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31dic06
Por su insistencia en política y sus amenazas de prender el ventilador habrían matado a 'Andrés'.
El ex jefe de las Auc asesinado esta semana estaba tomando vuelo político propio y preparaba una lista de dirigentes que respaldaron a su ex líder, Salvatore Mancuso, en Córdoba.
El rumor que corre entre algunos asesores de los ex comandantes de las Auc es que la muerte de ese 'para' desmovilizado, cuyo nombre era Jairo Andrés Angarita, habría sido ordenada en la cárcel de Itagüí, pese a que el viernes pasado todos los jefes paramilitares apoyaron la declaración en la que piden el esclarecimiento de ese homicidio.
Tal vez esto explique la cantidad de llamadas que la Policía y la Fiscalía han recibido de desmovilizados que dicen tener datos sobre la 'oficina de cobro' de Medellín que se encargó del crimen.
Y en Córdoba, donde Angarita tuvo mayor influencia, se habla de las razones por las que el 'comandante Andrés' se había convertido en una ficha incómoda para algunos jefes de las Auc y para los sectores políticos, militares y empresariales que las apoyaron.
El propio Angarita anunció, hace 22 días y de manera desafiante, que revelaría esos nombres y señalaría a quienes se beneficiaron del poder 'para'.
Es más, ya en 2005 había destapado supuestos pactos del gobernador de Córdoba, Libardo López, con su jefe, Salvatore Mancuso. Dijo que como parte del acuerdo, Manuel Troncoso (cuñado de Mancuso) fue nombrado secretario de Salud de Córdoba, revelación que no le cayó nada bien a su antiguo comandante.
Tampoco era bien recibido el hecho de que Angarita viniera consolidando su influencia sobre los 3.763 desmovilizados que viven en Córdoba. No solo impulsaba proyectos productivos, sino que incluso había propuesto crear una oficina alterna de reinserción, que él mismo se ofreció a liderar.
Y corría la versión de que si bien no pudo aspirar al Congreso como fórmula de Zulema Jattin, veía en esos reinsertados una importante base política para las elecciones regionales de octubre próximo.
"La última vez que lo vi, todavía en Ralito -dice la ex parlamentaria Rocío Arias- seguía pensando en política".
Entre las cabezas de las autodefensas también había incomodidad por las actividades de gente de Angarita. Algunos empezaron a rearmarse en Tierradentro y a controlar el narcotráfico en la zona.
Una fuente oficial confirma que entre los jefes máximos había temor de que las actividades del grupo de Tierradentro -que incluso la Oficina del Comisionado de Paz llegó a relacionar con Angarita- terminaran cerrándoles las puertas de la Ley de Justicia y Paz.
Pero otros jefes estaban molestos porque esa banda empezó a copar sus espacios y a quedarse con los jugosos narcodividendos. La investigación no descarta que de cualquiera de esas orillas haya venido la orden de matarlo.
Lo mató gente de confianza.
El celular que apareció en el restaurante donde mataron a Angarita es una de las piezas clave del proceso.
Aunque no se sabe si era de la víctima o de su acompañante, las llamadas que se realizaron desde él darán pistas sobre quién y cómo tendió la celada que terminó con la vida de Angarita.
Hasta ahora se sabe que Angarita dejó a sus escoltas en el aeropuerto Los Garzones, de Montería, desde donde partió hacia Medellín. Allí lo esperaba su contacto, quien, según un investigador del caso, "era de su plena confianza".
Testigos señalan que esa persona, tras el asesinato, salió con el sicario, elemento que refuerza la tesis de la vendetta 'para'. Angarita, de hecho, fue el tercer desmovilizado asesinado ese día.
Lo concreto es que, tras arrancar con grandes jefes como Carlos Castaño, la purga entre los paramilitares parece haber bajado al nivel de los segundos de cada bloque.
Bien para presionar silencios, bien para provocar tal nivel de zozobra que el país termine por pensar en una ley de punto final (tesis de un político que intervino en el proceso), se trata de una sangría que amenaza con tocar a jefes que habían estado relativamente tranquilos, como Ramón Isaza.
En octubre fue asesinado su abogado Jesús Castiblanco y, según un investigador, su yerno Luis Eduardo Zuluaga, 'McGiver', es el siguiente de una lista de 80 ex 'paras' sentenciados a muerte.
'McGiver' salió de La Ceja poco antes de que el presidente Uribe ordenara el traslado de la cúpula 'para' a Itagüí. Eso causó malestar en las Auc e incluso en autoridades, que de inmediato ordenaron la declaración de insubsistencia de Guillermo Acevedo Montoya, respetado fiscal que tomó la decisión.
Lo concreto es que, según fuentes del Gobierno y del propio paramilitarismo, el proceso con las Auc no aguanta un muerto más.
De instructor de vuelo de Mancuso a jefe de las AUC
Jairo Andrés Angarita llegó a Córdoba en la década de los 90 como piloto retirado de la Fuerza Aérea. El primer contacto con las Autodefensas lo tuvo durante una operación militar contra el narcotráfico. Allí conoció a un 'narco' que más tarde lo pondría en contacto con algunos comandantes de las Auc.
Se convirtió en instructor de vuelo y de deportes extremos de varios 'paras', entre ellos de Salvatore Mancuso, quien para la época era el segundo del jefe máximo de las Auc, Carlos Castaño Gil.
Sus conocimientos en estrategia militar y el manejo de tropas le permitieron ingresar formalmente a las Auc como comandante de los bloques 'Sinú' y 'San Jorge', que hicieron presencia en las estribaciones del Nudo del Paramillo y sacaron al Epl y a las Farc.
Para comienzos del 2000, Angarita empezó a ser reconocido en Montería y en cabeceras municipales. Empezó a penetrar las alcaldías a través de contratos, imposición de nombramientos y ajusticiamientos. Dicen que le manejaba la agenda a Mancuso y le arreglaba reuniones con la clase política cordobesa. La misma que ahora temía que Angarita los hiciera visibles.
Dijo que las AUC impusieron candidatos
"Congresistas pactaron (con 'paras') porque no podían hacerlo de otra manera. Todos los cordobeses sabíamos de esa realidad".
Jairo Angarita, sobre los nexos de 'paras' y políticos
[Fuente: El Tiempo, Bogotá, Col, 31dic06]
Informes sobre corrupción y crimen organizado
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