y justicia.
[Fuente: El Espectador, Bogotá, Col, 24jul06]
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