EQUIPO NIZKOR |
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02oct06
El drama de un informante.
Lo que sería el mejor negocio de su vida por entregar valiosa información al Ejército a cambio de dinero, se convirtió en su peor pesadilla. El informante se siente traicionado, desprotegido, perseguido y sobrevivió a una matanza, sin otro aliento que denunciar aquello que lo atragantaba.
La historia de "Omar", nombre que le fue asignado como fuente humana por efectivos de la inteligencia militar, comenzó días antes del 24 de septiembre de 2005 cuando el Grupo Mecanizado Número 5 Maza, adscrito en aquel entonces a la Quinta Brigada, anunció con bombo y platillos el desmantelamiento del más grande laboratorio de cocaína descubierto en el año, perteneciente presuntamente a paramilitares al servicio del narcotráfico con una capacidad de producción de dos toneladas mensuales.
El sitio: La vereda Alto Viento en la vía que conduce de Cúcuta a Puerto Santander a unos 45 minutos del casco urbano.
El hallazgo: producto de la información que "Omar" entregó a los militares que obtuvo por dos amigos moradores de la vereda que percibieron extraños movimientos de personas en el lugar, el ruido de maquinaria, olores a gasolina y acetona, acompañado en las noches por los destellos de bombillas que se colaban entre las ramas de los árboles.
Los amigos decidieron contarle a "Omar" aprovechando la experiencia como informante del Ejército desde que se desvinculó como soldado profesional en 1995.
Sin pensarlo dos veces y entusiasmados por la recompensa confiaron en entregarle el dato del descubrimiento. Organizaron un grupo en el que "Omar", era la cabeza de la negociación y los amigos serían guías para llegar al laboratorio. A ellos se unió Miguel Antonio Gelvis, alias "Pedro", hermano de "Omar".
El informante inició por contactar, en Bucaramanga, a dos suboficiales integrantes de la oficina de inteligencia a quienes entregó la información.
Los uniformados adquirieron los alias de "Freddy" y "David" y acordaron una reunión previa en el Grupo Maza el viernes 23 de septiembre para ultimar los detalles del descubrimiento y presentarle a los oficiales que iban a estar a cargo de la operación.
"David" conoció los nombres de los dos guías y los lugares de residencia. Al único que no le presentaron fue a "Pedro" porque su hermano no quería inmiscuirlo demasiado en el asunto.
Tan valioso resultaba el hallazgo del laboratorio que el Ejército dispuso de un helicóptero, carro tanques y 60 soldados para dar el golpe al narcotráfico. Nada debía fallar.
Se descubrió lo tan esperado.
El operativo arrancó la madrugada del sábado, los dos guías cumplieron con trazar parte del camino a los militares y "Pedro" avisó, sobre la vía destapada, la dirección del laboratorio. La información era cierta.
El saldo de la operación que llamaron "Fortaleza" arrojó el decomiso de 185 kilos de base de coca, 10 kilos de clorhidrato de cocaína, más de 100 tanques de sustancias químicas para el procesamiento de la droga y un laboratorio con una capacidad para albergar al menos a 25 trabajadores. Se sumaron radios de comunicación, granadas y proveedores.
La droga incautada fue valorada en $600 millones y la infraestructura del complejo cocalero en $2.000 millones.
"Gracias a inteligencia humana se pudo dar con la ubicación de este cristalizadero", informó en ese momento el oficial al mando de la operación.
El hallazgo incluyó la captura de cinco hombres que cuidaban el complejo, quienes se enfrentaron a los soldados con armas largas, entre ellas un fusil AK47. Todos salieron ilesos y fueron dejados a disposición de la Fiscalía.
"De acuerdo con los letreros encontrados e información recibida (el laboratorio) pertenecía a las autodefensas ilegales" aseguraron fuentes castrenses.
La verificación de los elementos incautados y la posterior destrucción fue supervisada por funcionarios del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía.
Cumplida la diligencia que sumó a las acciones positivas de la Segunda División del Ejército restaba ahora el pago de la recompensa, que según el informante, se transó en $200 millones acordados verbalmente con el sargento "David".
Algo extraño empezó a suceder.
"Omar" recogió a su hermano y desaparecieron de los predios del laboratorio, los dos guías se quedaron. La idea era encontrarse todos en la noche con los suboficiales de inteligencia en un sitio secreto cerca al Terminal de Trasportes de Cúcuta para dar por terminada la negociación.
Aún desconfiado "Omar", un hombre delgado, de piel trigueña asoleada, hablar rápido y medido en sus palabras, nuevamente prefirió que su hermano no asistiera al encuentro con "David" y "Freddy".
Los guías llegaron con una noticia que puso los pelo de punta a "Omar". La duda y la desconfianza se apoderaron de su mente al notar que algo extraño pasaba.
"Un mayor de apellido Rico puso a uno de los guías a contar la coca y no la contaron toda. Guardaron en un camión del Ejército cuatro kilos. Cuando llegaron al Grupo Maza el oficial les ofreció la droga, para que no las repartiéramos entre los cuatro", relata "Omar".
Entendiendo que eso no era lo acordado y temiendo que fueran a legalizar la droga en sus manos los guías no la recibieron.
Asegura "Omar" que "David" les sugirió que mejor la hubieran recibido y nada pasaría. Por el contrario, "Freddy" les aplaudió rechazarla porque podía traerles problemas y criticó a su superior "nos dijo que mayor tan hp... de torcido".
Sin embargo, la promesa de los $200 millones, al parecer, seguía en pie y quedaron de dialogar más adelante.
Racha de muertes.
Mientras la recompensa llegaba, a mediados de octubre los dos amigos le comentaron a "Omar" que se escuchaba por la región que los dueños del laboratorio ofrecían mil millones de pesos por saber quiénes eran los guías que delataron la existencia del laboratorio.
Comenzó entonces a correr el temor por la seguridad del informante y los guías. "Omar" decide contar la novedad a los suboficiales de la inteligencia. "Freddy" dice que él tiene cómo comprobar que avisó a la Quinta Brigada (sobre la situación). Pero pasó así..."
El miércoles 3 de noviembre de 2005, una tarde acalorada en la capital nortesantandereana, permanecían en la entrada de su residencia, ubicada en el barrio La Ínsula, "Omar" y su hermano Miguel Antonio, de 28 años, conversando con Otoniel Arévalo, de 32, un amigo que llegó de visita.
Repentinamente aparecieron por la esquina dos sicarios en una motocicleta que desenfundaron armas de fuego y tras preguntar por "Omar" y "Pedro" (alias conocidos sólo por la inteligencia) dispararon contra el grupo.
"Mi mamá le preguntó a uno de los tipos (sicarios) el por qué los mataba y dijo (el sicario) que por sapos", recuerda "Omar".
Miguel Antonio y Otoniel Arévalo murieron en el atentado. "Omar" sobrevivió haciéndose el muerto, tras recibir siete impactos de bala.
En la mañana del mismo día desaparecieron los dos guías que supuestamente nadie sabía cómo se llamaban, ni dónde estaban, sólo los suboficiales de inteligencia.
"Sólo "David" sabía dónde vivían exactamente. A ellos los agarraron como a las 7:00 de la mañana. Como sabían que por ellos podían llegar a nosotros dos ("Omar" y su hermano) los torturaron, descuartizaron y según dicen los metieron en una caneca con ácido sulfúrico y les hicieron cantar quienes éramos", presume "Omar" que de esa manera ubicaron su residencia.
Familiares de los guías Luis Miguel León Aillón y Oliverio Pérez confirmaron a La Opinión la desaparición de sus seres queridos quienes, al parecer, fueron forzados a abordar una camioneta 4 x 4 y ante el temor que los embarga han preferido no denunciar.
"Omar", perseguido.
"Omar" fue hospitalizado en un centro asistencial de la ciudad donde el Ejército le brindó seguridad y por orden del general Édgar Ceballos Mendoza, comandante de la Quinta Brigada en el 2005 fue trasladado a Bucaramanga.
"En ese momento yo me siento vendido, pero no desconfío del personal de la Quinta Brigada, sino del Grupo Maza. En la clínica sólo me veía el sargento Freddy", agrega "Omar".
Pero la persecución continuó y según recuerda, escondido en un barrio de Bucaramanga, un par de sujetos llegaron a preguntarlo en casas vecinas por su verdadero nombre. Situación que lo hizo tomar la decisión inmediata de empacar maletas y refugiarse con su mujer e hijos en alguna ciudad del país, en la clandestinidad. Según dice, sin un peso en los bolsillos y con el sabor amargo de la traición.
Lo representa un abogado.
Por intermedio de Gustavo Blanco Vesga, un abogado penalista santandereano, se solicitó una investigación a la Justicia Penal Militar por la muerte de "Pedro" y la desaparición de los guías. Además, que se agilizara el pago de la recompensa anunciada.
Como apoderado de "Omar" en marzo de 2006 (6 meses después) le fueron entregados a Blanco Vesga sólo $20 millones de retribución en un documento firmado por el general Miguel Bernabé Lozano Perea, comandante de la recién creada Trigésima Brigada (a la cual fue adscrito el Grupo Maza a finales de 2005), el coronel José Fernando Mejía, jefe del Estado Mayor, y el coronel Juan Carlos Chacón, oficial de inteligencia de la Brigada 30 (ver recibo).
La investigación por la muerte de Miguel Antonio Gelvis y la desaparición de los guías fue elevada a la Juez 36 de Instrucción Penal Militar, Marta Elena Jáuregui.
"A la Juez le ha dado miedo continuar con la investigación. Remitió el proceso a la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía en Cúcuta donde no hay personas implicadas. La declaración mía ante la Juez duró cinco horas. Expliqué todo el daño y corrupción que hay en este caso", aseguró Blanco Vesga.
Sobre el escritorio del abogado en Bucaramanga reposan cientos de copias de cartas pidiendo ahondar en la investigación dirigidas al presidente Álvaro Uribe Vélez, al entonces comandante de la Segunda División del Ejército Carlos Ovidio Saavedra Sáenz, Procuraduría, Defensoría, Comando del Ejército, Inspección General de las Fuerzas Militares y Ministerios.
Para Blanco Vesga debe ponerse en claro qué pasó con los cuatro kilos de coca que, al parecer, no fueron legalizados y quedaron en manos de los militares. Si lo acordado por la recompensa fueron sólo $20 millones o qué pasó con el resto del dinero. Si oficiales o suboficiales del Grupo Maza habrían vendido los nombres de "Omar" y los guías a los supuestos propietarios del laboratorio. Y si en las muertes y desaparición de los guías tuvieron que ver uniformados del Ejército o presuntos paramilitares.
"Mi afán no es perseguir, ni acusar a nadie, sino que se dé protección a "Omar" y se investigue quién se robó la plata de la recompensa, a qué manos fue a parar. Con un resultado operacional como el que lograron no es justo que le vayan a salir a un sobreviviente con $20 millones. Creo que en el camino alguien se robó esa plata", sostiene el jurista.
Aseguró que contactó a familiares de los guías desaparecidos que le firmaron un poder para iniciar una demanda contra el Estado, intención a la que desistieron por miedo "entonces uno se siente con los brazos cruzados. Para mí la Quinta Brigada está untada hasta los altos mandos.", sostuvo.
[Fuente: La Opinión, Cúcuta, Col, 02oct06]
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